miércoles, 5 de octubre de 2016

"Vivir sin Ansiedad"

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Estoy sola en la casa, acompañada por una ventolera que golpea a la puerta y una lluvia a punto de derramarse sobre los campos.
Apago las luces y los sonidos, y me dejo iluminar por velas y el rojo azulado de la estufa.
Es una noche especial. Porque no tengo sueño. Pero tampoco estoy desvelada. 

Sólo estoy disfrutando de mí misma. Me agrada mi compañía. Me gusta observar y observarme. Me conmueve esta sensación de calma.
Cuando usaba el Tarot, siempre esperaba que "la Templanza" apareciera en mi tirada. Como cuando uno arroja una moneda al aire y ruega: 
"que salga cara, que salga cara" (o "que salga sello"). 
La Templanza era mi imperiosa y escurridiza necesidad.
Y me preguntaba: cómo será vivir sin ansiedad?. 
Es indescriptible el placer que me provoca ver correr las horas y no sentir angustia porque "mañana esto o mañana lo otro".
Es tan sabia la frase "mañana será otro día".
He llegado a la conclusión (no definitiva) que cuando se va la ansiedad, se lleva al ego. 
Me siento tan liviana que creo que si no hiciera tanto frío, saldría a la calle y el viento me elevaría como a un volantín.
Estuve, luego,  conversando con una amiga. Y cuando nos despedimos, me quedé con la sensación de que ella permanecía acá. 
Y es que el afecto es una fuerza muy potente. Yo creo que el afecto es el mejor combustible para esta carcasa a la que le atribuimos una sobre valorada identidad.
Puedo, mientras transcurre la madrugada, convocar a mis afectos y sentirme rodeada de amor, aunque no haya ninguna presencia.
La vida pasa tan rápido que si uno no la aprovecha queriendo y dejándose querer, no le encuentro mucho sentido.
Será verdad que en la naturaleza nada se pierde, sólo se transforma?
En qué se habrán convertido los afectos que se diluyeron en mi pasado?
En qué se convertirán los que desvanezcan de ahora en adelante?
Quiero. Y quiero que me quieran.
Pareciera que no quiero nada más.
Será esta condición una patología?  No. Definitiva y absolutamente, NO.  Es una sana condición humana. 

Cómo es vivir sin ansiedad?

Esta tarde tuve que esperar por mucho tiempo, sentada en un banco de un patio interior, había allí algunos árboles flacos y desnudos  y a unos 3 metros de mí, un muro extenso y blanco, al parecer, pintado con cal. Detrás de él se asomaban árboles gigantes, s
e sentía cacarear muchas gallinas, y un gato a rayas cruzó de lado a lado sobre el muro, como si sus patas se apoyaran en el aire. 
Observando la majestuosidad de los árboles inmensos, noté que cuando venía una brisa, se desprendían las hojas que estaban en su punto exacto de desapego y flotaban más livianas que la fuerza que llevaba el viento.
Me pasé al menos una hora contemplando lo que había a mi alrededor. No esperaba. No pensaba en lo que vendría después, no miraba el reloj, no había más en el mundo que ese árbol y el gato y las gallinas y las hojas que cada cierto rato volvían a desprenderse y caer.
Vivir sin ansiedad es volver a ser contemplativa.
Vivir sin ansiedad, al menos para mí, es volver a tener una mirada poética de la vida. Mi mirada. Mi paz. Mi ritmo interior emergiendo desde mis profundidades y haciéndose amigo, por primera vez, de mi cuerpo.
Cuando uno ha vivido 50 años respirando, comiendo, caminando, trabajando, creando, luchando....viviendo con la ansiedad tomada de nuestra mano... soltarla, es Renacer.

Requínoa, Invierno 2016

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