lunes, 7 de agosto de 2017

"El cuidado de la Vida Interior del Niño" Primera Parte



Hay un lugar interior que todos deberíamos conservar, un espacio de paz, de quietud, de sentimiento de estar bien y conformes, pese a lo que afuera suceda.
Este espacio interior es nuestro refugio, principalmente en los momentos de incertidumbre, de angustia o soledad.
Todos debiéramos poder encontrar con facilidad este espacio, para poder allí refugiarnos en su paz y seguridad en los momentos difíciles. Sin embargo, lo que a menudo se siente es un gran vacío.
Sabemos que muchas de las carencias sentidas en la adultez tienen raíz en la niñez, por eso la importancia de ocuparnos de los niños, de acompañar sus procesos, de conocer sus necesidades.
Rudolf Steiner, el creador de la Antroposofía, descubrió que el ser humano posee doce cualidades a las que denominó Doce Sentidos.
A uno de ellos lo llamó el “Sentido de la Vida”.
ElSentido de la Vida” tiene una meta primordial: Comunicar la sensación de estar bien.
El sentido de la vida es transmitir paz y calma cuando todo está en orden, y cuando no es así, se altera sintomatizando en el cuerpo o en el ánimo. Normalmente nos damos cuenta de que estábamos bien, cuando comenzamos a sentirnos mal. Es decir, en general percibimos el sentido de la vida cuando se ve alterado por alguna razón interna o externa.
El niño nace con la conciencia de que el mundo es bueno. Y en las primeras experiencias de malestar, de dolor o incomodidad física o anímica se le debe confirmar que el mundo efectivamente es bueno, calmándolo, acompañándolo y conteniendo su ser para que vuelva a la paz.
Cuando el niño es pequeño, su cuerpo le resulta incomodo, indominable. A medida que va creciendo va conociendo sus capacidades y sus límites. Va controlando sus impulsos apropiándose de sí mismo.
El niño en crecimiento debe conectarse con la sensación de estar bien, de estar a gusto consigo mismo, de estar cuidado y contenido.
Al principio comenzará a percibirlo desde el cuerpo, lo cual tendrá eco en su interior. Lo que comienza como un cuidado físico se traslada a un sentimiento anímico de estar bien, de estar conforme, de estar en paz y seguro.
Y este cuidado debe provenir de afuera, debe venir de sus padres al principio, y luego de todo el entorno más inmediato.

Los padres son para los niños la figura de Dios. Son lo más cercano que ellos tienen al Padre-Madre Celestial. Para el niño pequeño son su mundo, y de ellos necesita recibir amor para construir la confianza, la entrega, la alegría de existir.
El niño a través del cuidado de sus padres aprende a confiar en la contención del mundo, y por otro lado e igual de importante, se genera en su interior un lugar de recogimiento, un lugar de calma y quietud. Aquí residirá la seguridad, el abrazo, la confianza y la entrega, y por supuesto, todo esto contribuirá significativamente en el desarrollo de su personalidad futura.
Muchos padres tienden a asustarse o alarmarse cuando el niño está simplemente tranquilo. Reflexionan equivocadamente que ser pequeño significa estar en constante movimiento. Pero eso que asusta es lo que debemos permitir que suceda.: la tranquilidad. El niño tiene la capacidad de estar tranquilo, sólo que a veces no se le es fomentado o no se le es permitido.
El niño ya desde muy pequeño debe aprender del silencio y la quietud sin que eso signifique estar desanimado o enfermo.
Si el niño logra percibirse tranquilo, si se lo acompaña con entrega, podrá saber lo que es sentirse bien internamente. Bien consigo mismo y con los demás.
Hoy en día vemos a los niños reaccionar desmedidamente ante todo. Los vemos alterarse fácilmente, los vemos ir y venir con sus emociones a flor de piel. Hay una parte del niño que está sin control y que reacciona con facilidad.
Si el niño se siente como una integridad armónica, se siente entero internamente, no será vulnerable a cualquier hecho.
Hoy nos encontramos ante niños absolutamente vulnerables a cualquier estímulo, niños con una muy baja tolerancia. Pero ¿Cómo podemos pedirles a estos niños que permanezcan quietos, que no griten, que estén tranquilos, si en muchos casos no conocen ese estado? Lamentablemente a menudo les es más familiar la desarmonía que la armonía.
Esto es lo que tenemos que rescatar: el pedido de auxilio de los niños. 
La humanidad debe recuperar la calma, debe aprender las diversas formas de estar bien. Debe recuperar la vida interior porque esto es lo que más necesitan los niños de hoy.
Los niños son un reflejo de nosotros mismos. Podremos mostrarles tranquilidad, podremos cuidarlos exageradamente, pero lo que el niño tomará es la esencia de cada acto. Es el ritmo de nuestra respiración en ese preciso momento.


Fuente: https://www.caminosalser.com/856-indigocristal/el-cuidado-de-la-vida-interior-del-nino-primera-parte/





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