Al finalizar su presentación del siquiatra y pensador Claudio Naranjo en el Instituto Goethe, ella nos dio la primera noticia sobre el congreso de la Iniciativa Planetaria para el Mundo que Elegimos, y se la vio emocionada por la esperanza que representaba para la Tierra esa reunión. Á pesar de sus 80 años, ha sido una de las personas más activas en crear la secretaría que está dando vida a la Iniciativa Planetaria en Chile. Médica siquiatra, traductora del sabio libro chino I Ching, decidida enemiga del sistema patriarcal que rige nuestra sociedad y que ella define como causante de la locura nuclear, entre otros males, Lola Hoffmann es en estos momentos una presencia, una fuerza positiva y un símbolo para quienes hoy luchan en Chile por la paz, el desarme, el reequilibrio ecológico y un mundo más armónico.
—¿Podría establecer una relación entre paz interior y paz exterior?
—Todo esto tiene que ver con el poder del pensamiento; si usted habla de paz interior y no la siente realmente, las personas que lo escuchan no van a tener la sensación de autoridad, es decir, de que quien habla ha vivido esa paz interior. El pensamiento, sobre todo aquí en Chile, está enfermo, necesitamos higienizarlo. Por ejemplo, si usted piensa mal de una persona, incluso si no se lo dice, está creando una espiritualidad negativa en ella. Si piensa bien, colabora a crear en esa persona una positividad. Esto lo he observado muy claramente en niños que me han traído por mala conducta; si yo hablo sobre el problema que lo hizo venir y no le explico su positividad, no voy a tener éxito. El niño se transforma inmediatamente cuando se alude a su positividad; castigos y reproches no sirven para nada.
—¿Cómo ve usted esa paz interior que se transmite a los demás? ¿Cómo podríamos contagiar esa positividad?
—La paz interior es el resultado de un trabajo. En primer lugar, no cualquiera puede trabajar en sí mismo, generalmente son personas —por lo menos así era antes, hoy la situación ha cambiado mucho—que ya han pasado la primera mitad de la vida y que entran en la segunda mitad y han alcanzado, dado el sistema en que vivimos, cierto éxito: tienen una profesión, se han casado, tienen hijos, todo anda bien... Pero hay en el interior de esas personas una pregunta: ¿y ahora qué? Con esta pregunta se pone en marcha un proceso que yo llamé de individuación. Este proceso existe desde el inicio de la humanidad, todos los movimientos religiosos, para-religiosos y los misterios antiguos se basaban en este fenómeno y elaboraban técnicas destinadas a fomentar el crecimiento interior del ser humano y llegar a cierto grado de conciencia. El proceso se inicia con una revisión de los paradigmas, es decir, ideas preformadas que se transmiten por la cultura y que desde chico representan algo así como verdades.
LA SANTA TRINIDAD Y LA FAMILIA INTERNA
—Todos nosotros hemos nacido en una cultura muy antigua y sumamente siniestra que es la cultura patriarcal, que a pesar de ser enemiga de la mujer es transmitida por las madres a sus hijos. Desde chicos los hombres son educados para la competitividad y para una franca separación de los sexos, que sólo fue necesaria en los inicios del patriarcado, que se calcula entre 6 y 7 mil años atrás.
—¿Y este sistema patriarcal —esta separación tajante de los sexos— es el motivo de la falta de paz interior?
—El motivo principal es que la desunión entre el principio masculino y el femenino produjo este crecimiento tan desarmónico, tan diabólico del ser humano. En el hombre bien integrado existe una especie de trinidad, es decir, tres principios que sólo podemos nombrar con imágenes: lo paterno, lo materno y lo filial. Cuando estos tres principios se dan juntos y bien equilibrados, el individuo, es decir el hijo, tiene la posibilidad de consultar en sí mismo a su principio materno y su paterno y no necesita pedirles consejos a sus padres verdaderos, sino que es aconsejado por sí mismo.
—¿En qué consisten estos principios?
—El principio materno se basa en la capacidad de dar, dar de su sustancia, dar en lo material y lo espiritual. La trinidad cristiana, padre, hijo y espíritu santo, se creó en pleno auge del patriarcado, el espíritu santo no podía ser femenino; sin embargo, se lo representa como un símbolo muy femenino, la paloma. Esta representa la intuición, el pensamiento profundo que da al individuo la posibilidad de proceder por su propio camino y de ponerse en contacto consigo mismo. Es la voz interior, la voz de la madre. Él principio paterno es el contacto con el exterior, es la inteligencia, la capacidad organizativa, la tendencia —que comparte con el principio materno— a proteger la familia —me refiero a la familia interior del individuo, a la trinidad— y la tendencia a emprender cosas nuevas tanto en lo externo como en lo espiritual. El principio filial es sobre todo movimiento y amor. Cuando la mamá le dice al hijo desde chico: no toques eso, no hagas aquello, impide mucho su movimiento, tanto el de la iniciativa personal como el movimiento muscular. También el amor condicionado daña profundamente: si te portas bien te amo, si te portas mal no te amo. Pero todo es necesario para que se mantenga el principio paterno, la autoridad. Este principio aislado siempre se torna diabólico, negativo, peligroso. Ya los chinos decían; el Yang solo es agresivo, es desconsiderado, es atolondrado. El Yin solo tampoco sirve, siempre tienen que darse el Yin y el Yang juntos. La totalidad consiste en el número tres, casi todas las religiones tienen como idea central una trinidad. Un individuo que funciona bien lo hace con sus tres principios equilibrados, padre, madre e hijo, como una familia. Pero la siquis ha sido distorsionada por la prevalencia de lo masculino y la consecuente dominación de la mujer, y el ser humano se ha enfermado síquicamente, lo que produce permanentes conflictos tanto en el individuo como en la sociedad.
LOS "DIRIGIDOS INTERIORMENTE" ESTÁN CRECIENDO
—¿A qué cree usted que se debe que últimamente grupos esotéricos, guías espirituales y gente preocupada hasta ahora por el desarrollo interior, y no por los acontecimientos externos, se están manifestando activa y públicamente por un cambio social, la paz y el desarme nuclear?
—Porque esas personas ya han logrado desarrollar en sí mismas el principio femenino, y esto es algo reciente. (En mi juventud un hombre que era, por ejemplo, artista, más civilizado, más fino, más sutil, inmediatamente era rechazado como maricón). Sobre todo porque las mujeres han integrado, y en forma mucho más eficiente, el principio masculino; hasta hace muy poco la mujer era sólo un conjunto de funciones.
—El que la sociedad patriarcal esté perdiendo terreno y el que existan personas trabajando interiormente para integrar estos tres principios, ¿ha permitido un pronunciamiento homogéneo respecto a las cuestiones sociales?
—Precisamente, Ud. ve que la noción de la pareja que lanzó el movimiento feminista ya no es de lucha como la de las antiguas sufragistas. Ellas plantean que una pareja no necesita necesariamente convivir en la misma casa, que mientras más distancia en el espacio exista entre ellos mejor funcionan, que la base es el amor y un elemento de suma importancia, el respeto, el respeto por el proceso que pasa el tú, o sea mucha estimulación de crecimiento. Esta es la pareja moderna, las parejas simbióticas ya se están eliminando. Las consecuencias de una mejor relación entre el hombre y la mujer y de la mayor integración de la mujer en la sociedad produjo todo este movimiento de renovación, fue una mujer la primera que a principio de la década del 60 lanzó un libro acerca de los peligros de una explotación irreflexiva de la tierra.
— ¿Es posible crear una conciencia de paz en toda la humanidad sin que cada uno de sus miembros haya pasado por esos procesos para llegar a la paz interior?
—Desde luego debe haber un porcentaje de la población que se haya integrado, que haga yoga, meditación, que se dedique a estas prácticas espirituales. Un 2 ó 3% de la población basta para producir un campo morfogenético, o sea un pensamiento común bien dirigido que hace que más y más personas se adscriban a él.
—¿Sin pasar por un proceso de desarrollo interior?...
—Sí, sin pasar, por lo que antes se llamaba el Espíritu Reinante del Mundo, concepto que introdujo Hegel y al que hoy día se llama número crítico(2). Sucede que si hay un número suficiente de individuos que piensen en lo mismo, que hablen de lo mismo o que deseen lo mismo, esto se propaga al resto de la humanidad mediante un proceso que todavía no conocemos, pero que debe basarse en algunas ondas que se transmiten a través del espacio.
—El sistema patriarcal se demoro milenios en difundirse, aun a través de los campos morfogenéticos, pero ahora estamos enfrentados a la necesidad de un cambio urgente. ¿Tendremos que esperar milenios?
—No, el patriarcado está declinando y debilitándose desde hace decenios, y estos fenómenos que vemos ahora son los estertores de muerte del patriarcado. A ellos ya no les importa que reviente el mundo y tienen el poder por que tienen el dinero, y tienen la informática en su mano. Son en total entre 200 y 500 hombres que dirigen el mundo y que tienen el poder sobre las fuerzas armadas. El patriarcado se está cavando su propia tumba y todos sus planes, si Ud. va a la base, son suicidios inteligentísimamente programados.
LA POSITIVIDAD ES CONTAGIOSA
—¿Qué posibilidades le ve a la acción que está emprendiendo la Iniciativa Planetaria en estos momentos en Chile? ¿Qué posibilidades de paz ve Ud. en nuestro país?
—La Iniciativa Planetaria como tal, en este aspecto no ha emprendido mucho todavía, pero yo personalmente he lanzado una pequeña iniciativa en la cual tengo mucha esperanza; he propuesto a una radio intercalar, entre las realizaciones musicales, informaciones sobre iniciativas nobles del ser humano, porque aquí en Chile y en todas las dictaduras se presenta la peor imagen del ser humano, y no hay ni una sola información sobre algo positivo. Si uno piensa en forma negativa sobre el ser humano, como dije al principio, uno produce su negatividad; si piensa en forma positiva, uno colabora a generar su propia positividad. Otro ejemplo lo encontramos en los movimientos de simplicidad voluntaria; en el año 80 había casi 33 millones de norteamericanos "dirigidos desde adentro". Ellos viven otra vida; en primer lugar no son consumidores, ahorran energía y recursos naturales. Algunos viven en comunidades y otros viven su vida común y corriente pero siempre participando de estos principios. Yo, por ejemplo, no compro cosas que un her manomío no pueda comprar, mi dieta es particularmente práctica, barata y sana. Otros ejemplos de lo que sería una vida dirigida interiormente sería hacer yoga, meditación y considerar a los demás como sus hermanos. Creo que si se unen un máximo de estos grupos como ya se unieron la Alianza Espiritualista Mundial, que es muy grande aquí, y la Gran Fraternidad Universal, esos movimientos unidos van a ser la semilla de una reconciliación.