sábado, 4 de agosto de 2012

La eficacia de una ausencia, por Eduardo H. Grecco



La clínica es una práctica de develamiento de la eficacia de una ausencia. En el contexto de la Terapia Floral la ausencia se trata de una emoción sofocada entre los repliegues de la cual estamos atrapados. Privados de conciencia sobre ella repetimos en acto aquello que somos incapaces de vivir como afecto.

Ausencia de conciencia que obliga a la reiteración de los afectos rechazados bajo la forma de síntomas. Ausencia de un recuerdo que se dramatiza proyectado en nuestras relaciones. Ausencia de saber sobre una historia que se rellena de fantasmas. Y es que, tanto en el sueño, como en los vínculos, como en los síntomas, siempre estrechamos fantasmas. Rellenamos de fantasmas nuestra vida como una forma de negar la presencia de una ausencia.

El otro, que aparece tan real a los sentidos, tan denso a la percepción en el relato de un paciente, es un tejido de imaginarios que en la clínica intentamos disolver. Así, del mismo modo, ocurre con todas las producciones (síntomas, sueños, etc), ya que, la intención de nuestra práctica es ayudar a la conciencia del paciente a que pueda verse viendo al otro cercano a lo que realmente es. En suma, aniquilar todas las propiedades que enmascaran, ocultan y disfrazan al ser verdadero, liberar los apegos que atan al ayer y que no consienten en permitirle evolucionar.

Freud llamaba a este proceso hacer conciente lo inconsciente y Bach, por su parte, erradicar la ignorancia, en donde inconsciente e ignorancia aluden a la falta de saber de la conciencia. Freud proponía al terapeuta usar la herramienta de la interpretación para develar las causas reales del enfermar, Bach las esencias florales, concebidas como una interpretación en acto. Ambos compartían la convicción de que el cuerpo habla simbólicamente y que es en el marco de una relación donde el paciente puede hallar su cura. Los dos pensaban que había que dejar atrás el pasado: disolver la transferencia (Freud), desatar los apegos (Bach).

Los dos estaban convencidos de la necesidad de desbaratar los engaños de el ego y ayudar a la persona a construirse como sujeto sujetado a ley de la castración (Freud) y de la evolución (Bach). Ley de la castración que no es otra cosa que el reconocimiento de la existencia de una falta estructural (que el hombre no esta completo), otro nombre posible del concepto de "falla" o "defecto" al que Bach recurre para hablar de la incompletud del Alma. Esta condición, para ambos preontológica (es decir, anterior a fundación de la historia personal), es la que genera que el deseo (Freud) movilice hacia la búsqueda de conocimiento y que el empeño de aprender (Bach) conduzca al Alma a realizarse.

De manera que para un psicoanalista debiera ser natural pensar floralmente y para un practicante floral debería ser accesible pensar psicoanaliticamente. Pero ¿Qué es pensar floralmente? Parte de la respuesta a esta pregunta es: pensar floralmente consiste en indagar hasta descubrir cual es la emoción en la cual esta atorada una persona describir esta emoción como una esencia floral y hacer evidentes los mecanismos de los cuales se vale la personalidad para evitar enfrentar y dejar atrás este atrapamiento.

El espacio de configuración de la Terapia Floral

El aporte de la Terapia Floral al campo de la investigación terapéutica podría consistir, entonces, en el develamiento (mas no en el descubrimiento) del espacio de presencia y acción del tejido emocional y de una dinámica que se desenvuelve en ese espacio, organizada en torno del proceso de evolución y, en especial, de un particular momento no puntual, el aprendizaje de una lección, que regla el sendero del desapego como esencia del camino hacia la individuación.

Esto implica, el desarrollo de dos conceptos a la par, emoción y evolución, entrelazados en el marco del antagonismo complementario de Alma y Personalidad, Sujeto y Yo.

Esto cuatro términos conforman una estructura. No se refieren a ninguna experiencia subjetiva concreta sino a un orden preexistente que posibilita el despliegue de una vida tal como se comprende desde el espacio de configuración de la Terapia Floral.
Polaridad esencial: Alma y Personalidad

Edward Bach sitúa su reflexión sobre la curación partiendo del reconocimiento de una doble estructura del hombre. Por una parte, posee un Alma imperecedera, inmortal, trascendente, ansiosa de aprender y al mismo tiempo incompleta y, por otra, una Personalidad que es su ser mortal, perecedero, inmanente, pleno de anhelos de lograr disfrute aún a costa del estancamiento del Alma. El Alma tiene una condición preontológica mientras que la personalidad se desenvuelve en el tiempo y se observa a si misma desde esa situación de finitud. Mientras el Alma pulsa por crecer, la personalidad se opone a sentir el dolor que el crecimiento puede significar. Vive lo que vive como dolor porque esta identificada a la ilusión de la mortalidad. Todo esto tiene una lógica: la personalidad resulta el gran sistema de apegos que tenemos que disolver. El Alma debe aniquilar la personalidad y esta no tienen otra razón de ser que caminar hacia su fin luego de cumplir con la propósito de ser la herramienta de la cual se vale el Alma para realizar su aprendizaje. Su resistencia a esta labor no es un desajuste sino que, por el contrario, forma parte del plan de la evolución ("...aún las interferencias forman parte del plan de la evolución" Bach).

Sostener esta postura sobre el Alma es postular que mas allá de la realidad de todo aquello que configura nuestra relación con los otros y con el mundo impera otra dimensión primordial que nos constituye, ya que, deshechos todos los apegos hay algo que permanece: lo que no es apego.

Pero, la cuestión esencial implícita en esta formulación de Bach es que ante la pregunta ¿Sabe el Yo (la conciencia) que hace al hacer? La respuesta es no. El Yo no es responsable de los pasos de la evolución, solo es responsable de oponerse a ella. La personalidad existe porque existe un Alma que necesita de la encarnadura para realizar su labor, un Alma que esta siempre mas allá de la posibilidad de captura de la conciencia. La conciencia que ignora lo que el Alma desea. Un Alma que desea algo diferente a lo que la conciencia quiere. De manera que, frente a la evolución, como ley que regula el proceso del Alma, el Sujeto que crece y aprende es otro que no es el Yo, alguien que no existe como representación en la conciencia y que, a pesar de ello toda la actividad de la persona busca reencontrarlo. Los textos de Bach son claros al respecto y la semejanza con el psicoanálisis, en este punto, también.

¿Cual es la imagen que tenemos de la dinámica Alma-Personalidad? Un Alma incompleta, un Alma que desea aprender, es un Alma que, parafraseando a Lacan, no es del orden del ser o del no ser, sino de lo no realizado. Una personalidad que se imagina completa y defiende cualquier ataque a esta ilusión mediante la construcción de un sistema de apegos y creencias que forman su identidad. Un Alma que es el motor y el ingenio de la encarnadura, encarnadura que se convierte en el pivote de la existencia, existencia que solo es posible en relación, coexistencia que es la llave de la evolución. Evolución que acontece en el Alma que vuelve a reencarnar, una y otra vez, persiguiendo el objetivo de completarse. Un Alma mas que existente, insistente; un Alma que plasma, bajo la forma de personalidad, un vínculo de exploración en esta tierra como escuela, sin que pueda hallar en ella un sitio para permanecer, so pena de estancarse, ya que, para crecer debe siempre aniquilar lo que crea como herramienta necesaria para aprender. Un Alma exiliada en un territorio que la personalidad siente como propio; una personalidad que siente la muerte como un exilio. De manera que, lo que es ganancia en un lado es pérdida en el otro y viceversa. Aporía esencial a la cual el Alma vuelve a arrojarse en cada vida que elige vivir, porque esa es la naturaleza del camino que debe caminar: estrellarse para volver a resurgir, hacerse piel y huesos para dejar que se corrompan, tocar con la infinitud la finitud, aprender en lo perecedero lo inmortal.
Evolución

El Alma demanda completarse. No puede resistirse a ese deseo. Deseo de aprender las lecciones que sanan sus heridas. Heridas que denuncian sus carencias. Carencias que se cubren erradicando la ignorancia, disminución de la distancia que nos separa de la verdad y que nos libera de la esclavitud del desconocimiento. Liberación que nos une, ya que, ser más es unirse más. En esto consiste la evolución: aprender a unirse mas, experiencia de Amor en libertad.

No hay nada en la evolución que no tenga sentido. Un sentido verdadero que solo puede hallarse en el Alma, ya que los significados que atribuye el Yo a la vida solo son ficciones, "maya", engaños de los cuales hay que desapegarse.

El Yo desconoce realmente hacia donde el Alma va. El Yo no es buen guía para este recorrido. Hay que permitirse pasar a la dirección intuitiva de la vida (Cherry Plum) y dejar que la deriva del Alma nos lleve a donde la evolución sabe que tiene que arribar.

El proceso evolutivo del Alma esta encerrado en la rueda del karma que nos obliga a tener que aprender (tener que evolucionar). La evolución es una búsqueda permanente, la presencia constante de una fuerza poderosa que tantea, insistentemente. La humanidad esta en proceso de evolución y el destino de la evolución es la realización del hombre como especie, la unidad en la multiplicidad, pero no como conjunto material sino espiritual. De modo que la evolución es una experiencia y el hombre debe aprender de la "experiencia de la evolución".

En este dirección el gran pensador Jorge Llambías dice lo siguiente:

"Una cosa es tener el concepto de la evolución, saber que descendemos del mono o los delfines, que el Génesis es una parábola cultural, con un mensaje no histórico sino teológico-espiritual... Otra cosa es poder tener al experiencia de la evolución y sentirnos embarcados en esa corriente de energía poderosa, que ahora al final del siglo XX, esta tan presente como hacer 100 mil años o 5 mil millones de años. Este es el verdadero conocimiento de la evolución, el que nos permite intuir las utopía por venir, y no nos distrae con racionalizaciones estériles".

Hemos mencionado que la evolución es tanteo. La humanidad va probando todo para aprenderlo todo. Tanteo desde la conciencia de los senderos concretos por los cuales transitamos, pero certeza en el Alma en el objetivo final. Tanteo que solo se comprende, en la plenitud de su acierto, más allá de la posibilidad de conocimiento que brinda el lapso de una vida. De modo que hacia donde va la evolución impone la aceptación de la confianza en que ella sabe donde quiere ir, del mismo modo que la personalidad tiene que efectuar la misma consideración respecto al Alma. La evolución sabe, el Alma sabe y la historia y el Yo deben reconocer las respectivas capacidades formadoras de estas estructuras.

Bach concebía la evolución como experiencia en la cual el Alma espera aprender una enseñanza, que debe hacer escuchar a la personalidad. Personalidad que aprende a reconocer que:
todas las realizaciones humanas son frágiles. No hay nada absoluto, todo puede ser superado, nada permanece para siempre, en la tierra todo es perecedero, nada perdemos porque nada poseemos;
no existe un único camino, excluyente y perfecto, para el trabajo de la evolución. "No hay errores o aciertos, solo experiencia" (E. Bach); cada quien tiene que seguir su propio sendero y ser lo que esta destinado a ser;
el motivo de la evolución es hacer experiencia "No tengamos temor a zambullirnos en al vida; estamos aquí para hacer experiencia..." (E. Bach);
evolucionar es unirse mas y mas, tal como lo expresara Pierre Teilhard de Chardin) y
todo lo que nos acontece tiene sentido (desde el Alma), "Aún las interferencias forman parte del proceso de evolución" (E. Bach)
la evolución es un proceso de búsqueda irrefrenable, acontece mas allá de nuestra voluntad. Moramos en la evolución, es la casa que habita el Alma.

En el seno de este contexto que acabamos de enunciar, los remedios florales serían herramientas para remover las trabas que la personalidad coloca al Alma, las resistencias que levanta para no sujetarse a los "dictados del Alma". Resistencias que se fundan en los apegos, apegos que se llaman, en la clínica, emociones.
Emoción

La emoción es el resto, lo que queda como registro, de una experiencia. Cuando estas experiencias no son descargadas totalmente permanecemos fijados en ellas, nos atrapan entre sus redes y lo no vivido se repite.

Por ese camino las emociones representan la presencia del pasado en nuestras vidas, reclaman, desde el ayer, terminar de manifestarse. En suma, las emociones son los apegos que tenemos que desatar, los nudos que hay que romper para poder aprender, lo aún "por-vivir".

Las emociones, tanto en el proceso histórico personal, familiar y de la especie, son el cincel que modelan los cristales con los cuales miramos el mundo. Ellas sostienen nuestras creencias y sustentan con su energía nuestros síntomas, vínculos y sueños.

Su presencia tiene el sentido de provocar el inicio de la alquimia transformadora, son los obstáculos que podemos convertir en oportunidad, los problemas que nos permiten descubrir talentos, la esclavitud que debemos romper para ser libres, la fuerza que se opone a la evolución con el plan de que el Alma haga su labor de crecimiento.

Son tanto un límite como una bendición. Sobre el límite nos apoyamos aunque, también, nos atascamos. La bendición señala como significante la dirección necesaria a seguir para hacer de su empuje una fuerza expansiva. Dejar atrás una emoción es estar mas cerca del Alma. Dejar atrás una emoción es sanar apegos. Sanar una emoción es ser mas libres.

Para lograr sanar una emoción primero hay que convocarla, hay que sentirla, ya que, no se la puede sanar nada en ausencia. Y sentirla intensamente, porque, no se puede dejar atrás lo que no se vive primero intensamente. Los remedios florales aquí son, justamente, el instrumento, para sentir intensamente la presencia de una emoción que por olvidada e ignorada nos enferma. Una emoción que es una ausencia en la conciencia y que por esta condición se ha vuelto eficaz para forjar mil maneras de hacernos saber que existe aunque el Yo quiera jugar a ignorarla.


Cierre

En la clínica la teoría toma cuerpo, naufraga, se astilla o se consolida. Pero aún en todas sus variantes siempre hace luz porque aún en los errores, y más en ellos, nos permite avanzar en el conocimiento. La clínica nos permite descubrir no tanto lo que se muestra si no mas lo que se oculta. Lo que desde un lugar ausente se convierte en al causa real del padecer. La teoría nos permite explicar la naturaleza de los procesos de privación de presencia y de los retornos disfrazados de aquello que falta a la conciencia. Que llamemos por nombres distintos la carencia no tiene que hacernos perder de vista que estamos discurriendo sobre un mismo terreno que conceptualizamos de modos diferentes. Claro que las miradas distintas importan, pero no para separar y distanciar las prácticas terapéuticas entre si, sino para poder comprender que son saberes particulares no el Saber.

El Psicoanálisis nutre el pensar y la práctica terapéutica, tanto como la Terapia Floral, y entre ambos campos existen vasos comunicantes que nos trascienden. Si nos aislamos en la teoría como fortalezas que defienden nuestras creencias no hacemos más que estar solidificados en nuestros apegos que nos impiden evolucionar. Y es ahí donde la clínica nos vuelve a encaminar por el sendero adecuado: la experiencia. Las teorías pueden separarnos, la experiencia nos acerca. Y la experiencia clínica, de comprometerse con el dolor ajeno, nos nutre de la humildad suficiente para no dejarnos tentar por las estériles lógicas de la perfección del pensamiento para situarnos en el ámbito de lo que erradicando la ignorancia cura: una relación. Por esto, en este evento de Clínica y Psicoanálisis, me permito recordar que el Psicoanálisis nace de una relación. Y que esto es lo verdaderamente importante: una relación curativa en donde la interpretación es tanto energía como un remedio floral lo es y ambos instrumentos muestran la verdad de, lo que Claude Levi-Strauss llamara, la eficacia de lo simbólico.

Contactar al autor: eduardo_grecco@terra.com.mx

http://www.laredfloral.com

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