sábado, 21 de enero de 2017

"¿Problemas? Tal vez es momento de invocar al McGyver que todos llevamos dentro"




MacGyver, el legendario personaje de la serie de los 80, se quedó en el inconciente colectivo como un "solucionador de problemas" con sencillas e improvisadas herramientas.
Sucedió hace tanto tiempo que no tengo en mi memoria algún capítulo en especial, sólo recuerdo que siempre algo "terrible" estaba sucediendo o por suceder. Y no había manera de salir de la dificultad.
Pero McGyver podía, siempre podía.
No pocas veces he tratado a personas que sienten que están dentro de un cuarto oscuro, herméticamente sellado, junto a una bomba a minutos de estallar. Y tienen la certeza de que no existe ninguna posibilidad de escape.
Y tiene sentido. ¿Por dónde saldrían? ¿Cómo podrían detener el reloj de la bomba? ¿Con qué se iluminarían para buscar alguna fisura por donde huir del inminente desastre?.

"En la serie, MacGyver resuelve todos los problemas que se le plantean haciendo uso de su gran inteligencia, su conocimiento académico en ciencias e ingeniería y su habilidad para la construcción de herramientas con elementos cotidianos de su entorno".
¿Y cómo extrapolamos esta descripción al ámbito emocional?.
No existe ni un solo ser humano que no haya tenido momentos de alta tensión, de vulnerabilidad, de situaciones que se escapan a su voluntad, difíciles y trascendentales decisiones por tomar, etc.
La vida está llena de desafíos. De hecho, ella misma lo es.
Vamos de misión en misión, como McGyver capítulo tras capítulo.
Pero, ¿Tenemos su inteligencia? ¿Su conocimiento? ¿Su ingenio?
Para enfrentar nuestros cotidianos "dramas", necesitamos justamente de ellos: inteligencia emocional, conocimiento de nosotros mismos e ingenio (o creatividad) para sortear los baches.
En cada capítulo nos quedábamos con la sensación de que aquello que en un principio nos pareció absolutamente imposible, terminó solucionándose de manera simple. Y una vez que vemos el modo en que el personaje resolvió la situación peligrosa, decimos "pero claro, ¡si era tan fácil!".
Los problemas se solucionan solucionándolos.
Las emociones se equilibran  reconociéndolas, asumiéndolas, enfrentándolas. Y recurriendo a los más simples "artilugios" , muchos de ellos de conocimiento popular, como contar hasta 10, respirar profundo, salir a caminar para aclarar los pensamientos, pegarle al almohadón, ir de compras...

A diferencia de McGyver, en mi mochila llevo sólo mis esencias florales. Ajusto unas con otras, pienso -incluso "adivino"-, me tomo muy en serio la gran misión, me concentro y enfoco, en la búsqueda de la solución y como resultado, durante años, mis pacientes han podido detener el reloj de la bomba, encender una luz, encontrar la salida, avanzar en el camino y mirar hacia atrás sólo para darse cuenta de que el problema no era tan grave como parecía.
Amorosamente, 
Sandra

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