jueves, 11 de enero de 2018

"Abrirse al Amor"

Hemos puesto sobre la mesa un tema que no se marca de manera habitual en relación a Rock Water, pero que la clínica lo torna esencial: aprender a amarse a uno mismo, portarse bien con uno mismo.
Amarse a uno mismo es, también, aceptar todo aquello pobre, solitario, doloroso, oscuro, desdichado y malogrado que vive dentro de mí y que lo hace ser un trozo mío que rechazo y me avergüenza y que quisiera poder borrar de mi historia y mi existencia. 
Amarse a uno mismo es admitir el vaivén de la oscilación, el desgarrón de la tristeza, el estrépito de la agitación y la presión del descontrol, el vacío  y abandono que, muchas veces, cierran el corazón a la desventura, lo sombrío y necesitado. 
Amarse a uno mismo consiste, además, en no renegar de lo desagradable que forma parte de lo que uno es. Dejar de ser severos con nuestras imperfecciones y fallidos, tolerar los enredos que generamos, historias que embrollamos, relaciones que enmarañamos.
Ser compasivos con nosotros mismos es una actitud necesaria para sanar, evolucionar y seguir adelante. 
Si se carece de esta disposición, la curación se estanca y la infelicidad ocupa los rincones y parajes de nuestra vida. 
Abrirse al amor no sólo consiste en dejar que los otros o algún otro/a entre en nuestro corazón. En esencia, abrirse al amor, consiste en amarse a uno mismo y desde ese lugar, el exceso de amor que llena nuestra alma, se derrame y se comparta. 
Amar la perfección no es amar, sino una traición al amor, una apostasía donde Rock Water se encuentra atrapado. 
Mi querido Fernando Pessoa, escribió las siguientes líneas: 
El alma más perfecta es aquella que no aparece nunca. 
El alma que está hecha con el cuerpo, 
el absoluto cuerpo de las cosas, 
la existencia real en absoluto, sin sombras ni errores, 
la completa y exacta coincidencia de una cosa consigo.

Autor: Eduardo Horacio Grecco

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