martes, 20 de septiembre de 2016

"El Secreto de la Mansión", por Fabiana y Celeste

Presento este cuento escrito por unas gemelas de 10 años (que por una bendición del Universo son mis hijas) para graficar cómo son los niños de estas Nuevas Generaciones. Se aprecia en él la creatividad, la empatía, la adaptación, la conciencia ecológica, la resiliencia, la sensibilidad, la energía amorosa que los mueve, la determinación, la tenacidad, el coraje para enfrentar  los desafíos, la madurez, la preocupación no sólo por el bienestar propio sino de su comunidad, la fuerza interior, las habilidades síquicas e intelectuales, su necesidad de comprender el funcionamiento de su entorno y el amor que los mueve a armonizar la energía que los rodea....
En mi trabajo terapéutico con niños, he visto cómo estas características que traen de "fábrica" se van atrofiando por un mal manejo emocional de parte de su familia y, por supuesto, de un sistema educacional que no se ha adaptado a los nuevos tiempos. 
Las Esencias Florales equilibran emocionalmente al niño, apoyándolo en el difícil proceso de hacerse cargo de sus "diferencias" en un mundo que funciona con energías antiguas. Estos niños están acá para cambiar el obsoleto paradigma y hacer de éste, un Mundo Mejor. 
Aprendamos de ellos...



A Mandy le gustaba correr por el campo y cabalgar por los alrededores de la granja de su padre. Principalmente en primavera, cuando los campos se ponían coloridos porque las flores crecían por todos lados, multicolores, alegrando el paisaje.
Cuando sus padres se separaron, ella se quedó sola con su papá porque no quiso abandonar la granja.
Cuando volvía del colegio ayudaba a su padre en la cosecha y vendiendo los productos que cultivaban, también los huevos que recogía del gallinero cada mañana.
Pero llegó el tiempo en que las cosas comenzaron a cambiar y ya nadie llegaba a comprar porque a las personas no les importaban los productos naturales, sino sólo los de grandes industrias.
Una noche su padre la llamó al patio y mientras quemaban ramitas en una fogata, le dijo que tendrían que abandonar la granja porque no les alcanzaba el dinero para seguir manteniéndola.
Afortunadamente un conocido les compró la granja con todo lo que había adentro, incluso el caballo. Era una buena persona y Mandy se quedó tranquila de que lo iba a cuidar.
Empacaron sus pertenencias más preciadas y las necesarias. Las subieron a su auto y partieron tratando de no sentir pena por lo que quedaba atrás.
Pasaron varios días buscando una casa, hasta que encontraron una vieja mansión en un pueblo que, supuestamente, estaba embrujado.
Estaba a muy buen precio aunque bastante deteriorada.
Como no tenían más alternativas y además estaban cansados de viajar, decidieron quedarse.
Al entrar a la mansión vieron muchos cuadros con retratos de personas.
Había varios candelabros cubiertos de telarañas y polvo, grietas en las paredes y estanterías llenas de libros. Al acercarse a una de ellas, Mandy sintió curiosidad y escogió uno de los libros, el más viejo de todos. Se titulaba “El Tesoro de la Mansión Embrujada”. Lo sopló para quitarle el polvo, lo abrió y comenzó a leer mientras su padre bajaba las cosas del auto, acarreando maletas de acá para allá.
A Mandy le pareció muy interesante lo que leía.
Todos los días, luego de ayudar en los quehaceres a su padre, tomaba el libro de la estantería y se iba al patio donde había un árbol de aspecto terrorífico, sin hojas y de ramas retorcidas que a la luz de la luna daba la sensación de ser un fantasma. Se sentaba apoyada en el tronco del árbol y pasaba largo rato leyendo.
El libro hablaba de una extraña profecía que anunciaba que alguien encontraría un tesoro oculto en una mansión que liberaría a todo un pueblo de un nefasto embrujo de mala suerte.
Mandy cada noche le contaba a su padre lo que leía durante el día.

- Papá, hoy leí que el tesoro estaba oculto en una mansión como ésta –le dijo Mandy a su papá-.

Al cabo de varias semanas Mandy terminó de leer el libro. Pero había algo que le parecía extraño, en la última página decía:
“Si estás leyendo este libro, debes estar en la mansión embrujada. El tesoro está escondido en un lugar que tendrás que encontrar”.
Mandy se quedó pensando en esa frase y cuando iba a devolver el libro a la estantería, los otros libros se deslizaron dejando caer un papel. Trató de tomarlo pero una inusual brisa se lo llevaba flotando por la sala, Mandy lo siguió hasta que logró alcanzarlo y pudo leer que decía:

“Donde la madera cruje, el tesoro ruge…”

Esa noche Mandy se fue a dormir tratando de descifrar el misterio de esas palabras. A la mañana siguiente, ella salió de su cuarto y al ver la escalera de madera entendió el significado de la frase.
Bajó por ella y en el penúltimo escalón un crujido muy sonoro la hizo detener. Bastó con que pasara su mano por el costado de la tabla y ésta se deslizó abriéndose como una puerta. Mandy se asomó y vio ahí una botella que contenía una extraña sustancia. Al abrirla, salió de ella, como si fuera un volcán en erupción, una columna de humo que fue tomando forma y era ni más ni menos que un arcoíris que se extendía por todos lados coloreándolo todo a su paso.
Desde ese día todos en el pueblo comenzaron a tener buena suerte, convirtiéndolo en el mejor lugar para vivir.
Y la vieja mansión y sus alrededores se convirtieron en una hermosa granja donde se producían los mejores frutos del lugar.
Mandy recuperó a su caballo y solía leer libros de aventuras bajo el árbol que ahora estaba lleno de hojas y flores.



Nota: Este cuento obtuvo el primer lugar en la categoría de quinto a séptimo básico del primer Concurso Regional de Cuentos "Hernán del Solar y la Vida Mágica", Organizado por la Red Cultural de la Universidad Gabriela Mistral. Año 2011, Sexta Región de Chile


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