sábado, 31 de diciembre de 2016

De Flor y de Flores, Alejandro Filio y Silvina Garré





De flor tenía 
La sombra sobre la camisa 
Pintada de flor la sonrisa 
Girando de flor desde el centro 
Brillando de fuera hacia adentro 

De flor un día 
Con pétalo hizo su reino 
Con flor sobre flor hasta el cielo 
Y se lo llevó tallo adentro 
Bordando de flor el contento 

Dicen que las flores 
Son las armas nobles 
Que jamás procuran la batalla 
Pero cuando giran algo pasa 
Pueden mutilar con un solo giro 
Si algo se interpone en su camino. 

De flor la suerte 
Llegó a su jardín una guerra 
Y así despertó de la tierra 
La rabia de la flor al combate 
Girando su flor por delante. 

Y fue la historia 
Narrada por flores silvestres 
Que vino a la flor una peste 
La que aniquiló tanto sueño 
De flor y de flores su empeño.


Desde el Atardecer del 2016 al Amanecer del 2017


miércoles, 14 de diciembre de 2016

Consejo de Belleza


Recuerdo que cuando tenía unos 12 años, puede haber sido antes, llegaron a Chile los productos Avon, que, además, cambiaron el concepto de las compras y nos hicieron sentir "modernos" (hay que recordar que por esos años la televisión en nuestro país era en blanco y negro) y que las puertas automáticas sólo aparecían en las películas.
La revista recorría la sala de clases y mis compañeras se anotaban para recibir "el último grito de la moda" en productos cosméticos.
A pesar de ser muy niña, me llamaba la atención un producto en especial: el "removedor de cutículas", que era un tubo pequeño que terminaba en punta y contenía una crema. Uno debía poner esa crema sobre de las cutículas, esperar un tiempo determinado y, luego, con una especie de espátula que estaba en la mencionada punta, "barrer" las cutículas hacia atrás.
Simplemente no comprendía cómo las mujeres se gastaban el dinero en algo así.
Todo esto está también muy ligado al concepto de la moda del vestuario, que no es más que la manipulación de una industria que necesita marcar nuevas tendencias para que las personas vacíen temporada a temporada sus armarios y volver a llenarlos con lo que ellos dictan como correcto.
Nada de esto es muy novedoso, pero cabe señalarlo como parte del concepto social y cultural de "belleza",
Me convertía lentamente en mujer y el asunto de la belleza se volvía el punto número 1 en mi lista de prioridades.
Recuerdo que cerca de mi colegio había una tienda que tenía un gran escaparate donde se podían observar libros abiertos. Yo pasaba frecuentemente a ver uno especial para adolescentes, abierto en la página con el artículo "Los 10 secretos para verte bella": limpieza de cutis, cuidados del cabello, tipos de cremas para el rostro, cómo depilar las cejas según las tendencias de la moda, etc.
Han pasado 40 años y tanta agua bajo el puente que mil veces esa agua se ha convertido en lluvia y ha vuelto a pasar....
En mi quehacer terapéutico he ido aprendiendo mucho más que en mi propia experiencia de vida y que en los libros (y las revistas de belleza).
Lamentablemente, he visto mucha "fealdad":
amargura, desesperanza, angustia extrema, soledad, rabia, intolerancia, terror, incertidumbre, carencia afectiva, inestabilidad emocional, tristeza, sometimiento, desvalorización, desamor, agotamiento, dolor.
Y por qué llamo  "fealdad" a estas emociones? Porque todas ellas se reflejan en nuestro rostro, en nuestra corporalidad, en nuestra actitud frente a la vida, como lo opuesto a la belleza.
Es muy sencillo reconocer en el rostro de una persona la emoción preponderante. Es así como la tipología "Gorse" se presenta en rostros pálidos (como si nunca se expusieran al sol), ojeras marcadas e inexpresión. O la persona "Holly" mantiene el entrecejo ceñido, formando profundo surcos, y los labios tensos y las mandíbulas apretadas. O "Agrimony", que al enfrentar temas complejos, sonríe con las boca mientras las lágrimas libran una feroz batalla por mantenerse aferradas como sea a las cornisas de los ojos..
Lo que es adentro, es afuera. Y si escondemos lo que sentimos, actuando un personaje o callando, tarde o temprano se manifiesta en nuestro cuerpo, como enfermedad y/o como "fealdad".
Ciertamente la belleza es un concepto subjetivo. Y por qué no decirlo, todas (y tal vez todos) queremos ser bellas.
Y si probáramos cambiar las cremas y el maquillaje  por intentar sanar nuestras emociones? No quiero que se malentienda, esto es sentido figurado. Por cierto que no hay que despreocuparse. Digamos entonces: Y si probáramos sumar a las cremas, el maquillaje, la ropa de marca, los accesorios de temporada, etc. la sanación de nuestras heridas?
Se me viene a la memoria el caso de una paciente que llegó a la consulta por sucesivos intentos de suicidio. Era una mujer triste, cansina, apagada, de voz baja, hombros caídos, pelo opaco, ropa desgastada, caminar lento, largas pausas entre palabra y palabra, mirada perdida y ningún testimonio que hiciera pensar que alguna vez había sonreído.
No contaré su caso porque no tiene que ver con el tema que ahora trato, pero a la vuelta de unos seis meses de terapia, habíamos llegado al final del camino. Le advertí que ya estaba sanada de lo que la había llevado hasta mi consulta pero que quería darle una última hora para despedirnos y contarle cómo había llegado la primera vez (las flores tienen una característica muy especial: con la toma de ellas, las personas olvidan cómo se sentían cuando empezaron).
Cuando llegó el día, se abre la puerta y aparece "otra mujer": Hermosa!!!! traía un vestido blanco, precioso, femenino, con bordados, caminaba erguida, sonreía en todo momento, su pelo brillaba, su voz sonaba fuerte y clara, y representaba al menos 20 años menos que el día que la conocí. Eso es la belleza en una mujer (lamento mucho no haber mirado sus cutículas, no se me ocurrió).
Aprendí de un gran maestro que la sonrisa es el mejor secreto de Belleza. No sólo sonreír cuando hay motivos....SONREIR SIEMPRE.
Fíjate, cuando sonríes, la musculatura de la cara hace que los ojos se abran más de lo común y entra una gran cantidad de luz, entonces todo se ve más brillante y los colores se intensifican.
Haz otro ejercicio: adopta la actitud, corporal y facial de estar muy, pero muy triste. Quédate así por un rato y de pronto....sonríe!. Verás que automáticamente el cuerpo entero comienza a tomar otra posición.
No importa la edad, no importa el sexo, no importan las modas, el maquillaje, el peso, ni el tamaño, la Belleza en una persona está en ser y hacer lo que realmente quiere de su vida, Arriesgar, jugar, amar, soñar, tolerar, flexibilizar, relajarse, no esperar, no juzgar ni juzgarse, no guardar rencores, dejar ir....no exigirte ser quien no eres y no permitir que otros te lo impongan.
Cuando tus emociones estén sanadas, todo en ti será testigo. Entonces no podrás evitar sonreír y te sentirás más bella y más bello que nunca.


martes, 13 de diciembre de 2016

El sufrimiento: punto de encuentro entre las Flores de Bach y la psicología budista


Como terapeuta floral y practicante budista no dejan de sorprenderme, cada día, las similitudes entre la terapia floral y la filosofía budista. 
En mi opinión, esta última, abordada desde su vertiente terapéutica, es complementaria a la terapia floral. Ambas tienen la misma base: el sufrimiento inherente a la existencia humana; no es posible vivir sin afrontar día a día este hecho. 
El Dr. Bach nos dice: 
"Lo importante es el ser que sufre". 
En el budismo se explica la necesidad de reconocer el sufrimiento, de darnos cuenta de sus causas, pero también de reconocer nuestro potencial de sanación y de encontrar la manera de dejar de sufrir.
Lama Yeshe explica en su libro "Sé tu propio terapeuta" lo siguiente: 
"La psicología budista describe seis emociones básicas que causan frustración en la mente humana y perturban su paz, agitándola: 

  • la ignorancia
  • el deseo
  • el enfado
  • el orgullo
  • la duda engañosa 
  • los conceptos distorsionados 

Estas son actitudes mentales y no fenómenos externos. El budismo subraya que para eliminar estos engaños, que son la raíz de todo sufrimiento, no bastará con la fe, ya que hay que comprender su naturaleza. Si no investigas tu propia mente, con un sabio conocimiento introspectivo, nunca verás lo que hay en ella". 
El deseo es sufrimiento. Obtener objetos materiales, reconocimiento, alabanzas, en definitiva, desear aquello que nos da placer, no es en sí negativo. 
Cuando obtenemos lo que queremos, nos satisface, pero esa satisfacción es momentánea, no dura más que un instante. 
Por ejemplo, comemos un trocito de chocolate y nos gusta, pero luego queremos otro poco y otro más, nos aferramos a la sensación agradable que produce y, si seguimos y nos comemos una tableta de chocolate, probablemente tendremos una indigestión y lo que nos daba placer acaba en dolor de estómago. Es decir, obtenemos placer, no deseamos que termine y nos aferramos a él. 
Aquí es donde está el principal problema, en el apego al deseo, el aferramiento que nos genera frustración y un gran sufrimiento. Aprender que no hay nada permanente y que ese instante es sólo eso, un instante, es quizás una de las lecciones más importantes de esta vida. 
El enfado es el paso siguiente y sería la otra cara de la moneda del deseo, es decir, la aversión. Cuando no obtenemos aquello que deseamos sentimos frustración y surge el enfado con todo su poder. 
Cuando no se cumplen nuestras expectativas, es decir, cuando los demás no reaccionan como esperamos, nos critican, no piensan como nosotros, nos rechazan o sencillamente no nos ven, nos sentimos ofendidos, atacados, discriminados, juzgados, etc.; nuestro ego se siente herido. En ese momento podemos incluso llegar a odiar a nuestro amigo que se ha convertido en enemigo.
La ignorancia no se refiere a un no saber. La ignorancia básica es la creencia de que somos yo. Y creemos en ese yo como una entidad separada de los demás. Esto nos hace permanecer constantemente en el error de que esto les pasa a los demás, aquello no es mi asunto, incluso podemos llegar a sentir que es otro el que se muere o el que se enferma. Esa creencia nos hace permanecer en una gran mentira. Todo y todos estamos vinculados, no hay nada separado. Existe una total interdependencia. En nuestro día a día no hay nada que no venga dado por el esfuerzo, trabajo y sufrimiento de los demás. De hecho uno mismo no habría venido al mundo sin la cooperación de dos seres  humanos. Esto nos lleva a la responsabilidad. Es decir, todo lo que pensamos, decimos y hacemos repercute en otros seres, en una cadena de interdependencia total. 
Si aprendemos a ser conscientes de ello, a ser responsables y a no ver al otro como enemigo podremos empezar a cambiar nuestra realidad y la de nuestro entorno. Esa ignorancia básica sólo se puede erradicar a través de la sabiduría. 
El orgullo es el envanecimiento. Si uno mira desde arriba no puede ver lo que realmente hay abajo ya que su visión estará distorsionada por la distancia. Esa distancia impide el aprendizaje. No puedes ver al otro desde arriba, sino situándote a su lado. El orgullo es un no reconocimiento de esa total interdependencia. Todos dependemos los unos de los otros. Por lo que respecta a la duda, es la confusión, y cuando uno está confuso no se puede ver ni a sí mismo. 
Tanto la duda como los conceptos erróneos en el budismo, nos impiden el reconocimiento de que existe el sufrimiento, de las causas u origen del sufrimiento, la posibilidad de acabar con él y del camino para conseguirlo. 
Este tema sería muy amplio para poderlo desarrollar sólo en unas líneas. Estas emociones descritas anteriormente perturban nuestra mente humana y crean gran dolor y sufrimiento. 
En la filosofía budista la herramienta básica para acercarnos a nuestro sufrimiento, provocado por dichas emociones aflictivas, es la reflexión y la meditación o contemplación. Es decir, primero mediante la reflexión sobre lo que nos sucede en nuestra vida diaria y porqué, nos damos cuenta de que las cosas no están fuera de nosotros mismos, sino que todo empieza en nuestro interior.
Segundo, la meditación nos muestra cómo los pensamientos, emociones aflictivas, percepciones, etc., nos invaden constantemente. La atención es la herramienta fundamental que debemos utilizar para ver, como si de una película se tratara, todo lo que sucede en nuestra mente. Así aprendemos a dejar pasar y a no atraparnos a dichas emociones y sentimientos. Nos demuestra la poca consistencia de éstos y cómo, igual que cambiamos de gusto de un año a otro, de una moda a otra, podemos transformar nuestra mente, adiestrándonos en el arte de no darle a la bola, o sea, a no perseguir, a no darle importancia a todo lo que pasa por nuestra mente, porque es tan efímero como un suspiro, a ver que es totalmente inconsistente. 
Es decir, practicando la atención consciente podremos llegar a tener la experiencia de que realmente las emociones aflictivas las generamos en nuestro interior, debido a nuestro apego, aversión e ignorancia (refiriéndose aquí a lo contrario de la sabiduría). 
La meditación pues, nos ayuda a observar todo aquello que surge en nuestra mente, practicando la atención y desarrollando, poco a poco, la calma mental. 
Como vemos, sólo este acercamiento ya nos hace pensar en unas determinadas flores que nos ayudarán en la introspección o autoconocimiento, con sabiduría y buen hacer, para acercarnos a nuestro sufrimiento y a sus causas. 
En este punto podemos decir que las flores nos ayudan a reflexionar y a ese darnos cuenta (AGRIMONY y CHESTNUT BUD); a ser conscientes de emociones como el miedo (MIMULUS, ASPEN, etc.); la ira o el resentimiento (HOLLY y WILLOW), o a ver como éstas surgen de actitudes como la impaciencia (IMPATIENS); el rechazo (BEECH), o la intolerancia (VERVAIN) entre otras. Cuando aparece la duda o la confusión podemos centrarnos con CERATO o SCLERANTHUS. 
CHICORY nos ayudará a soltar, a no generar expectativas, a ir liberándonos del egoísmo. Los remedios florales en el momento de meditar nos ayudan en el proceso de la atención, en el caso de los pensamientos obsesivos, descontrolados, (WHITE CHESTNUT y CHERRY PLUM). El perfeccionismo, la rigidez o incluso el automachaque los podemos trabajar con ELM, ROCK WATER o PINE entre otras. 
La meditación nos ayuda, junto con las flores, a ser conscientes de lo que estamos viviendo y a ponernos manos a la obra en nuestro propio proceso de transformación. No sólo para aliviar nuestro sufrimiento, sino para no generárselo a los demás. 
Como sigue diciendo Lama Yeshe:
"En el budismo no estamos especialmente interesados en la búsqueda del puro conocimiento intelectual. Nos interesa mucho más comprender lo que está sucediendo aquí y ahora, comprender nuestras experiencias actuales, lo que somos en este mismo momento, nuestra naturaleza fundamental. Queremos saber cómo hallar satisfacción, cómo encontrar felicidad y alegría, en lugar de depresión y sufrimiento, cómo eliminar el sentimiento de que nuestra naturaleza es totalmente negativa.
... Tus emociones constantemente variables son como nubes en el cielo; más allá, la naturaleza verdadera y básica del ser humano es clara y pura". 
El Doctor Bach dijo en el año 1931 (conferencia en Southport en febrero de 1931) a un auditorio de médicos homeópatas:
"Pensar que el alivio puede lograrse mediante el pago en oro o en plata debe ser desterrado para siempre. La salud, al igual que la vida, es de origen divino, y sólo puede obtenerse por medios divinos. El dinero, los lujos, los viajes, pueden parecer exteriormente capaces de comprarnos una mejoría en nuestro estado físico, pero jamás podrán proporcionarnos una verdadera salud. El paciente del mañana deberá comprender que, aunque pueda obtener consejo y ayuda de un hermano mayor que lo asista en su esfuerzo, él y solamente él puede lograr el alivio de sus sufrimientos". 
Y continúa: Probablemente, la lección más grande de nuestras vidas sea aprender a ser libres; libres de las circunstancias, de nuestro entorno, de otras personalidades, y, por sobre todas las cosas, libres de nosotros mismos, ya que hasta que no lo seamos, seremos incapaces de brindarnos abiertamente y de servir a nuestros semejantes. 
Salvando las diferencias de religión y cultura ambos, Lama Yeshe y el Dr. Bach comparten esa necesidad de aliviar el sufrimiento del ser humano. No hay nadie que quiera sufrir, ni seres humanos ni animales; nadie que pudiera elegir optaría por el sufrimiento libremente. Constantemente estamos creando nuestra realidad, creyendo y alimentando percepciones erróneas que nos perturban y nos hacen vivir en el sufrimiento sin ver otra salida. Todos los seres buscamos la felicidad o simplemente estar bien y, terapias como la meditación o las flores de Bach, nos pueden ayudar conjuntamente o por separado, a acercarnos al por qué y a lo que es quizás más importante, a encontrar un camino hacia esa libertad tan anhelada. 

Autor: Cristina Blanch 
cblanch7@yahoo.es
 

Esencias Florales:¿ vibración o química?


Aún hoy, en plena era de la física cuántica, los terapeutas florales estamos influidos de forma mayúscula por los conceptos de la “vieja” física newtoniana, e incluso por la química. Sin darnos cuenta en nuestra práctica terapéutica diaria aplicamos, según mi parecer, razonamientos erróneos desde el punto de vista vibracional. Veamos algunos ejemplos de ellos:
1.- Frascos topacio, azules, o....
Nunca entendí del todo porqué los frascos cuentagotas en los que preparamos las fórmulas florales eran de color marrón (topacio les llaman). Al preguntar, un viejo concepto de la química acudía al rescate para aportar una respuesta. Debíamos proteger a toda costa el preparado floral de la luz, porque la luz podría oxidar o descomponer la mezcla.
Claro, eso era cierto para determinadas sustancias fotosensibles, pero ¿lo sería para el agua, para el brandy o para las flores?
¿Qué puede pasar a un preparado floral atravesado por la luz? No lo sabemos a ciencia cierta pero tratamos nuestros frascos de esencias como si fueran compuestos químicos, cuando todos sabemos que se trata de productos energéticos, informativos. No olvidemos además que buena parte de las esencias florales se 
preparan gracias a la luz solar. Si es así, ¿por qué siempre usamos frascos topacio? ¿Qué puede pasar al usar este tipo de frascos?
La luz atravesará el frasco y se verá forzada a variar su vibración, pasando de la vibración del blanco al marrón, con una frecuencia menor. Esta frecuencia de la luz se almacenará en el agua, que como sabemos es una gran receptora de información. Esta frecuencia disminuirá la frecuencia de la vibración del preparado floral. El color marrón está vinculado a la Tierra, a lo denso. Debemos preguntarnos si esta frecuencia es la adecuada para mantener una máxima vibración y calidad en nuestras esencias florales.
Recordemos que los stocks suelen estar almacenados en lugares oscuros, pero los preparados florales, en cambio, suelen dejarse en lugares visibles para no olvidarse de las tomas, estando muchas horas al día expuestos a la luz.
Veamos ahora el frasco azul, muy en boga entre los elaboradores florales, que han ido desechando progresivamente los frascos topacio.
La frecuencia energética del azul es mayor que la marrón, siendo mejor para el preparado floral o para el almacenamiento de los frascos de stock. Aún así, si lo contemplamos desde los conocimientos que nos ofrece la cromoterapia, entenderemos que una más alta vibración no es mejor en todos los casos. Imaginaa que tienes en consulta una persona muy Yin, sensible, con muchos miedos y baja autoestima. Debemos fortalecer su Yang y le administramos MIMULUS, LARCH y CENTAURY para conseguirlo. Ah, pero le damos la mezcla en un frasco azul. El azul aporta Yin, relaja, sensibiliza, enfría. Lo que le aportamos por un lado, se lo restamos por el otro. 
No quiero engañarlos. No puedo cuantificar la importancia de 
estas afirmaciones más allá de mis razonamientos como geocromoterapeuta acostumbrado a trabajar con el color. Quizás el efecto del color del frasco en el preparado floral sea ínfimo. Aún así debemos tender a la excelencia y cuestionarnos nuestra forma de comprender las esencias florales, recordando una y otra vez que a pesar de tener un vehículo físico-químico (el agua y el conservante), no se trata de elementos químicos y no funcionan como tales.
¿Qué frasco usar? ¿Cuál será el mejor de los frascos? Aquel que no modifique la energía y frecuencia del preparado floral en ningún sentido. Ni reduciendo, ni ampliando, ni modificando vibraciones. El frasco ganador es: el transparente.  Lo vengo usando hace casi 2 años y a medida que voy terminando los frascos para stocks  (azules) los voy sustituyendo por frascos transparentes. Las tinturas ma
dre desde siempre las he almacenado en este tipo de frascos. No son frascos tan fáciles de conseguir, pero se pueden encontrar. Tampoco son más económicos (a pesar de ser cristal sin teñir) pues tienen una menor demanda por parte de la industria química y farmacéutica.
¿Y el Sol qué? Una pequeña recomendación que sí he podido constatar es que si exponemos el preparado de esencias al sol directo durante mucho tiempo estas pierden gran parte de su efectividad. Al igual que si se recalienta demasiado la botella (dejarla en el coche en verano varias horas). Entonces no creo que importen los colores del frasco, aunque mis constataciones se basan en botellas topacio.  
2.- La vecindad de las botellitas de Stock
De forma repetida he escuchado de la importancia de evitar el contacto directo entre las botellitas de stock almacenadas. Se pierde la energía, dicen algunos. Se estropean, dicen otros. Interfieren entre sí. Y para evitar esta interacción se coloca entre ellas un cartoncillo de un milímetro o dos. Estamos salvados, el cartón atajó las tremendas radiaciones de la botella. Tenemos stocks para siempre.
¿A qué distancia llega la energía e información de las esencias florales? ¿Un milímetro, un centímetro, un metro, más? ¿Qué propiedades excelentes tie
ne el cartoncillo? ¿Por qué no se usa para aislar las centrales nucleares? Bromas aparte, seguimos con la vieja física para acotar y valorar la nueva medicina y sin dudarlo las esencias florales son nueva medicina, informativa y energética, como ya decíamos anteriormente.
Los fenómenos contemplados por la física newtoniana, como la gravedad, por ejemplo, nos dicen que los efectos se pierden a mayor distancia de los cuerpos y se incrementan al acercarse éstos. Las esencias florales no funcionan de esta manera.  
Existen numerosos estudios de física cuántica que afirman que la distancia es menos importante de lo que creíamos 
para la expresión de determinada función. El Reiki a distancia, el Ho’oponopono y muchas otras técnicas energéticas confirman a diario estos supuestos.
Además, si la interacción por contacto directo entre esencias alterara sus funciones, ¿Qué pasaría cuando preparamos las mezclas florales, en las que las esencias están en contacto directísimo durante muchos días?
3.- ¿Cuántas gotas les pongo?
Es una de las eternas preguntas de la mayoría de cursos de iniciación. ¿Cuántas gotas de stock deben ponerse en el preparado floral? 3 para los frascos de 30 ml o 6 para los de 60 ml. El rescate, el doble. Es una respuesta también habitual.
¿Tiene realmente importancia el número de gotas? De hecho la información que lleva una gota de esencia es la misma que llevarán dos gotas, tres o seis. No estamos tratando con un producto químico en el que se incrementa el efecto a medida que aumentamos las dosis. Las dosis no son la cantidad de esencia, sino la frecuencia en que la mezcla entra en nuestro sistema orgánicoenergético
En tiempos de crisis puede ser importante explorar el número mínimo de gotas que surten efecto. Seguramente descubriremos que no importa, que el mínimo es una. Pero para asegurarnos le echamos unas más, por si acaso (a mi me sucede todavía). Este por si acaso, tiene sus fundamentos en los conceptos químicos, como no. Más cantidad, más efecto. Lo contrario, por ejemplo, que en los remedios homeopáticos. 
No todo es tan sencillo. También la conciencia de quién prepara las flores es importante, si siente afinidad por un número determinado (la numerología nos dice que cada número tiene un significado específico), la intención y la fuerza del número podrían amplificar la potencia del preparado. Otra afirmación difícil de establecer y confirmar. Aún así la someto a vuestra atención.
En mi caso preparo los stock a partir de las tinturas madre añadiendo tantas gotas como pétalos tiene la flor de la que se preparó la esencia, pues el número sí es importante, pero no por la cantidad del mismo, sino por la cualidad que representa.

Autor: 
 Jordi Cañellas, biólogo, especializado en botánica y ecología, naturópata, terapeuta floral de la escuela del Dr. Orozco. Autor, además, de diversos libros sobre Terapia Floral.

lunes, 12 de diciembre de 2016

No es No!!!. Para que nunca más te fuercen, a nada!!!




Hace seis años leí el libro ‘La estrella más brillante’, de Marian Keyes. La protagonista es víctima de una de esas violaciones donde en ningún momento suena un “no”.
- ‘Me están violando. Esto es lo que se siente cuando te violan’.
Por primera vez desde que la llevó a la habitación, David habló: “¿Te gusta?”
Maeve, la protagonista, lo miró en silencio, luego experimentó una sensación muy extraña. Sintió que abandonaba su cuerpo, que salía, girando en espiral, por la coronilla. Permaneció fuera de su cuerpo, a la espera de que David terminara. Se veía en el suelo, rígida, con los ojos fuertemente cerrados, las lágrimas asomando bajo los párpados. Él embistiendo, empujando, tendido sobre ella y, lo más extraño de todo, susurrando palabras de amor: “Eres preciosa”, “te quiero”, “me hiciste mucho daño”. 
Parecía que no fuera a terminar nunca. Después de una eternidad, David se corrió y eyaculó dentro de ella. “Embarazo”, pensó Maeve. “Clamidia”, pensó.
En aquel momento, recuerdo, cerré el libro furiosa.
NO. No acaba de pasar. Marian Keyes me tenía acostumbrada a que leerla era sinónimo de reír, de pasarlo bien. ¿A qué venía esto? Mi pregunta no era por qué narraba una violación, sino una violación así. ¿Por qué no ha hecho que Maeve se revuelva? ¿Qué es eso de salir de tu cuerpo? ¿Por qué Maeve no gritó ni forcejeó?
Para mí no había explicación a eso. Hace seis años yo no entendía que una mujer pudiera pasar por algo así. Y, sin embargo, hoy no puedo dejar de relacionarlo con experiencias que había hablado con mis amigas, que les había pasado a ellas y que me habían pasado a mí. Experiencias similares, donde un hombre con el que sales te obliga sin inmovilizarte físicamente, a tener relaciones sexuales.
Ese tipo de sexo donde él no te fuerza, no te paraliza con sus manos, no hace “nada”. Tan sólo te castiga psicológicamente hasta que cedes: y cedes porque sabes que es así como cesarán sus silencios y enfados sin palabras. Porque lleva la cuenta de los días que hace que no tienen relaciones. Y te lo dice. “Hace una semana y media que no hacemos el amor” o “¿Hoy tampoco?”, o frases hechas desde la hostilidad más sutil que puedas imaginar: “¿Estás cansada? No te preocupes, amor, tú tiéndete y yo lo hago todo”. Y tú, que eres una adolescente que no sabe una mierda aún (y podrías haber envejecido sin llegar a entenderlo, como muchas otras), te culpas de su desesperación. ¿Por qué me niego sistemáticamente a acostarme con mi novio? ¿Acaso no lo quiero ya? ¿Por qué le hago esto?.
Y te tiendes, no estás cansada, es mentira, pero hasta tú te lo crees de tantas veces que lo has repetido. Porque, la verdad, es que no sabes por qué no quieres acostarte con él, pero necesitas un por qué, porque te lo están reclamando constantemente. Y ese por qué también lo necesitas tú. Y te castigas: “Me pasa algo con el sexo, tendré algún trauma que no sé identificar”. Y te quitas la ropa interior.

Y, sin embargo, yo no entendía a Maeve. Sólo porque ella lloraba. Y yo y mis amigas, no. Porque ella hablaba de “me están violando” y nosotras de “lo hago sin ganas para que me deje tranquila”.
Maeve ponía las palabras adecuadas, nosotras lo disfrazábamos.
Poner las palabras correctas a nuestras experiencias hace que se vuelvan palpables, que duelan más. Y al hacerlo cobran vida situaciones que siempre estuvieron ahí: el elefante en el salón que antes no veías, ahora no te deja respirar. Pero tomar conciencia de tu pasado gracias a lo que has aprendido en el presente, (re)nombrando todo aquello que viviste por su verdadero nombre, no sólo te ayuda a comprender por qué pasaste por aquellas experiencias, sino que te dará herramientas para evitarlas en el futuro. 
Esas herramientas y esa conciencia te ayudan a entender que tú no tenías ningún trauma, ni culpas (y que si tus ganas se fueron fue porque él se las llevó con su insistencia y sus agresiones), te harán ver que tú sólo eras una mujer siendo forzada, sin empujones,por quien decía quererte.
Y eso, como a Maeve, te armará en el futuro para poner tierra y tiempo de por medio entre tú y tu agresor, a no callar y asentir cuando una amiga te cuente que su novio se enfada o se pone tenso cuando no tienen sexo. Y, sobre todo, te dará las razones y la fuerza para no seguir con él, y para dejar de preguntarte qué es lo que te pasa a ti con el sexo, que nunca tienes ganas.

Fuente: http://laciudaddelasdiosas.blogspot.cl/2016/12/el-no-mudo.html

domingo, 11 de diciembre de 2016

Juega con tus Emociones y sus matices. Ellas se pueden volver muy amigables. Prueba con las Flores de Bach y verás!


Adaptación Inadaptada: el Homo sapiens actual consiste en un cerebro del paleolítico viviendo bajo las normas socioculturales del Siglo XXI



“En el siglo XX no existe otro tipo de cambio que el cambio rápido, según la evolución, el ritmo de los cambios del mundo estaba determinado por periodos glaciares, con el modernismo todo estaba cambiando a la vez y de manera fundamental, de la noche a la mañana”. P. Watson.

El motivo por el cual el sistema nervioso central (SNC) ha ido aumentando en tamaño y complejidad a lo largo del árbol filogenético[1] es porque un cerebro más eficiente aumenta las posibilidades de éxito en la supervivencia y la reproducción.
Frente a esta afirmación no deja de ser paradójico que al observar ciertos trastornos que aquejan al SNC (Estrés, Obesidad, Fobias, etc) tengamos la rara y extraña sensación que estamos “durmiendo con el enemigo”. O sea que ciertos sistemas funcionales neuronales que deberían aumentar nuestras posibilidades de supervivencia en realidad la están disminuyendo.
Para analizar esta paradoja es necesaria una “mirada” evolutiva que nos permita comprender que nuestro Cerebro estaba brillantemente adaptado a su ambiente ancestral, o sea al paleolítico. Por lo tanto el homo sapiens actual consiste en un cerebro del paleolítico viviendo bajo las normas socioculturales del Siglo XXI. Y esto no deja de ser un “cocktail explosivo”.
Como ejemplo podemos citar a Roland Barthes que solía decir que “en Francia es natural ser católico, estar casado y haber presentado una tesis”. Barthes era protestante, homosexual y (a pesar de ser uno de los creadores de la Semiótica) nunca había presentado una tesis de doctorado. Barthes hacía esta afirmación para mostrar que lo que en general consideramos natural son solamente normas impuestas por la sociedad y la cultura. No es natural ir por la vida en ropa interior, orinar en el baño o comer con tenedor y cuchillo.
Así podemos considerar que ciertas patologías son en realidad el resultado de la falta de correspondencia entre el ambiente original de adaptación y el medio social actual.

Consideremos un ejemplo clásico como lo son todos los trastornos asociados al estrés:

La respuesta de estrés era altamente adaptativa para los homo sapiens del paleolítico ya que al inhibir ciertos repertorios de conductas (dormir, comer, deseos sexuales, etc.) y al activar ciertas respuestas homeostáticas (hipertensión arterial, taquicardia, hiperglucemia, etc.) mejoraba sus posibilidades de supervivencia (como por ejemplo enfrentarse a un predador) y, como en esta época no existían aún los impuestos, los jefes, los políticos, las obligaciones “tribales” y familiares, etc., las situaciones que justificaban una respuesta de estrés eran de corta duración y baja frecuencia.
Ahora bien, observémonos a nosotros mismos, ciudadanos del siglo XXI y sobrevivientes del “siglo de la crisis perpetua” como define Peter Watson al siglo XX. El estrés, a través de ciertos cambios socio-culturales (estado, tribu, familia, trabajo) y de ciertos “avances” tecnológicos (celular, computadora, teléfono, etc.) se ha convertido de una respuesta “discreta” en una descarga continua y crónica que nos impide comer, dormir y tener deseos sexuales; y que nos genera infartos y otras “bondades”. Resumiendo, el estrés ha sufrido una “metamorfosis” funcional: 
De aumentar la supervivencia ha pasado a disminuirla.
Analicemos ahora la relación existente entre el peso corporal, el sistema de búsqueda y recompensa y el sistema neuroentérico. Se considera en la actualidad que el homo sapiens se inició como un recolector (tarea fundamentalmente femenina que consistía en recoger frutos, verduras y pequeños mamíferos) y como un carroñero (perdón si con esta afirmación hiero el orgullo del lector pero la antropología moderna nos aleja del estereotipo del homo sapiens como un valiente y intrépido cazador. Esta fue una conducta más tardía cuando mejoraron los instrumentos y las tácticas de caza grupal).
El sistema neurorentérico (un recientemente independizado de los sistemas simpático y parasimpático) es, entre otras funciones, el encargado de regular la eficiencia de la ganancia y pérdida de calorías.
Cuando el Homo Sapiens envejece (y por lo tanto disminuye su capacidad de buscar y traer carroña) o cuando pasa por épocas de escasez alimenticia el sistema neuroentérico, como conducta adaptativa para aumentar las posibilidades de supervivencia, incrementa la eficiencia en la ganancia de calorías y disminuye la eficiencia en su pérdida.
Por otra parte cuando el homo sapiens encontraba grandes cantidades de comida, al no existir en el paleolítico heladeras u otros medios de conservar alimentos, el sistema de búsqueda y recompensa facilitaba la ingestión de grandes cantidades de alimentos a pesar de que las señales homeostáticas le hacían saber al hipotálamo que ya se habían ingerido suficientes “commodities”.
Consideremos ahora a un homo sapienes del siglo de los hipermercados que desea bajar de peso. Probablemente, debido a que su trabajo le imponga un modo sedentario de vida, elija una dieta basada en una severa restricción alimenticia.
Su sistema neuroentérico “palelolítico” interpretará que se está pasando por un período de escasez y por lo tanto aumentará su eficiencia dificultando la pérdida de peso.
Es un comentario habitual que luego de varias dietas o con el paso de los años cada vez es más difícil perder peso y es cada vez más fácil ganarlo.
Para dificultar aún más la situación cuando este homo sapienes hambriento por su dieta se encuentre con un paquete de galletitas u otra “hiper” fuente de glúcidos y/o lípidos observará azorado como su mano adquiere vida propia y va y viene del paquete hacia su cavidad oral sin detenerse hasta que el paquete esté vacío (una “cortesía” del sistema de búsqueda dopaminérgico).
Para concluir observemos algunas causas frecuentes de fobias como el miedo a las alturas y a los espacios abiertos. Si analizamos estos miedos en relación al paleolítico veremos que en realidad aumentaban las posibilidades de supervivencia en el ambiente ancestral.
El homo sapiens abandonó las selvas y se dirigió hacia la sabana africana porque su capacidad de trepar (y por ende de conseguir alimentos) era muy inferior a la de los grandes primates. Por esta pobre capacidad de trepar es adaptativo tener miedo a las alturas ya que evita las posibilidades de traumatismos por caídas.
Nuestros ancestros medían 1,50 metros y pesaban unos escasos 40 – 50 kg. Si se atrevían a pasearse por los espacios abiertos de la sabana eran presa fácil de sus depredadores (como por ejemplo los grandes felinos). 
Conclusión: tenerle miedo a los espacios abiertos era adaptativo.
¿Pero quién puede vivir con normalidad en el siglo XXI si le tiene miedo a las alturas y a los espacios abiertos?
Tal vez alguien pueda preguntarse: ¿Estos millones de años transcurridos desde que los homínidos pasaron a la postura bípeda en el África oriental no han sido suficientes para adaptarse a los cambios socioculturales?
Creo que sirve como explicación un “calendario” que utiliza Carl Sagan en el que compara toda la historia del planeta (calculada estimativamente en la actualidad en unos 4.500 millones de años) con un año de 12 meses.
En este calendario las rocas aparecen el primero de enero, los invertebrados el 15 de noviembre, los mamíferos el 27 de diciembre y el homo sapiens aparece en la tierra el 31 de diciembre a las 23.30 horas. Si consideramos que pasamos de vivir en forma nómada a la sedentaria hace unos miles de años: ¡Unos minutos de existencia en la tierra no son suficientes para adaptarse a los apabullantes cambios de nuestro medio ambiente!
No debemos olvidarnos que en el último medio siglo “se ha desbordado el río de los descubrimientos” y la humanidad ha sufrido los mayores cambios culturales y tecnológicos a una velocidad nunca antes vista. Cambios que nos han alejado más aún de nuestro ambiente ancestral original de adaptación y que nos obligan a preguntarnos: ¿Es siempre "más" sinónimo de "mejor"?

Para finalizar es importante considerar que con el paso de las décadas el concepto de “evolución se ha convertido además en una metáfora que nos deja ver que las ideas, a semejanza de los animales, también evolucionan, cambian...”. Desde esta perspectiva es fundamental que los conceptos funcionales del SN mantengan permanentemente esta capacidad de evolucionar y cambiar.

[1] Debemos abandonar un antiguo concepto que fue un auténtico“predador” de la evolución que es el de la “escala filogenética” y que proviene de la idea aristotélica que con soberbia colocaba al hombre en el “escalón” más alto de la perfección. La enorme influencia de este concepto se ejemplifica en las actitudes de las autoridades médicas y políticas durante las pestes de la Edad Media. Cuando algunos hallazgos sugirieron que la peste podía deberse al contacto de las personas con las ratas esta idea fue inmediatamente descartada ya que era descabellado pensar que dos organismos tan separados en la “cadena de la vida” pudieran tener alguna relación patogénica. 
Debemos sacar al Homo Sapiens de este pedestal y considerar el proceso evolutivo de las especies como un árbol de múltiples ramificaciones, en el que, en el tope de cada rama, encontraremos a los animales mejor adaptados a su medio específico. No podríamos colocar al Homo Sapienes en ese tope en medios como el Ártico, el medio subacuático, el desierto, la noche, etc.

Este concepto de evolución en “escalera” también fue utilizado en exceso por los biólogos raciales de fines del siglo XIX que estaban convencidos de que, extrapolando las ideas darwinistas de la naturaleza a la sociología, se podía agrupar a todas las razas del mundo en una sencilla escalera evolutiva, en la cima de la cual se encontraba el hombre blanco. Por suerte, para los que estaban dispuestos a aceptar lo que era evidente, la obra de múltiples antropólogos y biólogos demostraron que la evolución era un proceso mucho más complejo de lo que querían reconocer los partidarios del “seudo” darvinismo social mejor llamado social spencerismo.
Fuente: http://www.asociacioneducar.com/sistemas-emocionales

"El papel de la Inteligencia Emocional en el proceso de enseñanza/aprendizaje", por Amanda Céspedes



Hay un dicho: “Para aprender el alma debe estar serena”, por lo tanto el aspecto socioafectivo del niño, su armonía emocional, es esencial. Hay una relación directa entre el desarrollo de la inteligencia y el de los aspectos socioafectivos. Cuando hago clases a los profesores les digo que lo intelectual es como un guiso que vamos a preparar, ponemos la cacerola al fuego, pero el error más grande sería colocar la cacerola e irse, hay que encender el fuego. Sólo así, se va a cocinar bien el guiso. Entonces, es un error entregar y entregar contenidos a los niños sin haberse preocupado primero del aspecto emocional.
¿Cómo nos preocupamos de eso?
En los primeros cinco años de la vida lo importante para el niño es sentirse seguro, saber que lo quieren y confiar en un adulto que ha creado un vínculo con él. La creación de ese vínculo afectivo con el niño pequeño es fundamental y se consigue a partir del respeto irrestricto hacia él.
Muchas veces el adulto dice: “Yo lo respeto” y al rato siguiente, le está gritando. El respeto en los cuidados cotidianos, la valoración, lo que los conductistas llamaban el estímulo positivo, cumplen un papel relevante. El acento no debe estar puesto en “mira lo que hiciste” o “deja de hacer eso”, sino en “me encanta lo que hiciste”, “muy bien, felicitaciones”. También vale la pena mencionar aquí la música y el juego, que son grandes fuentes de alegría para el niño.
Pero nos encontramos con un problema: hay que educar emocionalmente al adulto. En Chile, de 10 adultos que tienen que ver con niños, ocho son analfabetos emocionales. Más que darles una serie de tips de qué hacer, creo que hay que educarlos emocionalmente, enseñarles las claves de la relación vincular con el resto de las personas, especialmente con los niños.
¿Qué podemos hacer los adultos para subsanar de alguna manera nuestra “mala educación emocional”?
Un gobierno que cree en la educación tiene que pensar en la transversalidad de todas las políticas públicas relacionadas con la infancia y muchas de ellas pasan por el cuidado de la salud mental del adulto. Si tenemos adultos distímicos, rabiosos, frustrados, insatisfechos, indudablemente eso va a incidir en forma directa en la posibilidad de educación de un niño.
¿Qué cosas concretas hacer? Obviamente políticas públicas que favorezcan las jornadas laborales de la mujer, que mejoren sus salarios, que amplíen el post natal de manera que el niño no tenga que ir a la sala cuna tan pequeño, que permitan a la madre amamantar a su hijo por lo menos año y medio porque la leche materna es uno de los mejores precursores de la mielina. En otras palabras, políticas públicas que tengan que ver con la felicidad del ciudadano.
Y, por otra parte, hay que trabajar con los adultos para sacar de sus cabezas un sistema de creencias que están arraigadas en el inconsciente y que les hacen mucho daño a los niños. Por ejemplo, Chile es un país donde la mayoría de los adultos cree firmemente en el valor educativo del castigo. Esto es algo que me ha costado mucho erradicar. A veces me han entrevistado y me han dicho: 
“Pero cómo, doctora, usted promueve el estilo permisivo”. No, todo lo contrario. A mí me gusta la autoridad con los niños, pero no la autoridad centrada en el castigo, porque el castigo no enseña, no educa, reprime. Algunos adultos dicen: “A mí me dieron una cachetada y no me pasó nada”, y replican el modelo.
Lo que hay que hacer con los profesores y educadoras de párvulos es casi una intervención quirúrgica: sacarles todos esos sistemas de creencias. Lo primero es hacerlos conscientes de eso, pues lo que tenemos en el inconsciente no se puede modificar. Es un trabajo enorme y lo hacen muy bien quienes dictan talleres de resolución de conflictos o de comunicación afectiva, que apuntan justamente a remover sistemas de creencias erróneos e instalar creencias sensibles, lúcidas, sensatas.
Los talleres de resolución de conflictos deben ser transversales a todos los lugares donde hay adultos reunidos, ya sea para abordar la relación entre adultos o con niños. Son imprescindibles en los colegios o instituciones educativas. A veces el profesor no sabe qué hacer frente a un conflicto entre dos niños y opta por descalificarlos a ambos, amenazarlos, avergonzarlos. Cuando uno le pregunta a ese profesor por qué humilló a ese niño, responde: “Bueno, porque cuando yo era chico así me enseñaron”. 
Ahí vemos la replicación de un sistema de creencias. Hay que decirle: “así te criaron, pero no funciona, ésta es la forma”. Los talleres de resolución de conflictos son maravillosos, enseñan muchas estrategias para abordar un conflicto.
¿Hoy tenemos más niños con déficit atencional que antes?
Todo pareciera indicar que han aumentado los niños con déficit atencional, síndrome de Asperger y otras patologías. ¿Por qué ha ocurrido eso?
En el tema del trastorno por déficit atencional sucede un fenómeno paradójico: hay un sobrediagnóstico y un infradiagnóstico. Es decir, por un error de índole conceptual se identifican con déficit atencional muchos niños que no lo tienen y no se identifican los que sí lo tienen.
¿Qué pasa? El trastorno por déficit de atención se origina por una inmadurez de la región última de la corteza cerebral en madurar, que es la región prefrontal, que madura al final. ¿Qué significa madurar? Mielinizar. En otras palabras, el trastorno por déficit de atención tiene que ver con una mielinización más lenta. Pero ocurre que la región prefrontal es muy vulnerable, muy sensible, a factores ambientales que tienen que ver con malos hábitos de vida. 
Puedo dañar o perturbar el funcionamiento de mi región prefrontal durmiendo poco o mal, alimentándome mal, viviendo en medio del estrés, jugando videojuegos de manera compulsiva, bebiendo bebidas gaseosas con una cantidad enorme de azúcar. Todo eso altera esta zona. Hoy vemos un incremento de niños que actúan como si tuvieran déficit atencional, vale decir, son tremendamente impulsivos y no se concentran, sin embargo lo único que tienen son malos hábitos de vida que, al no ser corregidos, se van perpetuando.
En los adolescentes, el consumo prematuro de alcohol daña la mielina. Entonces, todo se va concatenando para aumentar enormemente el número de niños y adolescentes que no tienen déficit atencional, pero que actúan como si lo tuvieran. Creo que fui una de las primeras en Chile que habló en la década de los 80 del seudo déficit atencional y lo anuncié: “Esto a comienzos del siglo 21 va a ser una epidemia”. No me equivoqué. En ese momento, aparecían los primeros Atari y videojuegos.
Al mismo tiempo, observamos que hay un infradiagnóstico, que se produce porque muchos chicos con déficit atencional no son hiperactivos ni impulsivos, pero tienen trastornos del aprendizaje. Y al no ser hiperactivos ni impulsivos, no se les diagnostica y su trastorno de aprendizaje se interpreta como se ha hecho por siglos: flojera. Y no se les presta la debida atención.
¿Y qué pasa con los niños con síndrome de Asperger?La prevalencia de Asperger es la misma, no ha variado, lo que ha aumentado notoriamente son niños que tienen ciertas características Asperger, aunque no el cuadro completo. Se piensa que estas características Asperger son producto de una serie de neurotoxinas que actuaron de manera muy sutil en el desarrollo del cerebro del niño el último trimestre del embarazo, neurotoxinas ambientales no del todo identificadas todavía. Algunas estarían presentes en la comida, como los aditivos químicos, preservantes y colorantes, que serían dañinos; otras dicen relación con la presencia de metales pesados en el ambiente y el estrés, que es una neurotoxina porque produce cortisol que es dañino para el cerebro. Es decir, hoy tenemos más niños con características Asperger debido a una contaminación ambiental silenciosa subterránea, pero nadie le ha puesto el cascabel al gato. Y aquí vuelve a aparecer la importancia de las políticas públicas.
También hoy estamos preocupadísimos quienes trabajamos en educación porque el uso temprano de la tablet para entretener a niños menores de tres o cuatro años causa un deterioro gravísimo de sus habilidades comunicativas. Vamos a tener una legión creciente de niños con características Asperger: que no miran a los ojos, que no son capaces de leer las claves del entorno y que no entienden la comunicación no verbal. ¿Por qué razón? Porque un niño de dos años que está todo el día pegado a la tablet no está observando el entorno. Así de simple.

Pero, como decía, la proporción de niños con estos problemas tan serios es mínima. La gran mayoría puede aprender. El dilema es, como ha dicho Howard Gadner, que “no todos los niños pueden aprender todo lo que queremos enseñarles, no todos los niños necesitan aprender todo lo que queremos enseñarles, y no todos los niños quieren aprender todo lo que queremos enseñarles”. Si tenemos claras esas tres condiciones, podemos afirmar con certeza: todos los niños pueden aprender, sólo que algunos aprenderán lo que quieren, otros lo que pueden y otros de acuerdo a sus necesidades. Incluso hay niños con retardo mental que son maravillosos en el arte de cuidar el jardín o cocinar. Eso es vida. Eso es aprender, porque el aprendizaje no sólo es escolar.


Leer el artículo completo en: 
http://www.revistadeeducacion.cl/amanda-cespedes-neuropsiquiatra-infanto-juvenil/

sábado, 10 de diciembre de 2016

El cerebro y el desamor



El amor romántico no es un invento occidental, como afirman algunos. De hecho, los antropólogos han encontrado evidencias de amor romántico en 170 sociedades, y esto es lo que otorga pistas de que el enamoramiento es algo para lo que el cerebro parece, genética y biológicamente, preparado.
Como tantas experiencias que vivimos, el amor tiene un impacto fuerte sobre nuestras vidas. Cuando es recíproco nos sentimos las personas más felices sobre la Tierra, pero cuando nos abandona nos hace sentir muy mal.
Es cierto que el amor no siempre es una experiencia feliz. A veces se ama profundamente a alguien que rechaza o viceversa, pero siempre las rupturas dejan vacíos, desolación, profunda confusión y exigen al organismo, lo que amerita una pregunta: 

¿Duele el desamor?
Los neurotransmisores, sustancias químicas que se encuentran dentro del cerebro y que sirven para que las neuronas puedan comunicarse unas con otras, son responsables de pensamientos, sentimientos y acciones. Cada neurotransmisor se relaciona con una función distinta y se encuentra en más cantidad en alguna región que en otra. Uno de ellos es la dopamina, la cual tiene un efecto estimulante y se ubica sobre todo en el sistema de gratificación, en las partes más primitivas del cerebro. Esta zona cerebral, precisamente, se encarga de regular los deseos y las motivaciones, de decidir dónde poner el foco de la atención o de activar los mecanismos de búsquedas de todo aquello que se cree necesario para poder estar bien.
De hecho, el amor romántico hace que este sistema de gratificación trabaje al 100% y nos genere un sentimiento muy intenso (inclusive puede ver al objeto de deseo como a una especie de obsesión) por la persona de la cual estemos enamorados. Lo curioso es que antes del desamor la obsesión empeora en lugar de detenerse, y si bien lo que más se desea es dejar de amar, el cerebro se obstina en poner en marcha las mismas zonas que se activan cuando el enamoramiento está presente. Por lo tanto, el amor y el dolor son muy intensos.
Es lo mismo que sucede cuando no se logra algo que se pretende profundamente en cualquier otro ámbito de la vida. Se activa la parte del cerebro que regula las ansias, los deseos, las motivaciones y el foco de la atención, y por acción del núcleo accumbens no permite olvidar lo que se anhela.
Es el mismo núcleo cerebral que se activa ante el riesgo o en situaciones con posibilidad de ganancias o grandes pérdidas. Y no me refiero sólo a temas económicos, sino a cualquier tipo de decisiones en las que sea posible ganar o perder y en las que optar no siempre es fácil.
A la vez, se activa la zona cerebral que regula el apego profundo y es la responsable de los arrebatos que causa el desamor. Es aquella que trabaja al máximo cuando al mismo tiempo que se está impregnado por los sentimientos que causa el amor romántico, aparece, conjuntamente, un profundo vínculo hacia esa persona especial y el circuito de recompensa hace sentir una energía intensa, un enfoque agudo y una motivación penetrante capaz de hacer arriesgar todo para conseguir lo que uno quiere. Si no se es capaz de poner freno al impulso, este puede llegar a hacer muchas cosas de las que más adelante, con la cabeza más fría, nos arrepentiremos.
El enamoramiento comparte muchas características con la adicción a las drogas o con cualquier otra adicción. La obsesión y concentración exclusiva en una persona determinada, distorsiona la realidad e impulsa hacer cualquier cosa con tal de conseguirla.
Este es el motivo por el que el desamor comparte otros dos fenómenos que son propios de la "dependencia". Por un lado, la "tolerancia" representada por el hecho de que cuanto más se ve a la persona deseada, en lugar de sentir calmo al deseo, sucede lo contrario y todo se exacerba. Por otro lado, por la misma ruptura aparece el llamado "síndrome de abstinencia" que lleva a recaer una y otra vez en el proceso de abandonar una relación que puede estar causando mucho daño.
Las investigaciones científicas demuestran que si bien el enamoramiento no dura para siempre, lo que funciona para superar una ruptura es el mismo recurso que para sortear cualquier adicción. Esto sucede porque en todos esos casos el patrón es el mismo: la activación de las neuronas localizadas en el circuito de recompensa y la liberación de dopamina.

Por eso el desamor duele y mucho, porque el proceso de ruptura es como volver a enamorarse, pero al revés, y las reacciones a nivel neuronal provocadas por la pasión romántica son similares en ambos casos.
Estudios enfocados en estudiar la actividad cerebral de personas hundidas tras una ruptura amorosa muestran que ellas generan actividad en regiones cerebrales que controlan la angustia y el dolor físico. El resultado final de estos trabajos comprueba actividad en los sistemas que controlan la manera en la que el cuerpo reacciona ante el dolor, y como respuesta a los estímulos, los sistemas también pueden desencadenar reacciones como, por ejemplo, liberar hormonas del estrés y afectar la actividad de todo el organismo.

En resumen, el amor, cuando se acaba, duele, y ese sufrimiento físico es real. Puede alargarse durante meses, sólo que el dolor es una parte natural de ese proceso de curación, como un síntoma que asegura la "desintoxicación".
Además esos mismos escáneres cerebrales que muestran a la persona de corazón roto lidiando con el dolor y con el síndrome de abstinencia amorosa, también exhiben actividad en zonas específicas del cerebro, como la zona prefrontal, la cual está involucrada en la expresión de la personalidad, en la toma de decisiones o en la planificación de comportamientos cognitivamente complejos. Dicho de otro modo: mientras uno sufre, la química del cerebro ya está trabajando para reconducir el comportamiento y equilibrar las emociones. De este modo, pone al que sufre el desamor de nuevo en movimiento y listo para superar el trance. Sin embargo, a grandes rasgos, para superar el desamor es necesario apartarse totalmente de la persona amada, evitar los lugares y actividades que podrían llevar fácilmente a una recaída, distraerse e iniciar nuevas actividades, aunque, al principio no existan muchas ganas…

Todo dolor acaba pasando. Es cuestión de tiempo. No obstante siempre queda un consuelo, porque, como dice una frase: "Es mejor querer y después perder, que nunca haber querido".

Autor: Dr. Luis M. Labath
Médico Especialista en Medicina Interna. Ex Director Médico del Hospital José M. Cullen. Miembro de Honor de la Asociación Médica Argentina. Designado como Maestro de la Medicina Latinoamericana por la Asociación Médica Latinoamericana.


Fuente: http://www.asociacioneducar.com/cerebro-desamor

Escribir nos puede ayudar a soltar emociones reprimidas



Y el verbo escrito se hizo sanación… 
Así es, la maravillosa herramienta que es la escritura y que a lo largo de los últimos siglos ha servido como canal de expresión de ideas, ideologías, fantasía, ficción, belleza, sentimientos, emociones, también puede ser utilizada como una herramienta terapéutica.

Se ha demostrado que cuando las personas han pasado por un hecho traumático,  al confrontarlo con la escritura pueden expresar los sentimientos y emociones relacionados a dicho hecho, permitiendo así, una mejora física y mental significativa. 
El psicólogo James W. Pennebaker ha investigado durante los últimos 30 años, lo que se ha llamado la escritura reflexiva o curativa: 
“Escribir puede ser una avenida hacia un lugar interior donde podemos confrontar traumas y ponerlos a descansar, y sanar”. 
Esta práctica hace que haya mejoras significativas tanto en el área emocional como física. Cuando uno escribe lo doloroso de los momentos traumáticos, se liberan ciertas sustancias químicas, que influyen en nuestro cuerpo y en nuestro estado emocional, produciendo una gran mejoría en el sistema inmunológico, cardiovascular, entre otros.
Es importante saber que hay cientos de maneras de escribir para sanar, aquí se muestran algunas guías, que cada persona pudiera utilizar, y experimentar por su cuenta para identificar cual sería la mejor para cada uno de ustedes.

Preparándose para escribir
  • Encontrar un lugar tranquilo donde no lo puedan interrumpir, que sea hacia el final del día, después de trabajar o antes de dormir.
  • Prométase a sí mismo(a) que va a escribir entre 15 y 30 minutos diariamente, por al menos 3 o 4 días.
  • Una vez comience a escribir, no deje de hacerlo, sin importar los errores ortográficos y/o gramaticales.
  • Puede escribir a mano, o en el computador. Si es muy doloroso escribir en un principio, use una grabadora.
  • Puede escribir sobre la misma situación los 3-4 días, o puede escribir sobre cosas diferentes. 
Es su elección.

Identificar sobre lo que se quiere escribir
  • Situaciones en las que ha estado pensando y preocupándose mucho.
  • Algo que haya soñado.
  • Algo que está afectando su vida de una manera poco saludable.
  • Algo que Ud. ha estado evitando, por días, meses o años.
Instrucciones para escribir
a) Método del Dr. James W. Pennebaker y Sandra Beall:

En los siguientes 3-4 días escriba sobre sus emociones y pensamientos más profundos acerca de la experiencia más difícil de su vida. Déjese ir y explore dichas emociones y sentimientos. Cuando esté escribiendo, enlace esta experiencia con su niñez, la relación con sus padres, las personas que ha amado y ama en estos momentos; incluso con su carrera. ¿Cómo esta experiencia ha influido es la persona que hubiera querido ser, la que ha sido en el pasado, y la qué es actualmente?.

b) Método con dos fases:

Fase de Catarsis: 
Teniendo ya identificado el tema o situación, se hace una especie de catarsis, donde escribimos todos los sentimientos y emociones relacionados con el tema: la rabia, el dolor, el miedo, el rencor, etc., que se han sentido en el pasado y aún se sienten en el presente… Lo más importante es ser honesto con nosotros mismos… se puede llorar, maldecir, reír, gritar… y pensar que a medida que las escribimos se alejan de nosotros. Si la escritura se torna muy dolorosa, se puede hacer otra cosa y continuar al día siguiente. Cuando sienta que se han desahogado los sentimientos y las emociones guardadas, se puede pasar a la siguiente fase.

Fase de reinterpretación o reescritura: 
En esta fase se relee el texto escrito, se reflexiona sobre el mismo y se trata de ordenar las ideas. Es necesario evitar los pensamientos irracionales, que ya deberían haber salido en la primera fase. Si no es así, volver a la primera fase. Al reflexionar sobre lo escrito, la idea es reinterpretar lo sucedido con un espíritu positivo, sin autoengaño y coherencia. 
Se pueden hacer las siguientes preguntas:
  • ¿Qué pasó, en qué momento, dónde y cómo?
  • ¿Quiénes estuvieron envueltos y cómo pienso que fueron afectados por la situación planteada?
  • ¿Cuáles fueron mis pensamientos y que emociones estuvieron involucradas?
  • ¿Qué pienso ahora y cómo me he sentido desde entonces hasta hoy?
  • ¿Cómo reaccioné y me sentí al actuar así, qué consecuencias creo que tuvo pensar, sentir y actuar así?
Es necesario descartar los pensamientos que alimentan el dolor: se trata de sanar. 
Para descubrir los aspectos positivos de una situación traumática, se pudieran hacer las siguientes preguntas:
  • ¿Quién me apoyó?
  • ¿Qué me ayudó a seguir adelante?
  • ¿Qué valores personales me alientan a seguir con mi proyecto de vida?
La reinterpretación positiva de una situación traumática a través de la escritura, nos permite indagar sobre otros posibles significados de nuestra realidad, y nos hace más conscientes de nuestros actos, y a valorar sus consecuencias, desde otros puntos de vistas.

c) Muchas personas no han tenido grandes experiencias traumáticas en la vida, pero la mayoría ha tenido grandes conflictos y factores estresantes , y se puede escribir sobre ellos también.

d) Algunas personas pudieran sentirse, de cierta forma, tristes o deprimidos después de escribir. Estas sensaciones, normalmente desaparecen en un par de horas. Si encuentra extremadamente difícil escribir sobre un tema determinado, simplemente detenga la escritura o cambie de tema.

e) Es posible no querer enfrentar los traumas, preferir olvidar y no hurgar en la herida; sin embargo, a la larga, el esfuerzo por inhibir el trauma acaba con la salud física, y tarde o temprano, va a afectarnos psicológicamente.

Qué hacer con el texto escrito

Lo que haya escrito es sólo para Usted. 
El propósito es que sea completamente honesto consigo mismo.
Cuando escriba, piense que al finalizar la escritura, descartará ese texto. Sin embargo, algunas personas, guardan sus escritos, y los editan, cambiando lo que escribieron diariamente. Otras lo guardan para revisarlos más adelante y ver cómo han cambiado. Otros los queman, los borran, los rompen, los lanzan al mar o dejan que se los lleve el viento. 
Es su decisión, son sus emociones, sus experiencias, sus intimidades, sus recuerdos, sus dolores.



Fuente: http://paradigmaterrestre.com/sana-tus-emociones-escribiendo/

viernes, 9 de diciembre de 2016

¿Qué es la Trascendencia?


Toda persona debe tener un desarrollo que le permita asegurar su supervivencia, pero que vaya de la mano con su capacidad de alcanzar la trascendencia. 
Esto origina dos filosofías de vida, una es HACER-TENER-SER (pro-supervivencia) y SER-HACER-TENER (pro-trascendencia).
HACER-TENER-SER es una filosofía de vida derivada del impulso de supervivencia, por lo que, cuanto más se haga o se tenga, mayores serán las chances de éxito en el cumplimiento de este mandato. El problema es que el ser natural (conjunto de capacidades o defectos y atracciones o repulsiones determinados por la genética) debe someterse, generalmente, a favor de los mandatos imperantes en cada sociedad, aún a costa de pagar el alto precio de la pérdida de su salud mental. Esto genera individuos con trastornos emocionales, egoístas, consumistas, aferrados a escalas jerárquicas y de poder, a los que no les importa en lo más mínimo la supervivencia de los demás. 
La filosofía SER-HACER-TENER es la contraria a la anterior, pues se basa en que el individuo respete sus tendencias naturales y construya su ser a partir de las mismas. Esto da como resultado una persona más sana mentalmente y más feliz, que hace aquello que realmente le gusta, para alcanzar, como consecuencia, un tener que le brinde buena calidad de vida. Estas personas no confunden su Ser con el Tener y el Hacer y piensan en la supervivencia del otro, algo que denominamos trascendencia. 
Una famosa autora contemporánea, Sofía Prokoffieva, dijo alguna vez:

“Todo ser humano tiene en su interior, en su alma, un sonido bajito, su nota, que es la singularidad de su ser, su esencia. Si el sonido de sus actos no coincide con esa nota, esa persona no puede ser feliz”. 

¿Qué es la trascendencia? 
Es el camino que nos conduce a crecer día a día como seres humanos permitiendo que afloren a la superficie nuestras mejores cualidades, tal como es el altruismo, la solidaridad, la cooperatividad, la honestidad, la tolerancia y la  empatía, por sobre los instintos pro-supervivencia. A la vez, nos permite adquirir la capacidad de controlar conscientemente las fuerzas que dirigen nuestro mundo interior: 
  • Placer
  • Dolor
  • Emociones
  • Intuición
  • Sentimientos
  • Creatividad
  • Raciocinio
  • Ética

Características de un ser humano trascendente. 
  • Ser capaz de superar las restricciones evolutivas que le imponen los instintos evolutivos y los estereotipos mentales adquiridos. 
  • Posee una actitud más tolerante, compasiva y cooperativa. 
  • Le da más importancia a los valores pro-frontalizadores que a los materiales. 



Fuente: http://www.asociacioneducar.com/libros/libro-digital-neurociencias.pdf

Cuando la Emoción dice sí y la Razón, ¡no!


“Tan negativa es la emoción desaforada
sin el freno de la razón, como la razón
sin el impulso de la emoción".
 Anónimo

“La persona que me gusta me enamora, pero no me conviene”. “El arte es mi pasión, pero no es una carrera redituable”. “Quiero viajar y conocer el mundo, pero no me animo”. “Quiero estudiar un idioma, pero ya estoy grande para eso”. “Quiero hacer cosas por mí mismo y me cuesta arriesgarme”.
Quiero, quiero, quiero, quiero… Y así se nos va la vida entre los “quieros” de un apasionado y amante de la aventura y un cerebro preparado para juzgar, prohibir, huir y atacar. ¿Somos parte de un cuerpo dividido en emoción, conciencia y, entre otras cosas más, cerebro? ¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior? O, ¿eso es cosa de sabios?
Un valioso recurso contra la preocupación y la severidad es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Esto favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.
Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metafórica, pero ahora sabemos que es literal: 

"Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro".

En este contexto, atreverse implica momentáneamente perder el equilibrio. No atreverse es perderse a uno mismo. La vida no nos regala valentía, generosidad o compasión: nos brinda oportunidades para ser valientes, generosos y compasivos. Ya lo decía Peter Senge: 

“La maestría personal consiste en vivir en una forma creativa y no reactiva”.

Nos hemos acostumbrado a ver el mundo en pares opuestos. La mente o el cuerpo, como si fueran realidades separadas. El individuo o el medio, como si no formaran parte de la misma realidad. Y, una de las más frecuentes, la emoción contra la razón, como si se tratara de ámbitos excluyentes. Aunque no haya ninguna norma establecida al respecto, parecería que “actuar con base en la razón” tiene un estatus superior a hacerlo “con las emociones”.
Es verdad que se trata de dos dimensiones diferenciadas (emoción y pensamiento). Lo que no es cierto, en mi opinión, es que se excluyan mutuamente, ni que debamos elegir entre actuar con base en razonamientos fríos o emociones a flor de piel.
Las emociones moldean el pensamiento y el pensamiento influye sobre las emociones. Ambas realidades tienen lugar en el cerebro y es virtualmente imposible separarlas del todo, por lo menos en un “cerebro normal”.
Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo. Según el Doctor Alonso Puig, experto en motivación, comunicación y liderazgo, hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, en donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, lo que la emoción quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.


Autor: Lic. Eli Etheridge de Cáceres. Coordinadora de nivel inicial del Colegio de la Asunción. Psicoterapeuta, Institut International de Formation et de Psychothérapie Transculturelle, Québec, Canadá. Coach Educacional, Instituto Kalidé.

Fuente: http://asociacioneducar.com/emocion-si-razon-no?mkt_hm=6&utm_source=email_marketing&utm_admin=4554&utm_medium=email&utm_campaign=Publicacio