viernes, 18 de octubre de 2024

Flores de Bach para tratar la Hipersensibilidad

“Me gusta oír los ecos,
los zumbidos,
los murmullos de la selva.
Me gusta sentir el empuje amoroso
de las raíces a través de la tierra,
el latido de mi corazón,
la sangre que inunda mis pulmones,
el aire puro que los orea en inspiraciones
y espiraciones amplias.
Me gusta olfatear las hojas verdes y las hojas secas,
las rocas negruzcas de la playa
y el heno que se apila en los pajares.
Me gusta oír el escándalo de mi voz,
forjando palabras que se pierden
en los remolinos del viento…”

De “Canto a mí mismo” Walt Whitman

La persona hipersensible es intuitiva, creativa, consciente, con una desarrollada sintonía emocional consigo misma y con los demás. En el caso del poeta, la hipersensibilidad le permite captar matices y sutilezas que en general pasan inadvertidos. 
Su especial capacidad de percibir la belleza es un verdadero don. Sin embargo, también representa un desafío, porque tiende a tener emociones muy intensas que le pueden generar reacciones desproporcionadas.





 

lunes, 2 de octubre de 2023

Honrando nuestras diferencias



Como terapeuta y madre de personas autistas, he estado actualizando mis conocimientos, rescatando el enfoque y aporte de la comunidad autista.

Antes de esto, la ignorancia me hacía pensar, decir, creer y actuar de maneras muy torpes con respecto al tema (entendiendo el concepto de ignorancia como “el hecho de desconocer algo” y no de modo peyorativo).

Todos los seres humanos tenemos en común un cerebro con las mismas áreas, zonas y estructuras. Sin embargo, algunas personas procesan la información y funcionan de modos que difieren a la mayoría en lo sensorial, mental, social y emocional. Esto no las hace mejores ni peores, sólo diferentes.





viernes, 2 de octubre de 2020

Byung Chul Han | La sociedad del cansancio.


Presumimos que somos libres, pero en realidad nos explotamos apasionadamente hasta colapsarnos.
"Sí, tú puedes" crea un sentimiento de libertad, sólo al principio. Aquellos que fallan en lograr algo, se vuelven depresivos, se sienten avergonzados, se aíslan. Se sienten culpables por sus fracasos, buscan la culpa dentro de ellos mismos y no en la sociedad. 
A un cierto nivel de productividad el "tú debes" rápidamente alcanza su límite. 
Para incrementar la productividad, el sistema cambia el "debes" por el "puedes". La motivación es más efectiva para la explotación que las órdenes. 
El empresario está libre en el sentido que no está sujeto  a las órdenes de otros, pero no es realmente libre, porque se está explotando a sí mismo. Y la autoexplotación es naturalmente mucho más eficiente que la explotación por otros...


lunes, 11 de mayo de 2020

"Escribir para Sanar"


Escribimos porque tenemos que crear un mundo en el que podamos vivir.
Tuve que crear un mundo mío, como un clima, un país, una atmósfera en la que yo pudiera respirar, reinar y re-crear lo que la vida destruía.
También escribimos para aumentar nuestra conciencia de la vida.
Escribimos para atraer y encantar y consolar a otros.
Escribimos para llevar una serenata a nuestros amantes.
Escribimos para paladear la vida dos veces: en el momento y en retrospectiva.
Escribimos como Proust, para que todo sea eterno y para persuadirnos a nosotros mismos de que lo es.
Escribimos para poder trascender nuestra vida, para llegar más allá de ella.
Escribimos para aprender a hablar con los otros, para registrar el viaje a través del laberinto.
Escribimos para ensanchar nuestro mundo cuando nos sentimos asfixiados,
amordazados, solos.
Escribimos como los pájaros cantan, como los primitivos realizan sus danzas rituales.
Si no respiramos escribiendo, si no lloramos escribiendo o cantamos escribiendo,
entonces no escribamos.
Cuando no escribo siento que mi mundo se encoge.
Siento que estoy en la cárcel, que pierdo mi fuego, mi color.
Debería ser una necesidad como el mar necesita la marea.
Yo lo llamo respiración.


Diario de Anais Nin. Tomo V

viernes, 24 de abril de 2020

Testimonio de una Niña Indigo



Tuve una infancia difícil. Mis padres se separaron cuando yo apenas tenía once meses y, como a muchos niños de mi generación, me tocó crecer en una familia rota. Pero aunque esta experiencia nunca es fácil, el no tener un padre no era lo que me hacía sentir diferente a los demás. Había algo que no me dejaba conectar ni encajar completamente con las reglas sociales.
Desde muy pequeña fui catalogada como niña problema. Solía confrontar a la autoridad –profesores, familiares e incluso a mi madre- y cuestionaba muchas de las reglas que limitaban mi vida. Hasta hoy tengo el vago recuerdo de sentir un enorme desprecio por la capacidad intelectual de mis pares; creía que los demás niños eran lentos, me negaba a dar las pruebas porque no estaban a mi altura. Obviamente esta actitud soberbia no fue comprendida, y mi pobre madre se llevó la peor parte.
Cuando los educadores tiraron la toalla, empezaron los estudios neurológicos y psicológicos. Que la niña tiene Petit Mal (una especie de epilepsia), qué podría presentar rasgos autistas, qué quizás tiene déficit atencional. Pero no. Resultó que mi coeficiente intelectual está por sobre la media, que no tengo ningún problema para memorizar o aprender excepto una porfía enorme y las pocas ganas de hacerlo. Así que me pasé toda la etapa escolar peleando con los libros, aburrida y con una madre dispuesta a ahorcarme en cualquier minuto.
Durante muchos años viví deprimida, sintiendo que algo no estaba bien. Hasta que hace dos años, por esas casualidades que la vida nos depara, llegué donde una terapeuta alternativa. Ya había escuchado hablar de los niños índigo y cristal, pero no tenía claro de qué se trataban, hasta que conocí a Isabel. Ella me demostró que nada en el mundo es al azar, que si bien todos nacemos con las mismas cualidades, existen seres que nacen más “despiertos”, es decir, con condiciones innatas que superan a la media. Me dijo que ella reconocía en mí a un niño índigo y que mi depresión era el resultado de mi lucha contra lo que bullía en mi interior.
Hoy no me parece extraño que la tarea de explicarles qué es un niño índigo haya recaído en mi. Me faltaría tiempo y espacio para contar las innumerables ocasiones donde este tema aparece sin motivo y sin conexión aparente. Sólo espero tener la lucidez suficiente para transmitirles la maravillosa experiencia que significa conectarnos con nuestra energía, en un momento donde el planeta completo se prepara para vivir uno de los más grandes cambios energéticos que ha vivido en su historia.

Nueva Escuela
Quizás el primer gran cambio que la era del índigo ha provocado es un reajuste en la forma de educar a nuestros niños. El método Montessori, concebido hace más de 100 años por la educadora italiana Maria Montessori, ha ido tomando fuerza en nuestro país desde hace un par de décadas, pero recién ahora la reforma educacional, y los mismos estudiantes, concuerdan que los principios de éste método mejoran sustancialmente el nivel de aprendizaje.
Realmente no se trata de nada complicado. La idea de Montessori es que los niños son como esponjas que absorben conocimiento en forma natural. El acto de aprender es tan natural en los niños como lo es gatear, por lo que los chicos deben ser estimulados para hacerlo en un ambiente libre y basado en el respeto. Esta educadora, que basó su método en observaciones científicas relacionadas con la capacidad de los niños, llegó a la conclusión que el educar no es sólo entregar las herramientas necesarias para el aprendizaje formal, sino ayudar a los niños a alcanzar su máximo potencial como seres humanos.
A partir de este método diferentes educadores y psicólogos han ido perfeccionando nuevas formas de enseñanza; todas basadas en la premisa que los niños tienen una tendencia natural por aprender y, que más que entregarles moldes preconcebidos, es necesario guiarlos para que alcancen su propio potencial.

Pequeños Profetas
Los niños índigo y cristal tienen más o menos las mismas capacidades. Lo que los diferencia es, sobre todo, su personalidad y la capacidad que tienen de relacionarse con su entorno. Mientras los cristales son introvertidos y muy pacíficos, los índigo suelen ser hiperactivos, extrovertidos y conflictivos.  Ambos logran el equilibrio, es un trabajo en equipo.
Aunque existen muchos detractores, sobre todo entre quienes están más alejados de la espiritualidad del hombre, las comunidades que trabajan con estos niños crece cada día más. En Chile se pueden encontrar un buen número de agrupaciones, siendo una de las más grandes y serias “Niños Índigo Chile” www.ninosindigochile.cl. En su página se puede encontrar información sobre cómo identificar a estos niños con ciertas características comunes.

Tanto los padres de niños índigo y cristal, como quienes han trabajado con ellos, creen firmemente que estos pequeños han venido para dar equilibrio al mundo.
Chile, y el mundo, vive momentos cruciales. En todas partes vemos cómo se generan cambios sociales, económicos y tecnológicos. Y en medio de ésta vorágine no es extraño que las nuevas generaciones reflejen esos cambios, incluyendo una mayor apertura espiritual. Lo que nos sorprende es que estos niños generan estos conocimientos de forma espontánea, enseñándonos a nosotros valiosas lecciones.
Eso, y más, es parte de la comunidad índigo y cristal. Niños, jóvenes y adultos, iguales a cualquiera de nosotros, pero que en alguna parte del camino lograron desarrollar una nueva y mejor forma de vivir. 


Extracto de un artículo de "El Ciudadano".
(Publicado con autorización)

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