"No te preocupes". "No es para tanto". "Estás exagerando". "No te puedes poner así por eso". "No vale la pena estar triste".
Todos hemos recibido alguna vez comunicaciones similares a
éstas. Entonces, apenas las escuchamos, corremos a abrir la cajita de herramientas
para "cambiar lo que sentimos", ilusionados, hasta que nos
damos cuenta de que simplemente no podemos.
La cajita resulta inútil porque lo que
sentimos es algo que no depende de nuestra voluntad.
Es cierto que una vez
que una emoción se ha disparado, contamos con varios recursos para elegir cómo
responder a ella, pero esa es otra historia.
Las emociones tienen siempre un disparador - un evento que las precipita -, que no podamos identificarlo desde afuera, no significa que la emoción surgió "de la nada".
Las emociones tienen siempre un disparador - un evento que las precipita -, que no podamos identificarlo desde afuera, no significa que la emoción surgió "de la nada".
Los seres humanos estamos preparados para
experimentar todas las emociones; ellas son parte del desarrollo evolutivo de
nuestra especie y cumplen una función. En este sentido no hay tal cosa como
emociones "buenas" o "malas", "correctas" o
"incorrectas".
Todas las emociones que experimente una
persona son siempre válidas y tienen sentido.
De más está decir que la mayoría de las veces que alguien nos dice "no
te preocupes, no es nada", está tratando de ayudar, de calmar, de aliviar.
Sus intenciones son buenas, pero probablemente provoque el efecto contrario:
hacernos sentir equivocados y dejarnos solos. A esto le llamamos invalidar:
comunicarle al otro que lo siente es incorrecto, que debería sentir distinto,
que no es comprensible lo que le pasa.
Básicamente, lo que está detrás de la comunicación invalidante es la NO aceptación de la experiencia emocional del otro.
Básicamente, lo que está detrás de la comunicación invalidante es la NO aceptación de la experiencia emocional del otro.
Validar: una estrategia de Aceptación
Probablemente uno de los mayores aportes de una Terapia es la inclusión de la Validación como una de las estrategias centrales del tratamiento .
La validación por parte del terapeuta implica, de manera resumida, comunicar al paciente que sus respuestas emocionales tienen sentido y son entendibles dentro de su historia y/o contexto actual.
El terapeuta acepta las emociones del paciente y
le comunica esta aceptación. Aceptarlas implica identificar esas respuestas,
tomarlas seriamente, sin desatenderlas ni trivializarlas, con una actitud carente de juicio y describiéndolas de manera no peyorativa.
Básicamente, cuando un terapeuta utiliza estrategias de validación emocional lo que hace es alguna de estas cuatro cosas (o varias a la vez):
Básicamente, cuando un terapeuta utiliza estrategias de validación emocional lo que hace es alguna de estas cuatro cosas (o varias a la vez):
- Ofrece oportunidades para la expresión emocional: el terapeuta escucha, clarifica y valida las emociones sin juzgarlas, dándoles lugar. Esto implica lo contrario a intentar controlar las emociones del paciente - intentar calmar las emociones rápidamente envía el mensaje de que son algo que no tendría que estar ahí, algo de lo que hay que deshacerse, justamente lo contrario a lo que se intenta al validar.
- Enseña habilidades de identificación y etiquetado de emociones: invita a observar con atención qué es lo que se está experimentando, a identificar los componentes de la emoción (disparadores, sensaciones corporales, impulsos de acción) y a poder nombrarlas.
- Lee las emociones: para esto es necesario que el terapeuta conozca bien al paciente y esté familiarizado con su cultura y contexto. Leer las emociones implica que con pocos elementos - como el evento precipitante o cierta postura corporal- el terapeuta puede darse cuenta de cuál es la emoción que puede estar sintiendo el paciente y comunicárselo a modo de hipótesis. Esto es casi siempre validante ya que comunica que la respuesta emocional del paciente es normal y entendible.
- Comunica la validez de la emoción: el terapeuta comunica que esa experiencia emocional es comprensible. Existen dos tipos de comprensión que puede comunicar. La primera es comunicar que la mayoría de las personas responderían a la situación disparadora de la emoción de la misma manera. La segunda es comunicar que la emoción es comprensible dadas sus experiencias pasadas de aprendizaje, incluso cuando otros hubieran reaccionado diferente, es entendible dentro de ese contexto.
Validación en la vida cotidiana
Podemos definir entonces a la validación como una práctica de aceptación profunda de las emociones del otro sin juzgar, sin aconsejar, sin intentar cambiar nada en ese momento. Cuando validamos, corroboramos la importancia de lo que siente la otra persona y lo tomamos como algo legítimo. En definitiva: comunicamos que nos importa su experiencia.
No tenemos que estar de acuerdo para validar, ni pensar que nosotros reaccionaríamos igual. Tampoco es necesario que nos parezca lógica la respuesta emocional. Si asumimos que todas las respuestas emocionales son producto de una historia de aprendizaje y un contexto particular, podremos entender que son siempre válidas, aunque no comprendamos del todo esa respuesta particular.
Tenemos muy buenas razones para practicar validación con las personas que tenemos a nuestro alrededor. La validación construye confianza y aumenta la intimidad en los vínculos, disminuye la sensación de aislamiento y alienta a que el otro experimente y acepte sus emociones.
La práctica de la validación suele generar también un aumento de la capacidad para la auto-validación emocional. Respetamos las emociones de los otros y también las propias, aceptándolas como parte de la experiencia de ser humanos.
¿Cómo la practicamos?
1) Prestando atención, escuchando al otro, mirándolo a los ojos: escuchar lo que dice atentamente, observar sus gestos, su tono de voz, su postura corporal; estar atento a lo que el otro expresa sin pensar en la respuesta que darás.
2) Aceptando con mente abierta la experiencia emocional del otro: cualquiera que sea la emoción que está sintiendo, es su emoción, y puede incluso ser dolorosa pero eso es parte de la condición humana. Es importante hacer lugar a todas las emociones, todas tienen un sentido.
3) Identificar las emociones del otro y dar una respuesta empática sin aconsejar: aconsejar implica que algo de la situación debe cambiar, muestra que nos cuesta tolerar la presencia de la experiencia emocional. Si la otra persona no ha pedido consejo, darlo puede resultar invalidante ya que puede dejar ver que consideramos que el otro no sabe cómo resolver sus problemas.
Es muy importante tener en cuenta el hecho de que debemos
respetar cuando las otras personas no nos han pedido consejo. El acto de
aconsejar en sí mismo no es malo, sino hacerlo sin que la otra persona lo haya
requerido.
4) Ofrecer compañía: ofrécele permanecer a su lado durante la experiencia emocional; si no estás seguro de que eso es lo que el otro desea puedes preguntar si desea estar solo, si quiere hablar sobre eso o si hay algo puntual que puedas hacer en ese momento. Es importante no emitir juicios ni valoraciones en esos momentos y estar dispuesto a dar no lo que uno cree que es mejor sino lo que es mejor desde la perspectiva del otro.
Una de las razones por las que nos cuesta tanto validar las emociones del otro es la ansiedad que sentimos por ayudarlo a sentirse mejor y, de paso, sentirnos mejor nosotros. Nos cuesta hacer lugar a las emociones, en especial cuando son dolorosas o displacenteras. Nos duele que al otro le duela, que esté triste, que esté enojado y nos cuesta tolerar estar ahí para simplemente acompañar. Pero el riesgo de querer ahogar rápido esas emociones es alto: podríamos enseñar sin quererlo que las emociones dolorosas no deberían estar ahí, cuando en realidad son parte ineludible de la vida; podríamos estar comunicando que el otro no sabe cómo llevar una vida sin dolor, lo cual es en realidad una meta inalcanzable.
Muchas veces,
la impaciencia por "ayudar" al otro tiene que ver más con sentirnos
mejor nosotros mismos (porque somos buenos, porque hacemos algo bien, etc.) que
con ponerse realmente en el lugar del otro y pensar en qué es lo que está
necesitando realmente en ese momento. No podemos determinar nosotros las
necesidades de quienes nos rodean, en todo caso, podemos intentar acercarnos
con la validación, para intentar que nos expresen qué es lo que necesitan
realmente.
No hay experiencias emocionales "positivas" sin las "negativas". Quien no está dispuesto a sentir y aceptar el dolor poco a poco va perdiendo la capacidad para experimentar felicidad y alegría. En este sentido, uno de los mejores regalos que podemos ofrecer es dar lugar a las emociones del otro - y a las propias-, las que fueren, porque todas contienen algo de verdad y de sentido y merecen ser experimentadas completamente.
La validación también puede ser un paso importante a reconocer
lo que sentimos, sin tratar de ocultarlo o bloquearlo, para poder buscar formas
de respuesta ante esos sentimientos que sean más positivos para nosotros mismos
y para quienes nos rodean. Validar no significa necesariamente actuar la
emoción, es decir, no significa que vamos a salir a tirar cosas porque estamos
enojados, como un ejemplo, sino que significa aceptar que uno está enojado y, a
través de esa consciencia de lo que uno siente, se abre la oportunidad de
comprendernos mejor y actuar de manera consciente ante los detonadores
emocionales.
https://es.sott.net/article/37784-Validacion-emocional-que-es-y-como-practicarla
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