sábado, 8 de octubre de 2016

"La IMPACIENCIA es un conejo blanco que corre para llegar antes que el segundo que está por comenzar..." por Sandra Figueroa.




No reconozco en mi historia el momento en que me convertí en una especie de alter ego del conejo blanco de "Alicia en el país de las maravillas".
Nunca llegué a correr por las calles, con un reloj de bolsillo en la mano, gritando: «¡Ay Dios! ¡Ay Dios! ¡Voy a llegar tarde!», pero sí, a partir de mi adolescencia, me empecé a "acelerar". Y esta condición fue sumando ingredientes, que con el paso de los años, fueron mermando mi bien-estar.
¿Por qué la gente camina tan lento por la calle? ¿Por qué no son capaces de llegar a la hora? ¿Por qué no cumplen con los tiempos estimados?, ¡Habla rápido, anda al grano, no tengo tiempo que perder!. ¿Sabes qué?, no me ayudes "tanto", yo lo hago!!!
¿Por qué los "otros" son tan irresponsables, inmaduros, ineficientes, estúpidos e incapaces?.
Mi conejo blanco interior vivía en función del tiempo y sentía que el resto de las personas me lo robaban con sus lentas actitudes. Pero no era arrogancia, sino IMPACIENCIA.

El impaciente cree que el tiempo es concreto. Uno pierde la capacidad de comprender que los relojes no contienen algo tangible.  

No sé si la impaciencia se aprende, pero mi padre presentaba características muy parecidas. Su vida no era nada agradable, tenía tan "mala suerte" que justo a él le tocaba la caja del supermercado en la que había que hacer una anulación, justo el día que tenía que hacer un trámite, la fila era la más larga del mundo, justo cuando volvía de su trabajo había un accidente y se provocaba un taco. A quién le importa el accidente? el punto es que le "robaba" su tiempo.
El impaciente no puede dejar ir el tiempo sin estar haciendo algo, por eso, mientras espera, tamborilea los dedos, mueve las piernas, se balancea en la silla, tararea una canción,
La impaciencia aísla. la impaciencia angustia, la impaciencia enoja, violenta, acelera. La impaciencia no conoce el AHORA, siempre está proyectando, siempre está un paso más adelante.
El impaciente NO SABE ESPERAR y en esa falta de Presencia en el aquí y el ahora, se despilfarra la vida.
Hace más de 5 años que mi padre toma flores de Bach para su impaciencia. No puede dejar el tratamiento porque ya no aprendió por sí sólo. Pero las flores lo hacen por él. 
"Dame esas gotitas para los tacos", me dice. Porque a él le cambió la vida el día que se "miró desde afuera" y se vio detenido en una gran avenida por 2, 5, 10 minutos. Y los autos no se movían. Entonces, en vez de enojarse, sudar, acelerar su ritmo cardíaco, empezar a planear estrategias (como dejar el auto tirado y seguir caminando), simplemente puso la radio, bajó el vidrio de la ventana, encendió un cigarrillo, no pensó en nada y...esperó. 

«¡Ay Dios! ¡Ay Dios! ¡Voy a llegar tarde!». Por eso era la primera en llegar a la Universidad, incluso, en algunos casos, antes de que abrieran las puertas.
Tomando las flores de Bach comprendí que mi apuro, en vez de hacerme ganar tiempo, me llevaba inevitablemente a retrasar todo lo planificado, porque en mi desesperación chocaba con las paredes, se me caían las cosas de las manos, cerraba las puertas con los dedos adentro. 
Alguien por ahí, un día me dijo "tranquilo que voy apurado". Pero yo aún era incapaz de comprenderlo. 
Incluso tomando ya las esencias para mi impaciencia, un día estaba demasiado apurada haciendo el aseo y tomo, aplicando una fuerza desproporcionada, un frasco de glóbulos de homeopatía de la mesa, para ponerla en su lugar. Era un frasco plástico, que al presionarlo (en vez de tan sólo tomarlo) suelta la tapa y saltan las bolitas por los aires. Mientras las veía, cómo si fuera una imagen en cámara lenta, flotar por todos lados, una parte de mí pensó: voy a perder mucho tiempo recogiendo estas cosas, mejor las barro y ya. Pero otra parte, la que ya comenzaba a aprender la lección, me dijo: siéntate en el suelo y comienza a recogerlas una por una, no queda otra. Y así lo hice. Fue casi un ejercicio de meditación. Me sentí tan relajada haciéndolo. Las fui poniendo nuevamente en el frasco, con una indescriptible sensación de bien-estar, de calma y relajación. 
La Impaciencia es una de las emociones, lo he visto en la consulta, de más lento proceso. Pareciera ser una especie de vicio que siempre nos lleva a una recaída. 
Cada vez que me acelero, recuerdo la imagen de las bolitas flotando mágicamente y mutando el tiempo de una cosa concreta y apremiante, en un único instante, que sólo sucede ahora, al ritmo que nosotros queramos y podamos darle. 


2 comentarios:

  1. Muy buen relato, amigable, y muy cierto. Me siento identificada.
    Gracias por compartir.

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    1. Esa es la idea, llevar la experiencia del trabajo con flores de Bach a las personas que tengan inquietudes con el tema desde la experiencia y no la teoría, desde lo particular a lo general. Gracias por tu comentario.

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