sábado, 11 de marzo de 2017

"La Importancia del Riesgo en el Juego"




Cuando hablamos de que debemos permitir los juegos arriesgados o que los niños asuman riesgos no significa, para nada, que los niños deban estar expuestos a peligros.
Entendemos el riesgo en un sentido positivo y saludable cuando los niños pueden ejercitarse físicamente aprendiendo sobre sus fuerzas y conociendo las limitaciones de su propio cuerpo, experimentando el miedo, la seguridad…

De esta forma permitimos que sea el niño quién desarrolle el conocimiento de sus propias capacidades, no interferido por los miedos adultos.
Además, no se trata de que el niño asuma riesgos, sino de que realice actividades que conllevan la decisión sobre riesgos. Creo que es una puntualización muy necesaria porque los niños, por lo general, son muy conscientes de sus capacidades y suelen evaluar muy bien qué pueden hacer sin ponerse en peligros graves.
Por poner ejemplos prácticos, trepar árboles, saltar troncos, escalar por algunas rocas grandes, etc. son actividades que entrañan decisiones sobre riesgos (en el sentido saludable que hemos dicho).
Este riesgo no es equivalente al peligro. Me gusta considerarlos aspectos distintos porque a veces hay mucha confusión al respecto. Permitir que los niños realicen actividades que conllevan cierto riesgo no significa que puedan realizar o exponerse a todo tipo de peligros.
Por ejemplo, caminar por un precipicio sin vallas de seguridad a 10 metros de altura o un parque realizado sobre suelo de cemento es, a todas luces, peligroso.
No existe el riesgo cero. Eliminar los riesgos entraña un riesgo en sí mismo.
Creo que algo que hemos de tener todos claro es que no es posible eliminar por completo los riesgos en la infancia (igual que en la vida).
Estamos muy pre-ocupados de eliminar por completo toda situación de peligro pero crear entornos asépticos, hiperprotegidos y acolchados conlleva riesgos también para los más pequeños, tanto o más peligrosos que dejar que los niños calibren cada situación.
Cuando los niños no pueden jugar afuera libremente, cuando les impedimos que valoren por sí mismos los peligros de cada situación, cuando nos avanzamos a sus “análisis” con un “te caerás”, “por ahí no que es peligroso”, etc. estamos impidiendo que puedan evaluar las situaciones por sí mismos, atrofiando así su propio radar y pudiendo tomar decisiones peligrosas cuando un adulto no vigila o en la edad adulta.
Pero hay otro problema aún más desconocido. Cuando frenamos constantemente las iniciativas de los niños, cuando les impedimos moverse libremente los niños pueden presentar déficits sensoriales y problemas en el sistema vestibular (lo que puede conllevar dificultades en la postura, el equilibrio o la orientación del propio cuerpo en el espacio).

LOS NIÑOS BUSCAN RIESGOS INSTINTINTIVAMENTE

Existe una gran normativa relacionada con la construcción de los materiales de juego para los niños. Ya sean estructuras de los parques, o relacionadas con los juguetes. Pero para lo que no hay normativa (y no tendría ningún efecto) es para prever la relación y forma de interactuar que tendrán los niños con esos materiales.
¿Quiénes de ustedes no han estado en parques totalmente seguros, con un columpio, un tobogán, un suelo de caucho y poco más? ¿Y cuántas veces han visto a los niños tirarse de cabeza, o de cabeza y de espaldas, o de lado?
Aunque eliminemos todo riesgo, ellos los van a buscar, seguramente no tanto por buscar un riesgo en sí mismo sino por responder a su necesidad de calibrarse, de avanzar, de ver hasta dónde pueden llegar, probar que hacen cuando ven que no han estimado bien sus capacidades. Es una necesidad que tratan de ver satisfecha de una u otra manera, aunque el entorno no les sea favorable y sea “soso y parco en posibilidades”.
Si prohibimos que trepen a los árboles buscarán otros elementos en los que satisfacer esa necesidad


CÓMO ACOMPAÑAR A LOS NIÑOS EN EL RIESGO Y FAVORECER UN ACERCAMIENTO SALUDABLE CON EL MISMO

Permitir que los niños asuman riesgos mientras juegan y exploran es, para muchos adultos, de las tareas más complicadas de acompañar a los pequeños. Es por eso que les dejo algunas ideas, muy sencillas, por si les sirven y los ayudan en esa tarea tan bonita y a la vez tan complicada de acompañar a los pequeños en el juego.

1. SALIR A JUGAR AL AIRE LIBRE: Salir a jugar a fuera es esencial para que los niños puedan jugar y asumir riesgos en sus exploraciones. Es necesario salir de los entornos protegidos y cerrados y tener tiempo libre, no “híper supervisado” por parte del adulto.

2. CUIDAR O REVISAR EL ESPACIO PREVIAMENTE. Cuando hablamos de no vigilar y supervisar constantemente a los niños no significa que pueda desconectarme por completo de la situación.
Una tarea importante es asegurarme de que el lugar no presenta peligros importantes, ya sean estructuras de parques muy deterioradas, ríos con fuertes corrientes, elementos cortantes en la zona, etc.
Y comprobada la zona y en función de la edad de cada niño hay que dar un paso atrás y permitir que sean ellos, los pequeños, quienes tomen las decisiones relacionadas con el riesgo, teniendo en cuenta la edad de cada niño, por supuesto.

3. NO INTERFERIR NI AYUDARLES A TREPAR DÓNDE NO PUEDEN: A menudo los adultos tenemos muchos miedos pero paradójicamente les subimos a un montón de lugares que ellos, por sí mismos, no podrían.
Pero de esta forma no les estamos ayudando a valorar sus capacidades ni tampoco a estimar adecuadamente los peligros de cada situación. Si nos importa su seguridad, lo ideal es que los niños suban dónde pueden por sí mismos. Eso les ayudará a tener ideas claras sobre sus capacidades y a actuar sin ponerse en peligro.

4. DIFERENCIAR NUESTRO MIEDO DEL SUYO: Algo que es fundamental es no transmitir nuestros propios miedos a los pequeños. El lenguaje es muy importante, mucho más de lo que nos pensamos.
Mientras no hemos podido superar nuestros propios miedos es muy importante procurar evitar las frases tipo “te caerás” o “eso es muy peligroso” y sustituirlas por una frase mucho más real que es “a mí me da miedo eso”.
Es decir, me da miedo a mí, adulto. No te tiene por qué dar miedo a ti (niño). Te lo digo para que estés alerta y prestes atención, pero si tú sientes que eres capaz, adelante.

5. CONSIDERAR A LOS NIÑOS PERSONAS AUTÓNOMAS Y CAPACES: Creo que hay que partir de la premisa de que los niños son seres capaces, con sentido de la responsabilidad y con posibilidad de calibrar los riesgos de cada escenario.
Por lo general, a los niños que se les ha permitido manejar los riesgos desde la cuna suelen ser muy conscientes de sus posibilidades y ser responsables con ellas.
No hay nada que haga a un niño más capaz y seguro de sí mismo que las personas que le quieren y cuidan confíen en sus capacidades.

Concluyo ya, remarcando la complejidad de este tema, porque la percepción del riesgo es subjetiva. Lo que para unos es tolerable para otros es francamente peligroso. Pero siento que hay que encontrar un equilibrio.
En los últimos años ha habido una corriente de fuerte protección de la infancia, de acolcharles el entorno al máximo. Por ello, nos corresponde ahora a todos trabajar nuestro sentido de percepción del riesgo, evitando peligros innecesarios, pero dándoles la oportunidad de tener una infancia sana y divertida.


Fuente: Extraído de http://www.tierraenlasmanos.com/como-acompanar-juego-arriesgado-infancia/

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