domingo, 22 de julio de 2012

"Las Emociones" por el Dr. Jorge Carvajal



El cuerpo es como un espejo, donde se reflejan los patrones de organización de la consciencia de los planos energético, emocional y mental. Promover la salud del cuerpo físico es una tarea imposible si simultáneamente no adquirimos salud emocional, que no será construida por la ausencia de emociones negativas sino por un sano aprendizaje emocional pues, aún más que el intelecto, las emociones son instrumentos del conocimiento.
Nuestros gestos, sonrisas, tristezas, obsesiones, miedos, iras, alegrías, son emociones que dejan impacto en el cuerpo. Algunas emociones básicas están determinando buena parte de nuestra fisiología. La unidad psico-fisiológica que se forma entre la mente y las emociones -comportamiento psicológico-, y el cerebro y el cuerpo -comportamiento fisiológico- explica buena parte de lo que son nuestras enfermedades.
Este sistema cuerpo-mente no es sin embargo una dualidad, porque nuestras emociones y actitudes están tan íntimamente integradas a nuestra fisiología, que ahora no tiene sentido discutir si fue primero el huevo o la gallina; lo cierto es que es posible incidir simultáneamente sobre la totalidad del ser, si no desconocemos la sincronicidad y multi-dimensionalidad de una aparente diversidad, que revela su indivisible unidad. Tratamos de aliviar nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo de energía, pero un porcentaje muy significativo de nuestras enfermedades no tienen su origen en el cuerpo, son producto de la distorsión de nuestra identidad en el plano emocional. Corregir los males desde su origen, supone armonizar la vida desde ese plano de las emociones donde un día empezamos a perder el rumbo.
Las emociones son una vía de transición entre el cuerpo o nivel mental de la consciencia, y el cuerpo físico. Esta vía presenta una intrincada red de codificación, transmisión y decodificación de señales en el cuerpo físico conocida en la medicina como la red de neuropéptidos y sus receptores, una verdadera estrategia de respuesta integral del organismo físico al movimiento de las emociones.
Cada emoción es automáticamente seguida por una respuesta simultánea de muchos órganos y sistemas. Es el código del sentir, el lenguaje de la sensibilidad total del organismo que se comporta como una antena de procesamiento emocional. En el sentir, tenemos un código de respuesta de la totalidad, lo que nos da una idea de la tremenda importancia terapéutica del equilibrio emocional.
El cuerpo es como un espejo, donde se reflejan los patrones de organización de la consciencia de los planos energético, emocional y mental. Promover la salud del cuerpo físico es una tarea imposible si simultáneamente no adquirimos salud emocional, que no será construida por la ausencia de emociones negativas sino por un sano aprendizaje emocional pues, aún más que el intelecto, las emociones son instrumentos del conocimiento.
Muchas memorias emocionales, programadas y retenidas desde la infancia, inciden poderosamente sobre nuestras actitudes determinando nuestro estilo de vida y nuestra salud global. Esto significa que las actitudes erróneas, origen de buena parte de nuestras enfermedades crónicas, son producto del aprendizaje condicionado, que perpetúa patrones de comportamiento reforzados por la familia o la cultura.
La enfermedad, como la salud, es total, e involucra con frecuencia actitudes emocionales de origen cultural. La represión sostenida de las emociones genera sentimientos permanentes que, vía moléculas efectoras -neuropéptidos y neurotransmisores- afectan el sistema nervioso, y por su canal, el sistema endocrino e inmunológico; a su vez, vía sistema circulatorio, éstos se comunican con todas las células del organismo. Esto no es una secuencia lineal de eventos, sino un frente de onda que barre sincrónicamente todos los sistemas, que se comportan en el cuerpo corno un radar para nuestra onda emocional.
En el cáncer, en las enfermedades degenerativas o enfermedades crónicas, un componente importante es la actitud hacia la vida, actitud que se encuentra impresa en el cuerpo. Aunque esa no es la única causa, también hay factores genéticos, hereditarios, metabólicos y del medio ambiente, probablemente todos ellos no alcanzan a ser el cincuenta por ciento del problema.
El hecho de tener un padre diabético no se traduce en que estemos condenados a la diabetes significa que la diabetes es una posibilidad que depende de muchas otras cosas: medio ambiente, educación, alimentación, actitudes hacia la vida y hacia nuestro entorno.
Se ha visto que aún en los tumores malignos como los de colon y de seno, en los que se ha constatado una relación genética en algunos grupos familiares, el factor genético no alcanza a explicar más que alrededor del cinco por ciento de la incidencia.
El cáncer no tiene una sola causa, miles de factores promueven su desarrollo. Hablando en un sentido biológico estricto, todos desarrollamos cáncer porque tenemos miles de células que se degeneran todos los días, la única diferencia es que el organismo las reconoce, las aísla, las anula y protege las células normales. Por eso en el cáncer, es más importante lo que nos ocurre adentro, que lo que nos ocurre afuera.
Íntimamente ligadas con el auto-reconocimiento tanto en el plano psíquico como en el nivel inmunológico, nuestras vivencias interiores son el contexto en el que la salud o la enfermedad tienen sus raíces. El auto-reconocimiento es la imagen revelada por el espejo en el que nos estamos mirando por dentro; ese espejo está hecho de una sustancia reflectora básica que son nuestras emociones, y éstas determinan nuestra actitud hacia el mundo.
El resentimiento, la amargura, la tristeza, la depresión crónica, pueden generar cáncer, lo que no sucede por ejemplo con la alegría. La alegría, emoción clave que nace del corazón, es una emoción que lleva al desapego, a liberamos de la aversión, a salir de la ignorancia, a ser lo que realmente somos.
El amor que vive en nuestro corazón es el factor integrador que nos protege. De todas maneras, con o sin cáncer, lo importante en la vida desde el punto de vista de las emociones, es entender que éstas son una estrategia de aprendizaje. Aprendemos de las emociones, así como aprendemos lecciones de matemáticas.
En la vida diaria, cada emoción es una experiencia viva que nos permite aprender lecciones que llenan la vida de significado. Lo importante en la vida no es que tengamos o no cáncer, no es que nos vamos a morir o no, porque de todas maneras todos nos vamos a morir, lo más importante es aprender el significado. Cuando hacemos significativos los eventos tanto los positivos como los negativos, le damos sentido a la vida; ésta es la fase más importante en el proceso de la sanación. La genuina sanación es mucho más que el proceso racional de entender aquello que nos pasa, es sobre todo la capacidad de incorporar emociones y sentimientos que nos llevan a la comprensión y a rescatar el sentido, donde todo conocimiento se convierte en vivencia.
La consciencia es como una antena sensible, en la que las emociones son el componente que aporta sensibilidad y colorido. En términos humanos, toda forma de consciencia involucra algún tipo implícito de colorido emocional. Aunque así pareciera, no hay conocimientos abstractos o asépticos, todos están contaminados de algún sentir en un plano emocional abstracto o concreto. Aún el matemático que descubre una fórmula, no está exento del sentimiento de admiración que la perfección le produce. Un físico lo es, porque las que consideramos leyes duras y más de la física han despertado una emoción recóndita en su corazón. Nadie que haya hecho algo significativo para la historia de la humanidad, ha podido realizarlo sin la vivencia de una pasión intensa.


sábado, 7 de julio de 2012

El Miedo y las Flores de Bach: Haciendo Florecer el Coraje, la Confianza y la Tranquilidad

El miedo no es siempre una emoción negativa. Cuando se fundamenta en un peligro real, es un efectivo mecanismo de supervivencia que nos lleva a tomar las precauciones y previsiones para evitar los peligros. Pero también es una fuente de sufrimiento, porque es a través del miedo que le abrimos la puerta a lo que justamente tememos, otorgándole poder sobre nosotros.
Me ha tocado ver en la consulta cómo el miedo es la emoción en desequilibrio que más comúnmente se presenta en niños, principalmente miedos nocturnos, lo que disminuye su rendimiento escolar, su creatividad, su entusiasmo, motivación e incluso autoestima, porque sienten que no tienen ningún control sobre esta emoción, lo que le hace sentir incapaces.
El miedo genera, a su vez, otras emociones negativas, como la impaciencia, el descontrol, la obsesión, la desesperación, la inseguridad, la ansiedad, etc.
Como se adelantó en el artículo anterior, el Dr. Bach clasificó las 38 esencias florales en 7 grupos temáticos, siendo el primero de ellos el grupo para tratar los temores.
Está compuesto por 5 esencias que abarcan los distintos tipos y grados de miedo:


Aspen

Esta planta florece en el hemisferio norte en el mes de marzo, cuando los días son más cortos y oscuros. La esencia se prepara por el método de ebullición.
Se usa para tratar los miedos vagos, imprecisos, abstractos. Tiene que ver con lo desconocido. La persona tiene la sensación de que “algo” que no puede definir está al acecho, lo que le provoca angustia y ansiedad. No puede explicar racionalmente su temor, más bien lo adivina, lo presiente, por lo que es un temor que además se vive en soledad debido a que estas personas tienden a callar lo que les sucede.
Sus manifestaciones neurovegetativas son, frecuentemente, sudor frío, temblores, piel de gallina, pelos de punta.
La toma de la esencia desarrolla la capacidad de enfrentar las energías que la persona percibe -aunque sigan siendo inexplicables- con valor y la confianza de que no hay una carga negativa en ellas.


Cherry Plum


Es una planta de flores blancas, de cinco pétalos, que florece entre febrero y abril, antes que sus hojas. Su fruto tiene un aspecto similar a la cereza.
Está definida para las personas que temen perder el control, mental o físico.
Las personas bajo este estado son explosivas, descontroladas, sujetas a fuertes impulsos internos que no logran canalizar adecuadamente. Es un estado muy potente, por lo que se define como transitorio, aunque se puede observar de forma más estable en personas con una fuerte emocionalidad. En estas personas, un estímulo insignificante puede detonar una reacción desproporcionada, en extremo violenta, donde se pierde el control sobre las acciones. Esto hace que quien padece este estado, viva con el temor a perder la razón y cometer actos terribles en contra de ellos mismo, como autoagresiones, el incluso el suicidio; o en contra de los demás.
La toma de la esencia desarrolla el autocontrol, lo que lleva a reaccionar con serenidad incluso bajo presión.


Mímulus

Esta planta de pequeñas flores amarillas que crece en las regiones húmedas del verano europeo, se corresponde con un tipo de personalidad muy definida: personas tímidas, asustadizas, nerviosas, sensibles, fóbicas y que se sienten a menudo intimidadas ante la presencia de personas más extrovertidas, lo que las hace rehuir las reuniones sociales.
Mímulus trata los miedos de “causa conocida”, es decir, que sean definibles, concretos, fácilmente reconocidos por quienes los poseen. Por ejemplo: miedo a la enfermedad, a la oscuridad, a hablar en público, a las arañas, a los temblores, a la pobreza, etc.
La toma de Mímulus va mutando sutilmente el miedo en coraje, devolviendo a la persona la capacidad de atreverse a enfrentar nuevos desafíos.


Red Chestnut


Estas flores tienen un especial tono rojizo y se presentan en formaciones piramidales debido a que las flores más bajas tienen sus tallos más largos. Florece principalmente a fines de mayo.
Con esta flor se trata a las personas que sienten un excesivo temor por lo que les pudiera llegar a suceder a sus seres queridos.
Viven preocupados y temiendo lo peor, siendo muy aprehensivos. Hay una especie de cordón que ata a estas personas con los portadores de sus afectos y mientras más lejos éstos se encuentren, más miedo se siente, porque tiene menos mecanismos de control sobre ellos.
La toma de Red Chestnut hace que la persona se ocupe en vez de que se preocupe, que tome la justa distancia entre él y los otros, dándole un lugar de importancia al cuidado de sí mismo. Sus pensamientos se vuelven positivos y confía en que todo va a estar bien.


Rock Rose

Estas flores son de un amarillo brillante y expresan en su signatura la reunión de fuerzas concéntricas, siendo posible que su acción esté relacionada con el plexo solar (centro energético que se bloquea en situaciones de miedo).
Rock Rose se usa para tratar el estado de miedo extremo, el pánico, el terror y la paralización. Cuando la persona se enfrenta a una situación de gran peligro, se queda helada, rígida, incapaz de moverse. Esta paralización se produce ante una emergencia, un evento súbito, pero este concepto luego se irradia a estados más internos, volviéndose difícil volver a fluir espontáneamente.
La flor entrega coraje y la capacidad de reaccionar con tranquilidad incluso ante grandes amenazas.

Las Flores de Bach actúan rápidamente sobre estos 5 tipos de miedos, devolviendo la serenidad, la confianza y la calidad de vida a personas que llevan años, incluso décadas, presas de temores que no han logrado controlar ni con voluntad ni tratamientos químicos. El ser superior recibe la sanación y le traspasa a la personalidad la capacidad de vivir valientemente.
Una forma muy conmovedora de mostrar este efecto, es la respuesta de Jorge, un niño de 10 años que estoy tratando por terrores nocturnos. Al preguntarle si él notaba algún efecto positivo con sus flores, me miró a los ojos, esbozó una leve sonrisa y me dijo: sí, ahora, a veces, soy feliz…


Aparecido originalmente en Revista Equilibrio, edición de enero de 2012
http://revistaequilibrio.cl/index_htm_files/Revista%20Equilibrio%20-%20Enero%202012.pdf

domingo, 1 de julio de 2012


Algunas Reflexiones sobre el Proceso Terapéutico Floral, por Ricardo Orozco


Lo más importante en una terapia floral  no es la fórmula, sino el proceso terapéutico asistido por las Flores de Bach. 
A mi modo de ver, uno de los errores más frecuentes de algunos terapeutas se produce cuando preguntan a su paciente lo siguiente: "¿Cómo te han ido las flores?". Con esta pregunta se está presuponiendo que el bienestar o malestar que el cliente presente se debe a la fórmula y no a la gestión que hace de su propia vida, ni  tan siquiera a lo que le ocurre entre visita y visita. Así, si está bien, el terapeuta ha acertado y si, por el contrario, está igual o peor, es que no ha atinado  con las flores. ¿Cuál es, pues, el compromiso del paciente consigo  mismo? Además, ¡menuda responsabilidad que se arroga el terapeuta sin quererlo o saberlo! ¡Y, sobre todo, menuda responsabilidad que carga en las pobres flores! Creo que ha sido esta visión reduccionista la que ha llevado a muchos terapeutas, y a algunos autores, a proyectar sobre las esencias florales sus propios temores y carencias. De esta forma, se ha llegado a hablar de flores supuestamente “peligrosas”, contraindicadas”, “que no se debían combinar” y un largo y penoso etcétera, exactamente igual que si de fármacos alopáticos se tratase. Si consideramos que las flores son simplemente catalizadores de una información existente en nuestro interior (entre el alma y la personalidad, según Bach) entenderemos que estas elucubraciones carecen de fundamento. Siempre he pensado que quien dice "me da miedo tal o cual flor", en realidad lo que está diciendo es lo siguiente: "me aterra  la gestión de mis propias emociones y las de los demás". Afortunadamente para todos, la formulación floral no es una cuestión de relojería. No es como un PIN bancario que abre una cuenta solo si se teclean los números correctos. Admitir esta idea resulta más fácil en cuanto asumimos el modelo dinámico de los territorios compartidos.  No se trata tampoco de  prescribir flores al azar, o con sistemas diagnósticos poco fiables, cosa que desgraciadamente abunda.  Si aceptamos el mensaje implícito en esta ponencia estaremos de acuerdo en que no puede existir por ejemplo una flor “para mejorar la autoestima”, o “para la concentración” o bien “para el miedo”, ya que se trata de territorios compartidos por bastantes esencias. Del mismo modo tampoco puede existir una terapia floral “unicista” que sea realmente efectiva. Aunque no forma parte de los  objetivos de esta ponencia, la recomendación para todo terapeuta que se inicia es que se entrene no solo en el aspecto técnico de las Flores de  Bach, sino también en  las dinámicas de entrevista, sobre todo la  escucha activa y las destrezas con las que saber implicar al paciente en su proceso terapéutico. Así, el terapeuta floral se convierte en  acompañante  y colaborador del mencionado proceso, catalizado por la ayuda inestimable de las Flores de Bach, y no en el protagonista y artífice del mismo.
http://www.sedibac.org/CONGRESO%202011/CD/PDF/R-Orozco.pdf