sábado, 23 de marzo de 2019

La Templanza, "temperatura" ideal de nuestras emociones



Hace muchos años estuve practicando el Tarot de forma habitual. Supongo que esa búsqueda es natural en algún momento de la juventud, esperando encontrar  en el exterior, respuestas a nuestras más íntimas y personales interrogantes.

Cuando hacía una tirada (al igual que cuando lanzamos una moneda al aire para que decida por uno), yo pedía en silencio: que salga La Templanza, que salga La Templanza...
Lo que a mi vida le faltaba, y que anhelaba, era el concepto que escondía esa carta.

No habría sido necesario leer tanto, buscar, preguntarle al Tarot o a otra persona, habría bastado con mirarme y darme cuenta de que lo que no había en mí, era un equilibrio.
Al mirar la carta sentía una quietud, una serenidad que no conocía en mi vida cotidiana. Cuando mucho, la alcanzaba al escribir, al leer un bello poema o al escuchar ciertas piezas musicales.

"El término Templanza viene del latín "tempetantia" y éste del verbo "temperare" (en origen, atemperar, hacer que algo modere su temperatura, con arreglo al tiempo, también "moderar"), es una cualidad humana que consiste en actuar o hablar de forma cautelosa y justa, con sobriedad, con moderación o continencia para evitar daños, dificultades e inconvenientes..." (
https://www.significados.com/templanza/)


En el libro "La vía del Tarot", de Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa, encontramos lo siguiente:

"La Templanza, el número XIIII, representa un ángel. Esta carta llega después del trabajo en profundidad del Arcano XIII, que ha eliminado lo inútil y creado el vacío necesario para el restablecimiento de la circulación interior. Ha llegado el tiempo de la paz y de la salud. Vemos que este ángel está arraigado en la tierra y no vuela, aunque sus alas azul cielo se lo permitan. Templanza ha superado lo carnal, puede volar hasta regiones muy sutiles. 
La mirada y el cabello de Templanza están llenos de luz divina, y la flor roja de cinco pétalos que se abre sobre su cabeza nos indica que lleva la quintaesencia. Sus pensamientos se manifiestan bajo forma de maravilloso perfume, más allá de la palabra. Pero hemos visto que este ángel está arraigado en la tierra. A sus  pies se entrelazan, se acarician, dos serpientes: Templanza ha asumido todas las energías telúricas y ha dominado su libido. Las dos serpientes son los polos sexuales, lo masculino y lo femenino del tantra, o los dos nadir Ida y Píngala que se entrelazan desde la base de la columna vertebral para convertirse en uno solo, elevándose hasta las alas celestes del ángel. 
El ángel crece sobre la potencia de su sexualidad; la fuerza animal sublimada se ve de nuevo en la energía celeste y espiritual de su cabello amarillo. Los cuatro pequeños triángulos amarillos en su pecho evocan los cuatro centros del ser humano: el intelectual, el emocional, el sexual y el corporal. Estos centros no se comunican entre sí, están yuxtapuestos, cada uno con su propia ley. Pero encima aparece un círculo amarillo, símbolo de la perfección, donde se inscribe en hueco un triángulo que permite a cada uno de los elementos encajarse perfectamente en él. Es la quinta esencia, el ser esencial que hay en nosotros, que comunica con cada uno de los cuatro centros y permite la armonía del ser humano. Asimismo, se distingue en el pecho del ángel una mano, símbolo de suerte y de paz: su corazón irradia caridad. Templanza hace que se comuniquen entre sí las energías, los fluidos. Podría decirse que atenúa las pasiones. Por su acción, ya no hay energías opuestas, ya no hay contrarios, sólo complementarios: es el secreto del equilibrio. Templanza indica el restablecimiento de la salud, el equilibrio mental y emocional, el control de las pasiones no por represión, sino mediante la sublimación. Cuando se saca esta carta, se recibe un mensaje de pacificación: «Encuentra el centro, tu péndulo vital debe apartarse de los extremos, pasa por la vía del medio». Debajo de su traje, aparece la punta de su zapato, una de las pocas manchas moradas del Tarot. Este pie angélico también está templado: es la mezcla del rojo activo y del azul receptivo que comparten el cuerpo de Templanza. Se comprende entonces que por dentro, bajo sus vestiduras, el ángel es morado: ha realizado la unión de lo positivo y de lo negativo, de lo activo y de lo pasivo... "

 


(¿Habrá relación entre la palabra "Templanza" y los Templarios, guardadores del Santo Grial?).

Mi primer acercamiento a la palabra, se remonta a mi niñez, cuando mi madre hablaba de "agua templada" al momento del baño de tina. Y lo comprendía perfectamente. No había que tomar un curso ni que viniera alguien a decirme cuándo el agua estaba templada. Bastaba con la experiencia directa: tocaba el agua y sabía, de inmediato, si había que sacarle o ponerle calor.

En nuestro "quehacer emocional" no resulta tan fácil reconocer el equilibrio, y actuar de acuerdo a él, como meter la mano en nuestro interior y percibir la "temperatura exacta".

En lo personal, las Flores de Bach me acompañaron durante el viaje en busca de ese aprendizaje. Hoy puedo "meter la mano en las aguas de mi ser y comprender con exactitud cuándo mis emociones se encuentran templadas" o, por el contrario, percibir que estoy en desequilibrio y dejarme, una vez más, ayudar por la sabiduría que nos entrega la naturaleza.


Sandra, Requínoa 2016