lunes, 20 de marzo de 2017

"Cómo transformar la inestabilidad Emocional en una Bendición"


INTRODUCCIÓN

Muchas veces, ante una dolencia se pone en marcha

un mecanismo de compensación 
que hace que el individuo responda creativamente.
Oliver Sacks

Es que quiero sacar de ti
 tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Pedro Salinas


Hace tiempo escribí un libro, "Los afectos están para ser sentidos". En ese momento estaba alentado por la intención de dar cuenta de la naturaleza y de los procesos específicos del padecer bipolar. Era una estación de mi vida en la cual luchaba por curar esa herida en mi alma, al mismo tiempo que una fuerte necesidad me impulsaba a modelar en palabras mi experiencia personal, aún palpitante y en la cual parecía estar, por momentos, “atrapado sin salida”.
Esta sensación de no poder escapar a un destino, que se repite una y otra vez, no es una metáfora literaria sino una cruda realidad que se experimenta hondamente y que inunda la conciencia, al punto de que se transforma en la única opción que se visualiza como posible en la existencia. Esto no significa que esta creencia sea verdad sino, por el contrario, es una ilusión que forma parte de las trampas con que la misma enfermedad acecha a la persona que la lleva a cuestas.
Atrapado, amarrado, sentir que se está a merced de “algo” que nos domina, posee y manipula, como si fuéramos marionetas cuyos hilos opera vaya a saber quién, es parte de una vivencia de aniquilación de la autonomía y de la pérdida de la identidad, que penetra muy profundamente en el corazón de la estructura y la historia del paciente bipolar. De ese modo, al dejar de sentirse autónomo, al no saber muy bien quién se es y al vivir la falta de libertad como un destino, el bipolar reacciona, alternadamente, ya con la negación extrema de la manía, o con la resignación total de la depresión.
Ahora bien, el camino que conduciría a romper este circuito, en el que la persona cree estar prisionera, es el contacto con una productiva relación de amor (a otra persona, a un proyecto) que restaure la estima perdida y que le dé el eje que necesita para que su oscilación se convierta en un vaivén constructivo y no en un sufrimiento. Pero, ¿cómo lograrlo? De esto es de lo que deseo hablar en este libro, que es una nueva versión sobre el mismo tema de "Los afectos están para ser sentidos", una relectura, de mi parte, fundada en una perspectiva diferente. “Cambiamos incesantemente –escribe Borges– y es dable afirmar que cada lectura de un libro, que cada relectura, cada recuerdo de esa relectura, renuevan el texto. También el texto es el cambiante río de Heráclito”.
Una perspectiva, desde esta relectura de mi propia obra, que considera a la bipolaridad no como un obstáculo, sino como un camino de aprendizaje y crecimiento, no como una desventaja sino como un conjunto de talentos que, bien llevados, inclusive, pueden conducir a la genialidad. Una genialidad alcanzada, no por haber logrado superar y sanar la bipolaridad, sino como el fruto de la propia naturaleza “oscilante”. En suma, no a pesar de ella, sino gracias a ella. Por lo tanto, ésta es una versión que aporta razones para bendecir la bipolaridad y por eso lleva el título que lleva.
¿Qué fue lo que me condujo al cambio en la forma de pensar la bipolaridad?Fundamentalmente la insuficiencia de resultados en la práctica clínica, el hecho de que las personas bipolares aun con excelentes tratamientos y medicaciones– seguían sufriendo, generando crisis y hundiéndose, cada vez más, en el abismo de la resignación y el temor. En algún punto de este proceso de observación de la realidad, pude darme cuenta de que no había que seguir insistiendo en la búsqueda de nuevas técnicas para abordar el tratamiento de la bipolaridad. Que el problema no es el uso de una tecnología inadecuada, sino que eran los modelos de comprensión del problema bipolar los que estaban fallando; que había que aventurarse a construir nuevos y diferentes paradigmas para orientar el trabajo con estos pacientes.

Un nuevo paradigma

El punto de partida es que cada síntoma no sólo es la manifestación externa de un conflicto y el producto de la supresión de un afecto, sino también el resultado de una potencialidad que transita por caminos equivocados. Así, al indagar sobre la bipolaridad, se puede descubrir que la oscilación emocional va acompañada de una serie de talentos que, al no ser desarrollados como tales, se convierten en afección. 
Algunos de ellos son:
  • capacidad creativa
  • pensamiento lateral a la hora de resolver problemas
  • imaginación activa
  • intuición
  • empatía para las relaciones humanas
  • manejo de matices emocionales
  • pensamiento en imágenes
  • curiosidad por explorar y aprenderlo todo
  • mirada holística de la vida
  • capacidad para armar bricolages mentales (relacionar cosas y conceptos aparentemente irreconciliables entre sí) 
  • ser “personas de recursos” ante las situaciones y adversidades de la vida.
Claro está que uno puede plantearse por qué, disponiendo de tal dispositivo, las personas bipolares parecen no poder escapar de ese esquema de reiteración cíclica de inestabilidad extrema. Sin embargo, las cosas no son así, ya que la inestabilidad y la ciclicidad extrema sí pueden sanarse. 
La creencia “en la no -salida” de esta condición se debe a que muchos profesionales de la salud y la educación tratan a los pacientes bipolares con una concepción equivocada, como si fueran enfermos con una “patología sin esperanza”, esclavos de una situación que deben aceptar con resignación.
Sin embargo, la inestabilidad emocional, que llamamos bipolaridad, es más el fruto de la falta de comprensión acerca de las virtudes de la oscilación, que de una estructuración patológica en sí misma. Si se ha convertido en una desventaja en la vida de una persona es porque ha sido tratada, desde el inicio, como tal y no porque realmente lo sea. De esta manera, la bipolaridad no debe considerarse como una etiqueta limitante sino como el resultado de un prejuicio con que la terapéutica y la sociedad estigmatizan algo de lo cual no comprenden su esencia.

La báscula mental

La bipolaridad es semejante a la dislexia. La dislexia es, en el aprendizaje, lo que la bipolaridad en los afectos, y el bipolar es, en cierta medida, un disléxico emocional. En ambas configuraciones las personas carecen de un punto de orientación, pero cuando pueden llegar a construir y manejar ese “punto de referencia” (giroscopio interior), lo que
inicialmente aparecía como una dificultad comienza a desaparecer. En el disléxico se trata de un punto espacio-mental, en el bipolar de una “coordenada vincular” de la cual carece. Esta carencia es la que hay que lograr remediar y que su lugar lo ocupe una “relación guía”, ya que la falta de este eje provoca confusión y ante la emergencia de tal estado psíquico la inestabilidad aparece como una respuesta defensiva. Al trabajar con esta mirada y aplicando una metodología destinada a que la persona bipolar cree un “vínculo interior referencial” (la báscula mental) que le sirva de guía para alejarla de los cambios extremos y de la confusión que le generan muchas situaciones cotidianas de la vida, los logros que se alcanzan son sorprendentes.
Hay cosas que la persona bipolar no puede representar, que le generan desorden, desorientación, caos y desconcierto, y entonces la oscilación es la respuesta para defenderse de esa circunstancia. Del mismo modo, como su pensamiento es plástico (imágenes en movimiento), su ir y venir emocional refleja su discurrir mental. Cuando le dicen “tienes que ser estable”, él escucha “oscila”, y esta situación es decisiva, ya que desde la medicación y desde la palabra lo que se le está repitiendo al bipolar es algo que no puede comprender o que él traduce exactamente al revés.
La “estabilidad” que el bipolar tiene que lograr no debe provenir de afuera, sino surgir como una “referencia interior”, y no puede equivaler a la detención o quietud, sino a movimiento con sentido y proporción. No hay que pretender que deje deoscilar (su oscilación es su virtud), sino que sane la desproporción que lo traga en un eterno vaivén sin eje.
Los pacientes bipolares (como todos) nos enseñan con sus expresiones aquello que los terapeutas tenemos que aprender para ayudarlos. Sólo hay que poner atención, escucharlos y valorar sus puntos de vista.
Es común observar el hecho de que las dificultades y las desdichas vinculares llenan sus biografías. Es notorio el deseo de ser aceptados y amados, lo que los lleva a establecer relaciones a cualquier precio, construidas desde la necesidad y la dependencia y no desde el amor y el crecimiento. En el momento de nacer y luego del corte del cordón umbilical, el ser humano nace al desvalimiento, es decir, no puede valerse por sí mismo para satisfacer sus necesidades básicas. Es el otro o son los otros, sus padres, quienes cumplen esta función, y si ese recién nacido no recibe protección, afecto, cobijo y nutrición se hunde en el desamparo. Esta vivencia es muy radical, al punto de que el bebé va desarrollando, con el paso del tiempo, un complejo mecanismo de defensa consistente en transformar ese desamparo en una creencia:
si no me dan lo que requiero es porque no lo merezco y si no lo merezco es que soy indigno
Tal sentimiento de indignidad luego es encubierto, en el futuro bipolar, tras una máscara de prodigalidad exagerada mediante la cual pretende comprar afectos y reconocimiento que sanen su estima dañada y, cuando no los recibe, surge una profunda indignación por sentir que lo tratan injustamente y la represión de esta indignación vuelve como el polo de exceso (maníaco) de la bipolaridad. 
Esto se une a la incapacidad que lo domina para dar por terminado un vínculo, para decir “basta” o “no te quiero más”, ya que tal condición forma parte de la vivencia bipolar según la cual una relación que acaba implica una muerte posible del Yo: en cada corte está en juego la aniquilación de su identidad, pero no como metáfora sino como una dolorosa realidad.
Estas circunstancias (la herida en la estima y el temor de aniquilación ante una pérdida de afecto) llevan, a los bipolares, a establecer vínculos enmarañados y destructivos, que son la expresión de un profundo y entrañable barullo afectivo. 
Ante esto, ¿qué hacen habitualmente los terapeutas? Recomiendan cautela,distancia, inacción, proporción y abstinencia, lo cual implica no haber asimilado lo que acontece en el mundo interior del paciente, porque estas palabras encierran conceptos irrepresentables en el universo de la conciencia bipolar.

La bipolaridad es un problema de salud

Quisiera compartir, en este libro, mi experiencia terapéutica y personal y trasmitir un mensaje optimista sobre la bipolaridad. El primer paso, que tenemos que dar juntos, es abandonarla concepción fatalista de la bipolaridad.
La bipolaridad es sólo un problema de salud, como lo es una gripe o un resfrío. No es una condena, ni una condición irreversible, ni un destino irrevocable, ni una atrofia de la personalidad
Cuando se avanza en esta dirección y desdramatizamos el padecer bipolar, ocurre que podemos comenzar a verlo como lo que realmente es y así podemos trasmitir a los pacientes una más correcta y objetiva perspectiva sobre su afección. 
El segundo paso consiste en considerar que la persona bipolar muestra, por medio de sus síntomas, la máscara de una potencialidad mal utilizada que, cuando logra ser analizada adecuadamente, se transforma en fuerza creativa.
El “subibaja” afectivo, que los especialistas denominan "
bipolaridad", resulta ser la amplificación, a niveles crónicamente exagerados, de una capacidad del espíritu del hombre. De modo que, al investigar su naturaleza, estamos profundizando en el entendimiento de los repliegues del psiquismo humano.
Por otra parte, al poner el énfasis más en la virtud que un síntoma señala que hay que desarrollar, y no tanto en la falla que hay que erradicar, nos colocamos en una perspectiva terapéutica mucho más cercana para la cura de este padecimiento y de la posibilidad de pensar que todo malestar tiene un significado en el proceso de evolución del alma.

Existe hoy una gran preocupación por la bipolaridad. Interés que ha nacido en los últimos años, promovido por su crecimiento estadístico pero, también, por la dedicación a su estudio por parte de profesionales de las diferentes áreas de la salud.  Así, distintos especialistas bucean en su etiología, en sus manifestaciones y en su dinámica, tratando de generar nuevos tratamientos y espacios de reflexión sobre los caminos de su prevención y su cura.
Como ha ocurrido con otras enfermedades, los pacientes han sido activos colaboradores de esta nueva situación, ya que sus demandas de cura los ha colocado en el lugar de ser motores importantes en la búsqueda de respuestas a sus padecimientos.
Sin embargo, estamos en un punto donde parece que el progreso en la comprensión de la dinámica y de la cura de la bipolaridad se ha estancado. Tal bloqueo deviene, posiblemente, del hecho de que estemos entendiendo inadecuadamente el problema bipolar.
Los puntos de partida actuales se basan en las preguntas:¿Qué hacer para detener la oscilación? ¿Cómo estabilizar al paciente? Pero, ¿son correctas estas preguntas? Tengo la percepción de que, por lo menos, son insuficientes. Si queremos saber más sobre la bipolaridad y su cura, debemos cambiar las preguntas que nos hacemos sobre ella.
Para esto es necesario tener en cuenta dos principios muy generales:
la bipolaridad no será superada mediante la lucha directa contra ella, sino sustituyéndola por un bien opuesto, y no será derrotada por medios exteriores a la persona, sino convocando la fuerza interior autocurativa que yace dormida dentro de ella.
Es decir, ampliando, por una parte, las virtudes contrarias ala inestabilidad (en este caso, la firmeza, la proporción y la determinación) y dejando, por otra, de poner toda la confianza en los resultados de la química estabilizadora exterior para apelar  a las energías del autoasistente interno, ese centro personal quecuida por nosotros aun a pesar de nosotros mismos.

La bipolaridad es un problema afectivo

Se suele mencionar que la bipolaridad es un trastorno afectivo, entendiendo por esto los cambios reiterados de humor que van desde la extrema tristeza y desesperanza (depresión) hasta la euforia o exaltación (manía). Ahora bien, ¿cuáles son las manifestaciones o síntomas que permiten darnos cuenta de que padecemos este trastorno?

En el polo de la depresión:

Pérdida de interés o placer en las actividades habituales.
Carencia de energía y actividad, que puede llegar a la apatía.
Pérdida de apetito o de peso, en algunos casos puede existir aumento de apetito.
Trastornos del sueño, insomnio o a veces dormir mucho pero de manera irregular.
Disminución del deseo sexual.
Dificultad en concentrarse y razonar.
Sentimiento de culpa, incapacidad y ruina.
Pensamientos o deseos de morirse o ideas de suicidio.
En casos severos pueden existir cuadros delirantes de contenido culposo y catastrófico.

En el polo de la manía:

Estado de ánimo eufórico y/o irritable.
Disminución de la necesidad de dormir.
Aumento de la actividad.
Hablar sin poder detenerse.
Pensamientos que saltan de un tema a otro.
Aumento de la actividad sexual con pérdida del pudor.
Grandiosidad en las conductas. 
Gastos desmedidos, prodigalidad.
Pérdida del autocontrol y del juicio.
En casos severos, fuga de ideas (incoherencia en el lenguaje) e ideas delirantes de contenido grandioso.

Quien sufre de los síntomas depresivos siente que ha descendido y habita en el infierno. Generalmente su padecer no es comprendido o percibido en toda su magnitud por la familia y el entorno. Los pensamientos catastróficos y culposos, la pérdida de la autoestima, la falta de energía, la desesperanza hacen ver todo negro y sin salida. El tiempo no transcurre y el espacio se cierra. Muchas veces la idea de la muerte o el suicidio aparece como el único camino abierto para terminar con el sufrimiento.

Por el contrario, en el estado de manía el individuo siente un excesivo bienestar y no puede entender cómo los demás no lo perciben. Eufóricos, exaltados e hiperactivos, se sienten brillantes y creativos. La grandiosidad los lleva a tomar decisiones peligrosas. Gastan el dinero desmedidamente, su sexualidad está exacerbada y pierden el pudor. Aun sin dormir, se encuentran llenos de energía. Suelen hacer planes irrealizables y pueden llegar a ser agresivos y violentos. La exaltación los puede llevar a perder el control de la realidad, desarrollando ideas delirantes de contenido grandioso.

El sentido de este libro

De algún modo ya están expuestas la ideas contenidas en este libro. ¿Cuál es su sentido? Intenta ser un manual dinámico donde encontrar algunas respuestas novedosas, desde la clínica y la vivencia personal, para reconocer y enfrentar la bipolaridad.  Al mismo tiempo, pretende ser un disparador para reformularse algunas preguntas acerca de la consideración y tratamiento de este padecer, y al mimo tiempo, despertar y aumentar la
conciencia de la necesidad de transformar y reencauzar la energía bipolar por caminos correctos. 
Sé, por experiencia directa, que la conciencia bipolar es penosa, aunque podría ser una importante fuente de aprendizaje ya un de felicidad. Es intransferible como vivencia pero describible como sufrimiento y acuna en su seno una capacidad creativa que,por mal encaminada, ha conducido al padecer.
Anhelo, de todo corazón, que este libro ayude en la tarea de evitar, mitigar o curar la destructividad de la condición bipolar. Para su redacción he tenido muy en cuenta el aporte invalorable de algunos grandes poetas universales, quienes, muchas veces, en sólo unos pocos versos sintetizaban maravillosamente, con belleza y sabiduría, alguna reflexión mía sobre el tema, que a mí me exigía, sin embargo, más de un párrafo de exposición prosaica y “técnica”.
Del mismo modo, espero que los terapeutas que reciben en su consulta a pacientes bipolares y los acompañan en el proceso de su recuperación, reflexionen sobre su práctica y amplíen su actual visión sobre las herramientas con las que pueden contar para
trasmutar un dolor en el descubrimiento de un universo de posibilidades.
Descubrir junto con el paciente bipolar que ese universo suyo lleno de creatividad latente
– tal vez aún ahogado e inexplorado dentro de su padecer – es posible de alumbrar y desarrollar con alegría, mientras él intenta renacer paulatinamente al mundo de la salud física, mental y espiritual, donde quizás, por ese milagro que es el amor, haya unos brazos amantes para recibirlo. Es decir,poder visualizar ese universo que trae el paciente a la consulta,del mismo modo – y salvando las distancias – como en el terreno de la neuropsicología el neurólogo y gran escritor inglés Oliver Sacks (autor, entre otras obras, de "Despertares" y "Memento", basadas en casos clínicos y llevadas al cine) descubrió el “mundo de los sordos”. Dice en un reportaje:
Decidí iniciar mi propia exploración del tema. Conocí a muchos sordos, estudié su lenguaje… El mundo de los sordos es una comunidad extraordinaria, con una cultura y un universo propios.
Aprendí a ver aquel mundo sin sonidos no sólo en términos médicos, como si la sordera fuera meramente una enfermedad, sino como quien entra en una dimensión diferente,de signo positivo, donde hay otra forma de ser y comunicarse.(La Nación, Cultura, 8/6/03, la letra en negrita es mía.)
También deseo señalar que la cuestión fundamental que se nos plantea a los terapeutas no es sólo el diagnóstico y tratamiento de la bipolaridad que padece una persona, sino considerar sobretodo quién es la persona que ha sucumbido a la bipolaridad.
La bipolaridad es un camino, posee un sentido y trasmite una enseñanza
La tierra es una escuela y estamos en la vida para aprender y, muchas veces, el dolor es el maestro que nos hace darnos cuenta de aquello que debemos conocer. Pero, que el dolor tenga esta función en nuestra vida no significa que debemos permanecer en él, pues al fin de cuentas hemos venido aquí a ser felices.
Agradezco, de todo corazón, a Susana Rabbufeti Pezzoni la tarea de corregir y embellecer los originales de este libro. Ha puesto tanto cariño e inteligencia en él que merece la coautoría del trabajo.

Eduardo H. Grecco
México, enero de 2003


Fuente: Este texto es la introducción al libro "LA BIPOLARIDAD COMO DON",  cómo transformar la inestabilidad emocional en una bendición. Del autor Eduardo Horacio Grecco. Ediciones Continente. Editorial Kairós
Se recomienda la adquisición del libro para su completa lectura. 







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