domingo, 3 de marzo de 2013

Cómo benefician a los niños las Flores de Bach


¿Cómo es la consulta con un terapeuta floral? 
Lo primero es una entrevista con el niño, que provee al terapeuta de un bagaje 
importante de datos para el momento de decidir qué flores irán en su fórmula. Se 
observa la postura, el modo de hablar, la carita, la mirada del niño...
Las flores de Bach, ¿curan enfermedades? 
No curan enfermedades, sino que equilibran emociones. Los niños tienen fuerzas 
internas potenciales, que cuando no se pueden expresar es porque están ausentes, 
como un niño triste, abatido, que le falta la alegría natural. En ese plano entrará a 
actuar la esencia floral, en el desequilibrio emocional, y eso naturalmente tendrá un 
correlato en su cuerpecito. Por eso se dice que no curan males específicos, sino los 
desequilibrios emocionales que se producen con estos problemas. Cada niño tiene 
un temperamento, que es biológico y que trae como carga genética, y que es 
modificado por el medioambiente. 
¿Cómo actúan las flores de Bach?, ¿cuáles son sus propiedades?
Básicamente son agua, no tienen ningún compuesto químico. El agua es un muy 
buen vehículo; es el mejor transportador o conductor de energía, y lo que hay en 
los frascos es energía floral, capturada de las 38 flores elegidas por el creador del 
sistema, el Dr. Edward Bach. Las flores tienen una propiedad vibratoria, cada una 
vibra en forma diferente, y cuando ese patrón vibratorio resuena con el nuestro, se 
consigue la curación. 
¿Se pueden comprar en cualquier lugar? 
Sí, pero quizás la eficacia no es la misma que si es preparada por un terapeuta, 
porque las emociones son mezclas de estados, no son emociones puras, por lo que 
es mucho mejor hacerlo como una fórmula. Pero se puede. 
¿Se pueden usar esencias de un niño en otro niño con el mismo mal? 
No, porque cada fórmula está pensada para cada persona. 
¿Desde qué edad se pueden usar? 
Desde el momento de nacer, cuando se sale del vientre de su mamá. 
¿Hay niños a los que nos les hace efecto? 
La experiencia clínica dice que la esencia floral hace todo el esfuerzo por 
restablecer la armonía del niño y sacarlo adelante, pero si el niño está en un 
medio de desamor, no pasará nada. Si está en un ambiente de agresión, de 
violencia intrafamiliar o indiferencia, ninguna fórmula, por precisa que sea, logrará 
hacer algo. Los medicamentos tampoco hacen efecto si no se hace modificación del 
entorno. 

Las dos flores más utilizadas en los niños: 
Luego de la evaluación de cada niño, el terapeuta elaboran una mezcla de estas 
flores que trabajarán con cada emoción perturbada. Sin embargo, destacan dos que son especialmente utilizadas en el mundo infantil: 
- Impatiens: para el niño irreflexivo, intolerante a la frustración, impulsivo, de 
actividad mental desmesurada, inquieto, impaciente. Puede presentar torpeza 
motora o atropellamiento al hablar y dificultad para fijar la atención por períodos 
prolongados. Se irrita fácilmente y en la casa parece ser un tornado de actividad. 
En el colegio colma la paciencia. Es un niño que se accidenta a menudo, que se 
rompe sin querer, que está continuamente moviendo los pies, que se sienta en su 
puesto como si fuera a salir disparado en cualquier momento o hace sonar los cubiertos mientras esperan que le sirvan la comida.  Es poco prolijo. Olvida cuadernos y 
estuches debajo del banco, no sabe si por la mañana salió con más ropa de la que 
lleva puesta, es de juego brusco, no le gusta ceder su turno ni esperar a que 
llegue. 
En el plano físico, suele presentar contracturas musculares, dolores de 
cabeza, bulimia, tics, malos hábitos alimentarios, alto consumo de azúcar y líquidos 
y mal dormir. Sus padres suelen describirlos como nerviosos o agotadores. 
Al tomar esta esencia, poco a poco aparece la paciencia, baja el nivel de 
intolerancia e impulsividad, y mejora notoriamente la capacidad de empatía del 
niño en la casa y escuela. 
- Holly: es para el niño susceptible o hipersensible, que reacciona 
desmesuradamente a los estímulos, sobre todo a aquellos relacionados con los 
afectos. Se siente a menudo perjudicado, agraviado por sus pares y adultos. 
Celoso, lo desestabiliza la llegada de un nuevo hermano. Se pone agresivo. 
También suele afectarlo la envidia, a tal punto que se puede enfermar físicamente. 
Muchas veces los padres los describen como constantemente insatisfecho. No tolera 
frustraciones y se irrita cuando algo sale mal. A menudo ofende con reacciones 
exageradas. Se levanta de mal humor. Es inseguro. 
Al tomar la esencia: poco a poco entra el amor a la vida del niño, puede alegrarse 
con los triunfos ajenos, reconoce cualidades de sus pares, se relaja y serena.

Extracto del artículo de la revista YA, El Mercurio, 17 de abril 2007

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