domingo, 23 de julio de 2017

"Aceptar la Vida. Gozar...sin ninguna razón"


Durante tan sólo veinticuatro horas, prueba lo siguiente: aceptación total; suceda lo que suceda. 
Si alguien te insulta, acéptalo, no reacciones y observa lo que ocurre. 
De repente notarás que fluye en tu interior una energía que nunca antes habías notado. Cuanto te sientes débil y alguien te insulta, te molestas y empiezas a pensar de qué manera tomarás venganza; 
esa persona te ha atrapado y, en adelante, no harás otra cosa que darle vueltas y más vueltas. 
Durante días, noches e incluso años, no podrás dormir y tendrás pesadillas. 
Hay gente capaz de desperdiciar toda su vida por una nimiedad insignificante, como que alguien le haya insultado. 
Basta con volver la vista hacia tu pasado para recordar unas cuantas cosas. 
Cuando eras un chiquillo, el maestro te llamó idiota en clase y todavía lo recuerdas con rencor. 
Tu padre dijo algo, pero tus padres lo han olvidado y no logran recordarlo ni aunque tú se lo recuerdes. Tu madre te lanzó determinada mirada y desde entonces te ha acompañado la herida, que sigue abierta, en carne viva, y explotarás con sólo que alguien la roce
No dejes que la herida se extienda, no permitas que te esclavice. 
Busca las raíces; acércate al Todo.
Durante veinticuatro horas –sólo veinticuatro horas– trata de no reaccionar, de no rechazar nada; pase lo que pase. 
Si alguien te empuja y te derriba, ¡cáete! 
Luego levántate y vete a casa. No hagas nada al respecto. 
Si alguien te agrede, inclina la cabeza y acéptalo con gratitud. 
Vete a casa, no hagas nada. 
Aunque sólo sea durante veinticuatro horas, y experimentarás un arrebato de energía que nunca antes habías conocido: 
una nueva vitalidad que surge de las raíces, y una vez que la hayas conocido, una vez que la hayas experimentado, tu vida cambiará. 
Luego te reirás de todas las tonterías que venías haciendo: 
de todos los rencores, reacciones y venganzas con las que te habías estado destruyendo. Nadie puede destruirte salvo tú; nadie puede salvarte excepto tú. 
Eres Judas y Jesús al mismo tiempo...

Osho, el ABC de la Iluminación

Acepta la vida como es. 
Goza, sin ninguna razón.

En una aldea donde vivía Hakuin, 
el gran Maestro Zen, 
llegó un día una muchacha embarazada. 
Su padre la amenazó 
para que confesara el nombre de su amante 
y finalmente, 
para escapar del castigo, 
ella le dijo que había sido Hakuin.
El padre no dijo nada más, 
pero al llegar el momento en que nació la criatura, 
inmediatamente la llevó a Hakuin 
y la arrojó ante él. 
"Parece ser que éste es tu hijo", le dijo, 
y soltó una ola de insultos 
y comentarios despectivos por lo sucedido.
El Maestro Zen sólo dijo: 
"Oh, ¿de veras?" 
y tomó al bebé en sus brazos. 
A partir de entonces,
 a todas partes que iba llevaba a la criatura, 
envuelto en la manga de su andrajosa túnica. 
En los días de lluvia y en las noches de tormenta 
salía a mendigar leche de las casas vecinas. 
Muchos de sus discípulos, 
considerándolo caído,
 le dieron la espalda y lo abandonaron. 
Y Hakuin no pronunció una sola palabra.
Entretanto,
 la madre se dio cuenta que no podía tolerar 
la agonía de estar separada de su hijo. 
Confesó el nombre del padre verdadero 
y su propio padre corrió a Hakuin 
y se postró ante él, 
suplicándole una y otra vez que lo perdonara.
Hakuin solamente dijo: 
"Oh, ¿de veras?"
 y le devolvió la criatura.

Esto es la aceptación. Esto es tathata. Cualquier cosa que traiga la vida está bien, absolutamente bien. 
Esta es la cualidad semejante a la del espejo: nada está bien, nada está mal, todo es divino. Acepta la vida como es. Aceptándola, desaparecen los deseos, desaparecen las tensiones, desaparece el descontento. Aceptándola tal como es, uno comienza a sentir mucho gozo y por ningún motivo en especial.
Cuando la alegría tiene un motivo, no durará mucho. Cuando la alegría no tiene motivo alguno, durará para siempre.
Zen: El Camino de la Paradoja 
Vol. 3, pp. 175-176

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