Fluir, buscar el origen, descubrir por ti mismo quien eres y como has llegado a ser lo que dices ser. Separarte sin miedo de todo lo que reconoces como yo. Sumergirte en las cristalinas aguas de tu propio ser, que espera desde el origen el abrazo, el reconocimiento, el reencuentro.
Seguramente para que esto sea una realidad y se plantee conscientemente, para que sea, deben de transcurrir muchas edades, experiencias, grandes identificaciones y la ignorancia completa, incluso el rechazo pleno del motor transpersonal que ha animado desde el principio a la totalidad de cada ser.
Sin embargo en este estadio, el ser ansía la libertad, la paz por encima de todo y percibe que esto sólo llega vaciándose de todo lo que no es él. Busca la transformación en la transparencia para que la vida fluya a través de él sin obstáculos. Sin normas, sin credos, sin dioses creados por los hombres fruto de la ignorancia y el miedo. Miedo que nosotros mismos hemos acuñado y revestido con mil ropajes sutiles para justificar acciones, adoptar posturas, alimentar ambiciones que una y otra vez nos llevaban al desencanto, al descalabro y a la depresión. Punto de partida para una nueva andadura que iría fortaleciendo o ablandando – según se mire- el núcleo que un día se plantearía la pregunta ¿quién soy yo?
Mira de frente este cuestionamiento sin que se altere tu ser, permanece sereno contemplando los aspectos de tu psique que prefieren otros temas, que desean hacer otras cosas. Siente la incomodidad interna que pretende desviar una vez más la atención hacia otro lugar que no requiera esfuerzo. Permanece, contempla los caracteres intelectuales repletos de información que expresan una y otra vez su conocimiento fruto del atesoramiento cauteloso de la memoria, madre del pasado.
En calma, en paz, con la certeza del que sabe en su interior. Poco a poco se ahogan las palabras, las sensaciones y las emociones se tornan inaudibles y en ti surge un aroma, algo que sin ser conocido, conoces. Se inflama, te envuelve, todo tú desapareces sin desaparecer. Ya no estás, pero es cuando estás realmente.
Llegar hasta aquí es el punto de partida para comenzar la obra. Tienes el temple, el coraje de mirar y mantener la mirada, de sentir y permanecer abierto para descubrir. Vives, sientes desde otra perspectiva que transforma. Se introduce un elemento muy valioso para todo buscador, un centro al que volver, un punto de referencia. Puedes emprender, realizar, crear, en cualquier área de la vida y todas ellas son espacios de perfeccionamiento donde adquirir la destreza necesaria para seguir avanzando en la búsqueda interior. Verdadera realidad de tu vida, de la Vida.
Por Luis Jiménez...
Seguramente para que esto sea una realidad y se plantee conscientemente, para que sea, deben de transcurrir muchas edades, experiencias, grandes identificaciones y la ignorancia completa, incluso el rechazo pleno del motor transpersonal que ha animado desde el principio a la totalidad de cada ser.
Sin embargo en este estadio, el ser ansía la libertad, la paz por encima de todo y percibe que esto sólo llega vaciándose de todo lo que no es él. Busca la transformación en la transparencia para que la vida fluya a través de él sin obstáculos. Sin normas, sin credos, sin dioses creados por los hombres fruto de la ignorancia y el miedo. Miedo que nosotros mismos hemos acuñado y revestido con mil ropajes sutiles para justificar acciones, adoptar posturas, alimentar ambiciones que una y otra vez nos llevaban al desencanto, al descalabro y a la depresión. Punto de partida para una nueva andadura que iría fortaleciendo o ablandando – según se mire- el núcleo que un día se plantearía la pregunta ¿quién soy yo?
Mira de frente este cuestionamiento sin que se altere tu ser, permanece sereno contemplando los aspectos de tu psique que prefieren otros temas, que desean hacer otras cosas. Siente la incomodidad interna que pretende desviar una vez más la atención hacia otro lugar que no requiera esfuerzo. Permanece, contempla los caracteres intelectuales repletos de información que expresan una y otra vez su conocimiento fruto del atesoramiento cauteloso de la memoria, madre del pasado.
En calma, en paz, con la certeza del que sabe en su interior. Poco a poco se ahogan las palabras, las sensaciones y las emociones se tornan inaudibles y en ti surge un aroma, algo que sin ser conocido, conoces. Se inflama, te envuelve, todo tú desapareces sin desaparecer. Ya no estás, pero es cuando estás realmente.
Llegar hasta aquí es el punto de partida para comenzar la obra. Tienes el temple, el coraje de mirar y mantener la mirada, de sentir y permanecer abierto para descubrir. Vives, sientes desde otra perspectiva que transforma. Se introduce un elemento muy valioso para todo buscador, un centro al que volver, un punto de referencia. Puedes emprender, realizar, crear, en cualquier área de la vida y todas ellas son espacios de perfeccionamiento donde adquirir la destreza necesaria para seguir avanzando en la búsqueda interior. Verdadera realidad de tu vida, de la Vida.
Por Luis Jiménez...