Nick quiere tocar la guitarra. Y leer a William Blake.
Nick quiere pasear, componer, hacer poesía. Nick quiere ser feliz y ya no puede.
Nick no quiere hablar, no quiere dar entrevistas, no quiere dar conciertos, no quiere mostrarse de cara al público. Sólo es capaz de soltar sus demonios a través de su música.
Su mundo se va oscureciendo. Nick es internado.
Nick vuelve a casa de sus padres, que lo aman profundamente y van a cuidarlo.
La madrugada del 25 de noviembre de 1974 Nick consume, no se sabe si voluntariamente o por accidente, una sobredosis de antidepresivos.
Nick muere.
La primera vez que escuché un tema de Nick Drake me sentí como si estuviera de paseo por el paisaje más hermoso del mundo. Mi alma se enalteció ante lo sublime. Sentí que lo más esencial de mi ser se sintonizaba con lo más esencial del suyo, y esto nos hermanaba con tantos más, aquellos, los llamados, por una inexplicable razón, a sentir más que el resto.
A las personas"extremadamente sensibles" todo les llega amplificado. Lo hermoso los devasta, porque lo sienten con tanta intensidad que lo resienten con el alma y con el cuerpo.
Esta sensación de sentirse diferentes, vulnerables, en riesgo, les confunde. No saben si algo anda mal en ellos. Y las opiniones de los otros los abruman, sólo pueden escucharlas como críticas, lo que aumenta la sensación de "no ser capaces de hacerlo bien". Esto los lleva a aislarse y es en esta trampa donde se suelen sumergir en sus aguas más profundas sin volver a tener un contacto real con el resto. Es así como -yo imagino- Nick se fue de este mundo, mucho antes de morir, diluido en las notas de alguna canción, horas y horas tocando su guitarra, la única que lo comprendía, lo acogía y le daba algo de paz.
¿Pudo Nick (y tantos otros) haber salido de este hoyo? Categóricamente, SI.
La gran compañera de los extremadamente sensibles generalmente es la tristeza, una emoción irrenunciable ante algunas situaciones de la vida. Necesaria, hasta cierto punto, que después de él suele seducir para mantenernos atrapados y llevarnos a recorrer un peligroso camino: llanto, melancolía, desolación, victimización, autocompasión, encierro, oscuridad y muerte.
¡No! no es este el único camino. Se puede ser feliz sin renunciar a la sensibilidad. Se puede volver de la tristeza. Ir y venir sin salir perjudicado. Se puede llegar al éxtasis de la contemplación y volver. Abrazar la locura y volver. Caer en el profundo hoyo y volver.
Nick vuelve, una y otra vez. Cada vez que alguien se maravilla con sus canciones, lo salva del olvido.
La tristeza es sólo una emoción, no un estilo de vida. Si lo comprendes habrás comenzado el camino de regreso...