viernes, 13 de enero de 2017

"Por difícil que sea un Niño, no dejes nunca de hablarle Bonito…"


Los niños, son seres especiales, pequeñas cajas de sorpresa, baúles de emociones y ocurrencias, pero no siempre su comportamiento es como desearíamos.
Solemos perderles la paciencia porque pueden llegar a ser agotadores y demasiado difíciles de disciplinar. Nos confunden, nos llevan a la intolerancia y a tratar de aprender a lidiar con nuestras emociones para poder hacer frente a su conducta.
El amor es para el niño como el sol para las flores.
Sabemos que no es fácil, que no siempre se logran transformaciones inmediatas, que muchas veces son caminos largos y no dejan de sorprendernos con su conducta, sin embargo, hay algo muy importante que no podemos olvidar:
jamás debemos cansarnos de hablarles Bonito…
¿Te has fijado en su reacción cuando le llamas la atención de manera dulce y sutil? ¿Has observado como los niños responden ante la disciplina afectiva? ¿O cómo puede un niño llegar a reaccionar con mucha más rapidez, ante una palabra de amor y consuelo que ante un golpe?…
Los niños son seres afectivos, que independiente de sus actitudes, nacen dispuestos al amor, a ser amados, a ser aceptados. Por múltiples razones, algunos tienen a flor de piel la defensa, la rebeldía, la autoridad, el reproche. O no logran controlar su carácter ante el hecho de ser dirigidos por otra persona. 
Pequeños ancianos para muchos, espíritus irreverentes para otros, el caso es que a los niños hay que saber buscarles el punto frágil, ese punto donde captamos su atención, donde sentimos que nos responden, que reaccionan a nuestro llamado, pero desde el corazón, no desde el temor o el dolor.
La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras.
Para muchos padres, una palmada a tiempo puede resolver muchos problemas, sin embargo, una palabra de amor y consuelo, de compasión y de ternura, puede grabar más hondo en el alma de ese niño el mensaje que deseas enviarle.
Tal vez no tenga una reacción inmediata a nuestros deseos, como pudiera tenerla con una palmada, pero de seguro ese niño recordará esas palabras el día de mañana y así las repetirá cuando de ellas requiera, lo mismo que hará con la palmada y el resentimiento de verse humillado y no poder defenderse.
No nos cansemos jamás de hablarles a los niños, pero de hablarles Bonito, de agradecerles por existir, de valorar su inocencia, de cuidar lo delicado de su vida.
Las palabras pueden sonar ligeras, pero calan en el alma, en el corazón y se quedan grabadas en la memoria.
Háblale Bonito, para que viva Bonito.


Fuente: http://aprendizajerecreativo.blogspot.cl/2016/12/por-dificil-que-sea-un-nino-no-dejes.html?m=1
Nota: Me tomé la licencia de hacer algunas modificaciones de redacción al artículo original.


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