Él descubrió que determinadas flores silvestres están asociadas a una emoción específica, de modo que poseen la vibración (frecuencia electromagnética) de dicha emoción en equilibrio. De este modo, “Mimulus”, por ejemplo, armoniza al que teme “prestándole”, en cada toma, la emoción del coraje, hasta desplazar completamente los miedos.
Edward Bach, el descubridor
Se adentró en el campo de la homeopatía, estudiando además medicina ayurvédica y antroposofía.
Después de mucho investigar, llegó a la conclusión de que la enfermedad no es sólo el resultado de trastornos físicos, sino que, principalmente, de desequilibrios emocionales que producen un bloqueo en la energía vital.
Las Esencias Florales
El sistema consta, como ya mencionamos, de 38 esencias que el Dr. Bach clasificó en 7 grupos temáticos. Además de “Rescue Remedy”, que es una mezcla de 5 de estas flores y cuya combinación es ideal para atender situaciones de emergencia, como traumas, accidentes, pérdidas.
Y también eventos que provocan estrés, como por ejemplo: exámenes, visitas al dentista, operaciones, entrevistas laborales, etc.
Es importante destacar que este sistema de sanación es completamente natural, sin aditivos químicos. Y por lo tanto, no tiene contraindicaciones.
Las esencias florales del Dr. Bach pueden ser tomadas, sin ningún tipo de riesgo, por embarazadas, niños (incluso recién nacidos) y ancianos. Y en general, se pueden aplicar a todo ser viviente.
Es así como se ven excelentes resultados en un vegetal que ha sido trasplantado del macetero y comienza a marchitarse. O en un perro que se ha puesto celoso con la llegada de un cachorro al territorio que antes era sólo suyo.
La Terapia Floral busca dar alivio al consultante buceando en sus emociones para encontrar el origen de los dolores del cuerpo.
El Dr. Bach, llegó a la conclusión de que la enfermedad es el resultado de un desencuentro entre el alma y la personalidad, entre el mundo interno y el mundo externo. Así se refirió al alma, que según su filosofía, es donde radica el verdadero yo:
“Si únicamente fuésemos nuestro cuerpo, nuestra vida no consistiría en otra cosa más que en satisfacer nuestros propios intereses y en aspirar a nuestro propio beneficio. Únicamente estaríamos preocupados por nuestro propio bienestar y por la satisfacción de nuestras necesidades. Todo esto no es el caso. Cada sonrisa amistosa, cada pensamiento bien intencionado y cada actitud positiva, cada hecho que se deriva del amor o compasión con los otros, demuestra que en nosotros existe algo más grande que no podemos captar con la vista. Llevamos dentro una llama de divinidad, y en nosotros vive un principio vivo e inmortal…”
Las flores no sólo alivian el sufrimiento, sino que desarrollan una nueva perspectiva de la vida, poniendo en contacto a la persona con su ser interior y ayudándolo a encontrar en sí mismo las respuestas para continuar por el camino con valor, confianza, alegría, serenidad, fortaleza, optimismo, equilibrio…como una primavera del alma.
Publicado originalmente en
Revista Equilibrio
Revista Equilibrio
AÑO 1 - Nº5 - Noviembre 2011
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