sábado, 18 de febrero de 2012

El Bambú Japonés, el Alma de "Impatiens"



No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena
semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la
tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas
sus fuerzas:
"¡Crece, maldita seas!"

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en
no apto para impacientes
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa
nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un
cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas
infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis
semanas la planta de Bambú crece ¡más de 30 metros!
¿Tardó sólo seis semanas en crecer? No. La verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este
bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían
sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana muchas personas tratan de encontrar
soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente el resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados
en corto plazo, abandonan súbitamente, justo cuando ya estaban a punto de
conquistar la meta.

Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos
que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado. 
De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente
a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo. Y esto puede
ser extremadamente frustrante.

En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del
bambú japonés, y aceptar que entretanto no bajemos los brazos, ni abandonemos
por no "ver" el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo dentro
nuestro: estamos creciendo, madurando. 
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando este al fin se materialice.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. 
Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un
proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia...
(Autor Desconocido...)

lunes, 13 de febrero de 2012

"Cada Órgano dañado responde a un Sentimiento", Christian Flèche



El cuerpo es nuestra herramienta de curación?
 Yo era enfermero en un hospital de Normandía y observe que pacientes con la misma enfermedad, tratamiento y doctor evolucionaban de manera muy diferente.

Bueno, cada uno es cada cual...
 Exacto, mi hipótesis es que las enfermedades son una metáfora de las necesidades físicas y emocionales de nuestro cuerpo. Cuando no hay una solución exterior a esa necesidad, hay una solución interior.

¿Eso es para usted la enfermedad?
 Sí, una solución de adaptación. Cada órgano del cuerpo quiere satisfacer su propia función, es decir, atrapar oxígeno, alimentos... Si el cuerpo quiere comer, pero en el exterior hay guerra y no lo consigue en un plazo razonable, se produce un shock.

¿Nace el conflicto?
 Sí, el inconsciente inventa una vía suplementaria de supervivencia: un síntoma, que es una solución o una tentativa de solución inconsciente e involuntaria a ese shock vivido. En ese caso, el miedo a morir de inanición atacaría el hígado.

Póngame otro ejemplo.
 Una persona que siempre tiene prisa puede desarrollar un nódulo en el tiroides, que envía más tiroxina y aumenta el metabolismo del cuerpo, eso la hará más rápida.

Pero tener prisa es psicológico.
 Todo lo que captamos a través de los cinco sentidos, de los captadores neurovegetativos que vienen del interior del cuerpo, lo que pensamos o imaginamos, se traduce en realidad biológica.

¿Y provoca un síntoma?
 Si no hay una solución concreta y consciente, sí. De manera que si escuchamos algo muy desagradable que nos afecta podemos tener acidez de estómago. Y hay algo muy importante que tener en cuenta.

Dígame.
 El cerebro no distingue entre lo real o lo imaginario. Un trozo de limón en la boca o la idea de un trozo de limón en la boca provocan la misma salivación. En función del sentimiento particular, el shock afecta a una zona precisa del cerebro, visible por el escáner, a un órgano y a una realidad energética.

¿Realidad energética?
 Somos una unidad compuesta de cuatro realidades inseparables: orgánica, cerebral, psíquica y energética. No hay ni una sola célula del cuerpo que escape al control del cerebro, y este no escapa al control del pensamiento, consciente o inconsciente; de manera que ni una célula del cuerpo escapa al psiquismo. Un shock siempre va acompañado de un sentimiento personal que repercute en los cuatro niveles biológicos.

¿Y es irreversible?
 Cuando encontramos la solución esos cuatro niveles sanan simultáneamente. Una paciente tenía dolor en el hombro. "¿Desde cuándo?", le pregunté. "La primera vez estabas sola con mis hijos" "Si estas con tus hijos, no estás sola, ¿quién falta?" "Mi marido que nunca está, yo necesito estar arropada". Cuando lo reconoció, el dolor desapareció.

A lo largo de un día no satisfacemos todas nuestras necesidades fundamentales.
Cuando no las satisfacemos, nace una emoción. Si esa emoción se libera en el exterior bajo una forma artística, a través de la palabra, el baile o los sueños... todo va bien. Cuando el acontecimiento no está expresado, queda impreso y el cuerpo será el último teatro de ese evento.

¿Todo conflicto provoca enfermedad?
 No, es necesario que sea dramático, imprevisto, vivido en soledad y sin solución. Cuando se dan estos cuatro criterios, el trauma se manifestará a través de la biología.

¿Distintas emociones corresponden a distintos órganos del cuerpo?
 Sí, todo lo que tiene que ver con la epidermis responde a conflictos de separación; el esqueleto, a una desvalorización; la vejiga corresponde a conflictos de territorio. Para las mujeres diestras, problemas en el seno y hombro izquierdos corresponden a problemas con los hijos y viceversa para las zurdas; los desajustes en el seno y hombro derechos corresponden para las diestras a problemas con la pareja y viceversa.

¿Estómago e intestino?
 No tener lo que se quiere y no poder digerir lo que se tiene corresponde al duodeno y estómago. El colon corresponde a un conflicto asqueroso, podrido. En el recto están los problemas de identidad: "No me respetan y me dejan de lado". Los riñones es la pérdida de puntos de referencia. Los huesos: grave conflicto de desvalorización...

¿Lo adecuado para estar sano?
 Revalorizar las emociones, ser consciente de las emociones y expresarlas, es decir: bailar más a menudo. La gente está mucho tiempo en lo emocional pero son emociones procuradas: fútbol, cine... Un malestar compartido disminuye a la mitad, continúa compartiéndolo y acabará desapareciendo. Una felicidad compartida se multiplica por dos.

La ira y la violencia se expresan a sus anchas.
 Un hombre tiene miedo, el miedo produce rabia, y la descarga enfadándose con su mujer. Cuando estamos en contacto con la emoción auténtica, se transforma; cuando lo estamos con la emoción de superficie, no hay cambio. Si el hombre se dice: "Lo que tengo es miedo", su miedo disminuye a la mitad. Hay que tomar conciencia de uno mismo.

Christian Flèche, psicoterapeuta, padre de la teoría de la descodificación biológica.


viernes, 3 de febrero de 2012

"Amar, tan sólo es reconocer al otro" Por Fernando Torrijos Gil



El Amor, Amar, son un sustantivo y un verbo tan alegremente y tan mal empleados que convendrían redefinirlos. 
Amor, Amar nada tienen que ver con el uso que le han dado las grandes religiones monoteístas. En nombre del amor a Dios millones de personas fueron llevadas a la hoguera así como millares de indígenas americanos. Y eso sin añadir que estas religiones tan amorosas ni siquiera conceden a la mujer la equidad con el hombre. 
Amor, Amar tampoco tienen que ver con el ridículo uso que hace cierta literatura y televisión, donde sólo supone melodrama, sexo vulgar, emociones basura y dependencia edípica. Comportamientos de una auténtica sensiblería patológica. 
Podríamos definir el Amor como una forma especial de relación (que no es una emoción, que no es un sentimiento) basada en el reconocimiento. 
Y  reconocer, sería, es, poner al otro dentro de Mí, que el otro Resuene dentro de Mí, sin interpretaciones, sin juicios. 
Aceptar al otro como Es. Interesarse por él. Dedicarle atención, tiempo y respeto. 
Cada vez que alguien se disculpa por ser como es, significa que no está siendo Amado.

Amar es evitar las propias proyecciones sobre los demás, los deseos propios, y no exigir al otro que responda a nuestras expectativas. 
Reconocer a otro es Amarlo, aunque sea nuestro enemigo. Sin embargo el reconocimiento no es bueno que sea indiscriminado, si el otro no me respeta es mejor no seguir allí, si el otro nunca me da, es mejor cortar en seco. 
Visto así, la Amistad sería la forma más noble de Amar. 
Si uno no sabe amar a una persona, que cultive la Amistad.    
Si no sabes Amar al otro empieza por Amarte a ti mismo (reconocerte, observarte sin juicios). 
Luego puedes pasar a amar a la Naturaleza, a un animal. 
Y en este estado de aprendizaje creo que es bueno que dejemos a un lado, de momento, el Amor Universal. Tengamos paciencia, aprendamos desde la base. 
No nos olvidemos que venimos al mundo en busca de Amor (reconocimiento). Si no lo encontramos, de inmediato luchamos por el poder.
De ahí que amor y poder sean dos caras de la misma moneda. 
Donde hay amor no puede haber lucha por el poder. 


Esencias Florales de Bach para trabajar el Amor/Reconocimiento:
Chicory, para la generosidad en la expresión del amor, desprenderse de la posesividad y del apego, o de un buscar el amor a través de la atención negativa. 
Beech, para la tolerancia, aceptación de las diferencias y de las imperfecciones de los otros, ver el bien en cada persona y en cada situación. 
Holly, para sentir amor y extender amor a los demás. Para evitar estados negativos de celos, envidia, sospecha e ira, que nos enfrentan al otro. 
Vine, para el servicio desinteresado, tolerancia frente a la individualidad de los demás. Para evitar el dominio, la tiranía y el acto de imponer la voluntad propia al otro. 
Willow, para alejar la amargura y el resentimiento, para fluir y perdonar, evitando internalizar sentimientos. 
Water Violet, para compartir los dones propios con los demás abandonando el 
orgullo y la arrogancia.