miércoles, 31 de mayo de 2017

"Educar los Sentimientos propios y alimentar la Emocionalidad colectiva"


Una máxima simple es que podríamos contribuir a la seguridad humana en la ciudad si contribuimos con nuestra propia felicidad a la felicidad de los otros; quizás conociéndonos más a nosotros mismos y a los otros. 
Esto puede sonar a trabalenguas, pero si se lee despacio tiene lógica. 
En una sociedad tan emotiva, es fundamental el gobierno y la direccionalidad de las emociones. La posibilidad de entendernos a nosotros mismos es un criterio para construir la convivencia. 
Eso no pasa de ninguna manera por negar nuestras emociones, sino porque se expresen de una manera más clara, incluyente y fraterna, en la relación sentimientos y seguridad, tal como lo dijera Joseph Pla: 
"La primera cosa que se necesita para sentir una pasión 
es saberla expresar". 
La seguridad se logra cuando cada persona se aproxima al conocimiento de sus propios sentimientos e inclinaciones y comprende, desde sí mismo, la posibilidad que tiene de elegir caminos, sueños y deseos, y entonces asume la libertad y la responsabilidad que tienen para optar, para elegir caminos. 
En esa experiencia es que emergen seres humanos con carácter fuerte para afrontar la vida y con compromiso para relacionarse con los otros, desde un sentido solidario, desde una expresividad propia. Educar los sentimientos propios y alimentar la emocionalidad colectiva es fundamental.

Que nadie piense en mí.
Pensemos en toda la tierra,
golpeando con amor en la mesa.
No quiero que vuelva la sangre
a empapar el pan, los frijoles, la música: 
quiero que venga conmigo 
el minero, la niña,
el abogado, el marinero,
el fabricante de muñecas,
que entremos al cine y salgamos
a beber el vino más rojo.
Yo no vengo a resolver nada.
Yo vine aquí para cantar
y para que cantes conmigo.
Pablo Neruda.

Nadie nace solo, nadie se hace solo... somos con otros, por los otros, entre los otros. A veces nos han hecho pensar que vivimos a pesar de los otros, contra los otros, en disputa con otros, pero no es necesariamente así. Nuestros sentimientos se forman en la comunidad de la existencia; la seguridad también está en esa cadena de afectos que nos hace presentes, recordables, memorables, significativos para la humanidad entera. 
No hay seguridad ninguna en el mundo, si no cuenta con nuestros sentimientos y nuestras emocionalidades individuales y colectivas. Quizás por eso es bueno aprender a expresar las emociones en la vida diaria. Pensémoslo. 

Fuente: http://observatoriorealidades.arquidiocesiscali.org/semanarios/espiritual-111.html



sábado, 27 de mayo de 2017

"La Salud también es Contagiosa"


"Durante mis años de estudiante y trabajador en hospitales 
sólo oía hablar de enfermedades contagiosas, 
pero a mí me interesa muchísimo más la "salud contagiosa" 
que surge del ser humano y que reside en la sabiduría de nuestra alma".

La salud reside en vivir en concordancia con los deseos del alma. No existen diferentes enfermedades sino una diversidad de síntomas con un sentido profundo: transmiten mensajes espirituales y conflictos psíquicos no resueltos. La capacidad de recuperación depende de su adecuada interpretación.
La salud nunca puede ser algo exterior, ni tampoco depender absolutamente de causas externas, sino que se experimenta en el interior del ser humano. Por tanto, es ahí donde hemos de dirigirnos para encontrarla, estimulando pensamientos y sensaciones que vienen demostrando su validez desde hace siglos.
En la búsqueda del origen y causas de la salud, el médico y terapeuta Ruediger Dahlke utiliza su experiencia médica en toda su extensión, sin diferenciar entre ciencia moderna o antiguos caminos, entre síntomas físicos o anímicos.

¿En qué consiste la salud?

El estado de salud no se puede alcanzar del todo porque no es una meta inamovible, de la misma manera que nada que es auténtico permanece quieto, todo fluye. Sin embargo, todo flujo contiene un ritmo, y lo importante es que cada cual encuentre el suyo. Cada persona es diferente, por lo tanto no existen reglas generales para todo el mundo. Es importante escucharse, y ahí encontrarás las leyes de la vida y de la salud. De todas formas, podemos observar si nos alimentamos y nos movemos como un ser humano, sin voracidad y discriminando lo que nos conviene de lo que no, teniendo en cuenta que en diferentes momentos y en diferentes etapas lo que nos conviene puede variar.

¿Existen algunas reglas a tener en cuenta, aunque sean de forma provisional?

Hay tres reglas especialmente importantes:
  1. Encuentra tu verdadera esencia y deja que florezca.
  2. Sé consciente de tus miedos.
  3. No sigas estando sujeto a normas o principios que ya no te aportan nada.
¿Cómo actúa el miedo?

Te impide liberarte y fluir con la corriente de la vida. El miedo exige continuamente reglas con las cuales poder atormentarte. Pero gracias a la ley de la polaridad (una de las dos leyes globales de la vida, junto con la ley de la atracción), el miedo lleva también implícita la solución. Puedes cambiar las tornas: encamínate hacia tu miedo y verás como te conduce a tu verdadera esencia. 
Casi siempre lo que más miedo te da es lo que te fascina y te maravilla -si decides encararlo-, lo que te supone un desafío. Si es así, eso es lo que tienes que seguir; pero cuidado, no dejes que se convierta en una rutina. Todas las cosas, y sus reglas, tienen su tiempo. Cuando las reglas empiezan a obstaculizar el fluir de la vida, y en lugar de fomentar el crecimiento lo que haces es ponerle trabas, entonces es el momento de darles las gracias y soltarlas, para evitar así la enfermedad y seguir manteniendo la verdadera salud.

Nos has hablado dos de las reglas: 
afrontar los miedos y abandonar las reglas que ya no sirven. 
¿Pero qué pasa con la primera y más importante? 
¿Cómo encontrar la verdadera esencia?

Es mucho más fácil de lo que crees. En realidad no necesitas buscarlo porque está en el interior y siempre lo ha estado. Pregúntate quién eres. Tu camino no tiene que ser el adecuado para los demás. Es mejor cometer los propios errores que vivir las virtudes de otras personas. Esas personas que hacen lo que se supone que se debe hacer o que viven los proyectos de otras (sus padres, su pareja, etc.) descuidan su propio camino y se alejan cada vez más de sí mismas, y no es extraño que empiecen a aparecer síntomas de malestar o, como se denomina comúnmente, "enfermedades". Estas enfermedades obligan a dar marcha atrás, o incluso a volver a empezar, puesto que eso es lo que la enfermedad está intentando decirte. No existe salud real y completa cuando no se está viviendo la propia vida.

Pero la salud también es un tema que hay que plantear desde el plano físico. ¿Cómo tratar al cuerpo para un estado de salud satisfactorio?

Como decía santa Teresa de Ávila, debemos ser buenos con el cuerpo para que el alma se sienta a gusto con él. Basta con tratarle de una manera racional, con amor, y saber escucharle. Un cuerpo sano es una oportunidad maravillosa para crecer de forma libre y voluntaria, pero un cuerpo enfermo obliga al alma a aprender. También un cuerpo aquejado de síntomas de malestar es una buena base para el alma, para que ésta aprenda sus lecciones y acumule experiencias. Así que todo está interrelacionado y no podemos separar una cosa de la otra. Es bueno ocuparse de los escalones superiores de la jerarquía, pero sin olvidarse de la base.


Autor: El Dr. Ruediger Dahlke estudió medicina para, posteriormente, ampliar su formación como naturista y psicoterapeuta. Un currículum que avala perfectamente su convencimiento de que la salud no puede dejar de englobar la entidad completa cuerpo/mente. Su primer libro, "La enfermedad como camino" (1990) revolucionó el concepto sobre la enfermedad y nos ayudó a observar e interpretar los mensajes de nuestro cuerpo.
Fuente: http://crecejoven.com/salud--ruediger-dahlke
Entrevista realizada por Marié Morales.

"Las Alergias y el Instinto de Agresión"



 ”Los afectos que no se manifiestan, no desaparecen,
 sino que vuelven bajo la forma de síntomas. 
El síntoma está en el lugar de un afecto que no se expresa, 
es el monumento conmemorativo de la supresión de una emoción, 
de tal manera que al permitir que ésta aflore, 
se quita la razón de la existencia del síntoma”.
 Dr. Eduardo Grecco

Simbología de las Alergias


Las alergias son una de las enfermedades que más han aumentado en las últimas décadas. Su simbología, según del Dr. R. Dahlke, está relacionada con la no aceptación (con represión) del instinto de agresión, inherente al ser humano. 

Instinto de agresión, entendido en el sentido amplio que utiliza, por ejemplo, la Bioenergética, como fuerza vital de avance, que puede canalizarse positiva o negativamente, tanto para la persona como para su entorno. La violencia es entonces una manifestación dañina de este principio de agresión, es una agresión destructiva y constituye un mal funcionamiento de este instinto.
La palabra agresión procede del latín aggredi, que significa abordar, atacar, la cual, inicialmente tenía un significado neutro. En nuestro uso moderno de la lengua este concepto tiene una acepción exclusivamente negativa. 
Dice el Dr. Dahlke que “la agresión se equipara automáticamente a la violencia, pero cuanto más intentamos evitarla más intenso es el dolor con el que irrumpe en nuestra vida. La fuerza vital y dinámica de la agresión se implanta entonces en un plano no resuelto de violencia interior y nos hace enfermar. 
Realmente no queremos saber nada de la agresión, no queremos tener nada que ver con ella y deseamos poder desprendernos de su influencia, sin embargo, de esta manera no tenemos ni la más mínima oportunidad de asumirla ni de resolverla. Sin embargo, desde el punto de vista de filosofía espiritual, la agresión es la energía de todos los inicios y corresponde al principio de Marte, con el que comienza cualquier vida. Desde esta perspectiva, el intento de expulsar la agresión del mundo carece de todo sentido. Si se consiguiera, significaría abolir el mundo. Así, por ejemplo, el inicio del ciclo vital en la naturaleza sucede naturalmente a partir de la energía agresiva de la primavera. Las savias ascienden, los árboles brotan, y nadie ve nada malo en todo ello”.
Las alergias, entonces, parecen expresar erradamente a nivel corporal este principio de agresión, porque, ¿qué lleva a las defensas del organismo a entablar una guerra con sustancias que –salvo algunas sustancias químicas- son generalmente inofensivas, e incluso, saludables como el polen?. 
Una hipótesis es que el organismo no combate a los alérgenos, sino a los símbolos que representan, por eso carece de importancia el número de los alérgenos con los que entra en contacto la persona afectada, pues la reacción es siempre violenta y extrema. Si alguien se lanza de inmediato contra un símbolo, en sí inofensivo, con toda la fuerza de lucha de su arsenal de armas, puede sospecharse que “vaya armado hasta los dientes” y que arrastre un problema de agresión no consciente.
A diferencia de los agentes patógenos que intervienen en los procesos infecciosos, en el caso de los alérgenos, el ataque no es real: los granos de polen no maquinan nada contra las personas y tampoco quieren colonizar el organismo como en el caso de los hongos, bacterias o virus. 
A nivel celular el componente agresivo es todavía más claro. Los anticuerpos se lanzan en masa sobre los alérgenos. Este hecho demuestra que la agresión parte de la propia persona y no proviene del exterior, ya que los alérgenos no hacen nada por sí mismos, ni siquiera penetran sino que son aspirados de forma pasiva o llegan hasta la piel sin ninguna intervención.
Las medidas defensivas, en el caso de las alergias, se plantean más hacia la prevención que a la lucha abierta. Lo que aparecen en primer plano son las resistencias, la delimitación y la creación de barricadas. Todo se hincha: las aberturas corporales, incluso los poros de la piel. En la reacción aguda, el alérgico se blinda. Las alergias se manifiestan sobre todo en las superficies fronterizas. En los ámbitos intestinal y pulmonar, la afección también tiene lugar en las superficies fronterizas puesto que las mucosas de estos órganos actúan exactamente como unas fronteras frente al exterior. 
En el caso de síntomas cutáneos, como puede ser la urticaria, se produce una inflamación, enrojecimiento y calor. También puede haber picor. 
Cuando algo nos pica, nos irrita, y da igual que se trate de una pústula en la piel, de un tema en la conciencia o de una persona.
En el caso de las personas alérgicas por la fiebre de heno o de los asmáticos, se añaden como manifestaciones agresivas la tos, los estornudos y los jadeos. Si se contempla el desarrollo fisiológico de la tos, se ve que se genera una enorme presión que después se descarga al exterior en forma de explosión, el estornudo, en el que “las gotitas abandonan la nariz a una velocidad de unos ciento cincuenta kilómetros por hora”. Quien tiene la nariz o los bronquios atascados con secreciones, se parece a quien –rojo de rabia- se está impidiendo expresar su enfado. 
Mejor sería, probablemente, manifestarse a tiempo a nivel verbal.

Si las personas alérgicas se sienten atacadas, o como mínimo, amenazadas por sustancias totalmente inofensivas que no quieren hacerles nada, ¿no están proyectando sobre ellas las peores intenciones y es lógico sospechar que debe tratarse de los propios instintos agresivos inconscientes?.
Esta contención o represión de la agresividad -que emergió tal vez como mecanismo funcional en sus orígenes- puede relacionarse con las explosiones que suceden al control previo. Y el hecho de que estemos volcando sobre nosotros mismos, sufriendo en nuestras propias carnes la batalla que el sistema inmunitario emprende con los alérgenos, en forma de agresividad reprimida, nos lleva considerar una “agresión resentida con tendencia a acusar a los demás”.
También, el que esta proyección se viva con irritación, con rechazo al alérgeno, con una reacción en definitiva de intolerancia, nos conduce al rechazo sobre de nuestra propia sombra, en este caso del instinto agresivo.
El aspecto simbólico de los alérgenos es también estudiado por el Dr. Dahlke, llegando a la conclusión general de que los alérgenos son símbolos de lo vital, lo sucio, con especial realce de lo sexual, como algo impuro.
De otro lado, cuando la manifestación física se centra en las fronteras de contacto corporales, nos puede hacer pensar en una retirada de la vida (o del principio de vida, también inherente al instinto de agresión).
Desde otra perspectiva (¿para qué nos sirven la enfermedad?), podemos considerar la posibilidad de que las alergias puedan ser la manifestación de un juego de poder (Dr. Dahlke): “Imponerse a los demás evitando los alérgenos, tiranizando el mundo y con ello experimentar agresiones. A su vez, las sensaciones de culpabilidad resultantes conducen a una mayor proyección de las agresiones” .
Comentarios finales
De otro lado, si trabajamos desde la perspectiva de lectura de enfermedades como parte de “la sombra”, como afectados o como terapeutas florales, no podemos perder de vista el hecho de que no va a ser inmediato -ni fácil- apropiarnos de la interpretación de su simbología, ya que, es porque son inconscientes y rechazados que se necesita vivirlos en el cuerpo, siendo ahí desplazados.
Lección a aprender
“El mundo no me agrede, no puede. Soy parte de él”.
“El mundo es un lugar seguro y acogedor”.
“Soy uno con la totalidad de la vida”.
Niños.
En el caso de los niños, puede considerarse que, participan del mensaje impreso en el inconsciente colectivo, o expresan el instinto de agresión reprimida en el ámbito de la constelación familiar.


Nota: He resumido el artículo, quitándole la parte específicamente floral, para que pueda ser leído por el publico en general y no sólo por terapeutas florales. 
Para leer el artículo completo, seguir el link que aparece más abajo.
Fuente: http://www.gestaltceres.com/lectura-floral-de-la-simbologia-de-las-alergias/

miércoles, 24 de mayo de 2017

"No Soy de aquí ni Soy de allá"




Me gustan los que se callan y me gustan los que cantan, 
y de tanto andar conmigo, me gusta lo que me pasa.
Me pasan cosas como éstas, 
aunque no tenga importancia andar contándole a todos 
todas las cosas que pasan.
Porque uno no vive solo y lo que a uno le pasa 
le está sucediendo al mundo, 
única razón y causa.
Pues todito es tan perfecto porque perfecto es Dios, 
que se mueve alguna estrella cuando arranca una flor, 
por eso si hay uno, hay dos.
Supe del diablo la noche que al hambriento dije no, 
también esa noche supe que el diablo es hijo de Dios.
Ando solo por la vida con un tono y dominante, 
modestamente cantor sin pretensión de enseñar, 
porque si el mundo es redondo no sé qué es ir adelante, 
andar y andar, siempre andando nada más que por andar.
No vine a explicar al mundo, sólo vine a tocar.
No quiero juzgar al hombre, 
al hombre quiero contar.
Mi condición es la vida y mi camino cantar,
cantar y contar la vida 
es mi manera de andar.
Un día llegue a Tandil 
y conocí a un anciano 
que a falta de inteligencia se le dio por ser muy sabio, 
le pregunté por Jesús una noche al lindo viejo 
y ahí mismo lo conocí 
cuando me alcanzó un espejo.
Yo bailo con mi canción y no con la que me tocan, 
yo no soy la libertad, 
pero sí el que la provoca.
Si ya conozco el camino 
pa qué voy andar al costado, 
si la libertad me gusta, 
pa voy a vivir de esclavo.
Elegir, yo siempre elijo, 
más que por mí, por mi hermano. 
Y si he elegido ser águila fue por amor al gusano.
Prefiero seguir a pie 
y no en caballo prestado, 
alguien por una manzana va siempre quedando a un lado, 
siempre se llega primero 
el que va más descargado.
El día que yo me muera no habrá que usar la balanza, 
pues pa´velar a un cantor con una milonga alcanza.
Doy la cara al enemigo, 
la espalda al buen comentario
porque el que acepta un halago 
empieza a ser dominado. 
El hombre le hace caricias al caballo, 
pa montarlo.
Perdón si me propasé y me puse moralejo, 
nadie puede dar consejos, 
no hay hombre que sea tan viejo.
Me pongo el sol al hombro y el mundo es amarillo.
Me gusta andar, 
pero no sigo el camino 
pues lo seguro ya no tiene misterio.
Me gusta ir con el verano muy lejos 
pero volver donde mi madre en invierno. 
Y ver los perros que jamás me olvidaron y los caballos 
y los abrazos que me dan mis hermanos, 
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sábado, 20 de mayo de 2017

"El TDAH visto con otros Ojos"


Niños inquietos, movidos, siempre han existido. De hecho una manera de saber si un niño es sano es en la medida que sea curioso, experimente y tenga interés por la realidad que le rodea.
Incluso el desarrollo intelectual exige una cierta experimentación, actividad y actitud de alerta hacia situaciones, que al ser interesantes, el niño se acerca para conocerlas.
Hoy en día la hiperactividad está de moda. De hecho este concepto clínico se ha banalizado tanto que muchas personas, padres, educadores. hablan y asignan problemas de hiperactividad a muchos niños y niñas por el simple hecho de que se mueven “demasiado”.
Sin embargo, por mi experiencia clínica y por mi filosofía personal, no existe el TDAH (Trastorno Déficit de Atención con/sin Hiperactividad), sino niños y niñas con una sintomatología común con una frecuencia e intensidad muy variables.
En este sentido voy en la misma dirección que la filosofía del Dr. Bach, que trata a la persona que padece una enfermedad y no la enfermedad misma. Debemos tratar niños, no trastornos; y es en este sentido que hace pocos años me acerqué a la terapia floral de Bach, porque en este encuentro, desde disciplinas diferentes pero unidas por el hecho común del sufrimiento humano y de la necesidad de atender a la persona, pensé que el aporte del sistema floral Bach podía ser francamente innovador, y con mucho un sistema que ayude a mitigar y a equilibrar varios de los problemas asociados al propio TDAH.
Cada vez más la conducta inquieta, el niño movido, se tolera menos. Queremos niños atentos, quietos, sentados en una silla atendiendo durante largas horas las explicaciones de profesores.
Por otra parte, los padres no tienen tiempo para dedicarse a sus hijos después de una larga sesión de trabajo y cuando llegan a casa quieren paz y tranquilidad.
Muchos de estos niños y niñas son catalogados de hiperactivos, porque cada vez menos toleramos la conducta irregular; esto provoca una incomprensión de la actitud del alumno o del hijo, y dificulta mucho la comprensión y la comunicación positiva.
Otro factor importante a tener en cuenta es que en nuestra sociedad globalizada hay un fenómeno que escapa al control de los padres y educadores que es la sobreestimulación. Los niños hoy en día están recibiendo continuamente estímulos, hay una presión para que aprendan desde muy temprana edad, queremos que se pongan de pie cuanto antes, hablen cuanto antes, conozcan letras y números y aprendan cuanto antes. Al mismo tiempo los impactos estimulantes que los niños reciben en la calle, en los medios de comunicación, en la escuela, cuando están con sus padres, están provocando la aparición de niños irritados, inestables, con estrés, porque no pueden integrar tanta información y tanto estímulo.
El niño hipersensible y emotivo tiende al bloqueo ante tanta estimulación, pero también al descontrol y a lo que podíamos denominar conducta sobreactiva (no hiperactiva, confusión que muchas veces desorienta al educador). Este es un factor importante, la sobre estimulación en un niño con un perfil biológico reactivo es un caldo de cultivo para desarrollar cuadros de irritabilidad conductual, descontrol motor y desorden emocional. Por lo tanto, si bien hay muchos especialistas que consideran al TDAH como un trastorno de origen neuro‐biológico, y esto es así en muchos casos, este origen no explica la proliferación de niños supuestamente con TDAH, que son el producto de una sobreestimulación y un desorden ambiental.
Muchos de estos niños acaban siendo medicados con psicoestimulantes, que en algunos casos tienen un efecto beneficioso sobre la conducta y la atención, pero poseen efectos secundarios conocidos y otros que posteriormente iremos conociendo cuando estos niños se hagan mayores. Además esta medicación sin ningún otro tipo de intervención, no logra el objetivo deseado.
No hablaré de diagnóstico sino de sintomatología y cómo desde ésta podemos ir hacia la formulación de la terapia floral del Dr. Bach, es decir, al lenguaje que nos permite entender las aplicaciones de este sistema.
No se trata de sustituir una terapia por otra, sino del complemento en el tratamiento de la sintomatología que abordan la psicología, psicopedagogía, la farmacología actual, y las Flores de Bach.
La consecuencia esencial que observamos en niños y niñas con esta sintomatología, es la progresiva diferenciación en el proceso de desarrollo cognitivo, social y personal respecto a los demás niños de su edad. Es decir, las consecuencias del TDAH siempre tienden hacia la falta de adaptación social y a un progresivo deterioro de su autoestima, con una marcada tendencia a la inestabilidad emocional y al trastorno de conducta.
Atendiendo al lenguaje floral y al aporte del sistema floral de Bach, hay un tema en común importante: el niño con TDAH sufre en sí mismo la incomprensión de su conducta por parte de los demás, y en consecuencia aparece una inestabilidad emocional y una considerable baja en su autoestima.
En estos temas emocionales, las flores de Bach pueden tener una incidencia fundamental, abarcando además conceptos como:
• El descontrol.
• Inquietud persistente.
• Impulsividad.
• Disminución de funciones como atención‐memoria.
• Bajo estado de alerta atencional.
• Baja autoestima.
• Reacción desmedida ante estímulos que frustran sus expectativas.
• Falta de seguridad en sí mismo.
• Influenciabilidad y pérdida de confianza en sus propias posibilidades.
• Reacciones desmedidas de celos, rabietas, agresividad implícita y explícita.
• Rechazo y resistencia a la adaptación de normas, reglas y rutinas.
• Sufrimiento interior, enmascarado con una cierta alegría y sensación de pasar de todo, que nada le hace mella.
La sensación de no ser un hijo deseado, la desesperación de los padres, el aislamiento del niño en su propia familia, la renuncia de los padres a realizar vida social por miedo a la reacción de su hijo, el excesivo número de castigos que no marcan ninguna consecuencia positiva, es decir, la necesidad de intervenir en el medio familiar es también un elemento importante de estudio de la aplicación del sistema floral del Dr. Bach.
A nivel emocional, conductual, familiar y escolar, la necesidad de mejorar los vínculos familiares, de comprender el alcance de esta problemática y de cómo tratar (educar) a su hijo, es una necesidad que desde la psicología hay que trabajar de forma muy importante. El ritmo de aprendizaje de un niño con TDAH es diferente. La falta de atención y de memoria refleja muchos inconvenientes en seguir el ritmo de trabajo y el asentamiento de la información, que durante horas el niño recibe durante una jornada escolar. La necesidad de entender el proceso de aprendizaje de un niño con TDAH, la contención de sus conductas, y la adaptación de la escuela a sus posibilidades, es una medida esencial para dar salida a las frustraciones de fracaso, que el niño muchas veces recibe de la escuela como consecuencia de no seguir el ritmo marcado por el profesor.
Desde la terapia floral de Bach se tratan personas no enfermedades, y esta terapia quiere llegar a curar la enfermedad y a prevenirla desde lo más íntimo del ser humano, sus emociones, su forma de ser.
El ser humano tiene un alma o ser superior de naturaleza divina, nuestro paso por la vida es para adquirir conocimiento, virtudes, para avanzar en la perfección y en la felicidad. Esta armonía y paz pueden verse rotas por el conflicto, y es este la raíz de la enfermedad y la infelicidad. Por todo ello teniendo en cuenta la sensación de inadecuación, la infelicidad, y la sensación de fracaso del niño con TDAH, creo muy importante los estudios y las aplicaciones prácticas desde la terapia floral de Bach, insistiendo una vez más en el carácter interdisciplinario de mi concepción a la hora de abarcar y ayudar a todas las necesidades que un niño o una niña con TDAH tienen.
Josep María Batlle 

La Terapia Floral en el TDAH 

Cuando a la consulta de un Terapeuta Floral llegan unos padres (frecuentemente viene sólo la madre), con un niño o niña con problemas de atención o hiperactividad (o los dos), normalmente ya están al límite. Aunque estos preocupados padres no lo expresen, en sus expectativas está el deseo de “que me lo arreglen porque ya no puedo más”. Un niño de estas características es una gran prueba para el mayor dotado de paciencia y puede llevar hasta el límite de la explosión nerviosa a aquel que, antes de llegar este vástago, era la tranquilidad personificada. Se ha mencionado que el origen del TDAH es multifactorial y su tratamiento es multidisciplinar, es decir, hay que actuar en distintas áreas de la vida del niño: el área escolar, el familiar y la prestación de atención psicológica. Pero, además de ser multidisciplinar, es sistémico. Con ello queremos decir que, además de atender a los padres, dándoles pautas para mejorar los hábitos y comportamientos del niño, también hay que atenderlos en relación a los afectos que se han formado entre ambos y cómo puede ayudar la Terapia Floral en su transformación.
Un niño no nace hiperactivo, es un ser que ya antes de nacer, empieza a interactuar con su entorno. Responde a los estímulos que recibe aceptándolos o defendiéndose de ellos. Puede nacer movidito, pero dependiendo del vínculo que los padres establezcan con él, así responderá.
El Niño 

Normalmente los padres manifiestan que es muy sensible, muy activo, que en casa incordia a sus hermanos (cuando los tiene), reclama constante atención, tiene baja autoestima, en algunos casos manifiesta celos, es desordenado y compulsivo, con gritos, golpes o ataques de agresividad, conflictivo en el colegio y además tiene problemas de concentración y aprendizaje. Para nosotros es de especial interés la ambivalencia de sus sentimientos expresando a veces singular agresividad contra uno de los progenitores. Viendo los casos tratados con esencias florales, parece ser que en el fondo de toda esta batería de síntomas hay un gran enfado y mucho miedo.
Es un trabajo importante que se debe de atender. No obstante, podríamos preguntarnos, ¿qué induce al niño a comportarse así?

Los padres 

Ya hemos visto que la Terapia Floral en un niño, es sistémica. Los padres son parte del problema, pero también de la solución.
Una parte muy importante de la terapia a un niño con problemas, es el trabajo con los padres. A un niño se le acostumbra a tratar como una pieza que se debe de ajustar sin tener en cuenta que forma parte de un sistema familiar y por lo tanto, de un sistema de vínculos. Y los vínculos, para lo bueno y lo malo, nos unen a otras personas, en este caso a un sistema familiar.
En el inicio del vínculo afectivo entre padres e hijo, algo no funcionó y cada vez se complicó más la relación, primero en la familia y luego en su entorno escolar. 
Este es un tema muy delicado porque no se puede culpabilizar a nadie. Los padres hacen lo mejor que saben y pueden y su amor por el hijo queda fuera de cualquier duda. Lo que sucede es que a veces, el amor no se expresa de la mejor manera o incluso, muchas veces, no es recibido con la misma buena intención con que se expresa. Esto nos pasa también a los adultos. El enfado que muchos de estos niños muestran y en especial hacia uno de los progenitores (aunque a veces no sea evidente), es una de las raíces del posterior desarrollo del conflicto, otra es el miedo. 
Todo ello se traduce en una extrema exigencia de atención, que finalmente es rechazada por los padres y reprimida, lo cual supone un incremento de miedo al castigo, más sensación de rechazo y por tanto un mayor enfado. Muchas son las razones por las cuales un niño puede mostrar enfado, sentirse culpable y finalmente sentir miedo.
Baste decir que en la mayoría de casos que he tratado, la madre ha tenido alguna complicación en la gestación o en el parto; algunas veces la actitud del padre no ha sido la más idónea (y también de la madre); y la situación laboral y social de los padres, no es la más adecuada para dedicar el tiempo necesario a un hijo y con la debida tranquilidad. 
Es imprescindible que los padres se involucren en la evolución del hijo: los dos. 
Ver al hijo no como alguien que es problemático y que molesta, sino como un ser que ha llegado hasta este punto fruto de un proceso. Tratar de ver al hijo desde el niño, no desde los significados del adulto. Claro que fastidian y que exasperan, pero su actitud trata de decir algo. 
Igual que el vínculo entre la pareja puede tener problemas y se trata de hacerlo conciente y resolverlo, así sucede con el vínculo entre padres e hijos. Reflexionar junto a los padres acerca de la autoridad (no el autoritarismo), del poner los límites justos (no imposiciones), del respeto y todo ello a la luz de los afectos que intervienen, es fundamental y es nuestro trabajo. 
Ver un poco su actitud frente al conflicto y recogerlo con esencias florales, es deseable y necesario. Sí, estoy hablando de que no sólo es preciso que el niño tome esencias, sino también que las tome aquel progenitor que lo acepte y si puede ser, los dos. No se trata de hacer terapia a los padres (por lo menos si no lo solicitan), se trata de atender con esencias florales aquellos aspectos que pueden ser útiles para ayudar al hijo.
Josep Lluís Pujol 

Autores
: - Josep María Batlle Psicólogo. Infancia‐adolescencia. Fundador y director de CODDIA. - Josep Lluís Pujol,  Terapeuta Floral Integrativo.
Fuente: Congreso SEDIBAC – 23‐24 Mayo 2009 (extracto)


jueves, 18 de mayo de 2017

"El Arte de Vivir"



Se puede vivir sin hacer muchas cosas, y se puede hacer muchas cosas sin saber vivir. La mayoría de la gente que ahora uno ve por la calle sabe hacer muchas cosas, se mueve todo el día, está agitada todo el día, y no sabe vivir.
Hoy, en gran parte, el hombre de una ciudad civilizada y urbanizada es un servidor del sistema y de las máquinas, porque cuando tiene que ocuparse del coche, de la lavadora, de lo otro y de lo de más allá, se pasa el día alimentando cosas y sosteniendo cosas, cuando sencillamente podría vivir mejor. Porque lo que no está claro son los fines. ¿Cuáles son los fines de la vida?, ¿para qué vivimos?, ¿para qué estamos vivos?
Estamos vivos para vivir,
 para hacernos, 
para realizarnos, 
para dar de cada uno de nosotros 
todo lo que puede dar, 
porque así tendrá todo lo que pueda recibir. 
Pero para que esto empiece hace falta libertad. Y para tener libertad, no libertad de expresión, lo que hay que tener es libertad de pensamiento, porque si usted no tiene libertad de pensamiento, da igual que hable o diga lo que quiera.
El poder se asegura de que no tengamos libertad de pensamiento, para eso nos educa, para que pensemos lo que él quiere que pensemos. 
Y entonces, cuando consigue que nosotros pensemos lo que él quiere que pensemos, y eso lo consigue en la infancia, cuando enseña la doctrina, cuando enseña los principios; lo consigue en la sociedad con el ambiente general, con los principios, la publicidad, el mercado, etc.
Cuando consigue que la gente piense lo que el poder quiere que piense, resulta que, si no tenemos libertad de pensamiento, no tenemos libertad de expresión, y no nos educan para tener libertad de pensamiento. 
Y cuando tengamos eso, podremos pensar en los fines de la vida, porque los fines de la vida no son aumentar en dinero y en gasto y en diversión, no es eso. 
Es ganar en satisfacción personal, ser más lo que uno es.
El tiempo no es oro, el tiempo es vida.
Autor: José Luis Sampedro, escritor, humanista y economista español que abogó por una economía «más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos». Falleció en 2013 a los 96 años.
Fuente: http://culturainquieta.com/es/inspiring/item/11480-el-arte-de-vivir-leccion-de-vida-del-gran-jose-luis-sampedro.html

lunes, 15 de mayo de 2017

"El Principito", Antoine de Saint-Exupèry, Capítulo XXI


Imagen relacionada

-Buenos días -saludó el zorro.
-Buenos días -contestó amablemente el principito, que al darse vuelta en dirección a la voz, no vio a nadie.
-SEstoy aquí -aclaró el zorro- debajo del manzano.
-Pero, ¿quién eres tú? -preguntó el principito-. Eres muy hermoso.
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Acércate, ven a jugar conmigo -propuso el principito-. ¡Estoy tan triste!.
-¿Jugar contigo? No, no puedo -dijo el zorro-. Aún no estoy domesticado.
-¡Ah! Perdón -se excusó el principito.
E interrogó, luego de meditar un instante:
-Has dicho "domesticar" ¿Qué significa "domesticar"?
-No eres de aquí -afirmó el zorro- ¿Puedes decirme qué es lo que buscas?
-Busco a los hombres -respondió el principito-. Dime, ¿qué significa "domesticar"?
-Los hombres -intentó explicar el zorro- poseen fusiles y cazan. Eso es bien molesto. Crían gallinas; es su único interés. ¿Tú buscas gallinas, verdad?
-No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"?
-Ah!, es una cosa muy olvidada -respondió el zorro-. Significa "crear lazos".
-¿Crear lazos? -preguntó el principito.
-Así es -confirmó el zorro-. Tú para mí, no eres más que un jovencito semejante a cien mil muchachitos. Además, no te necesito. Tampoco tú a mí. No soy para ti más que un zorro parecido a cien mil zorros. En cambio, si me domesticas, sentiremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo.
-Creo que empiezo a comprender -dijo el principito-. Hay una Flor... creo que me ha domesticado.
-Es probable -contestó el zorro-. En la Tierra, ¡ocurre todo tipo de cosas...!
-Oh! No es en la Tierra -se apresuró a decir el principito.
El zorro se quedó muy intrigado.
-Acaso en otro planeta?
-Sí.
-Puedes decirme si hay cazadores en ese planeta?
-Oh, no! No los hay.
-Me está resultando muy interesante. ¿Y gallinas?
-No.
-¡Ah! nada es perfecto -dijo el zorro suspirando.
Luego prosiguió:
-Mi vida es algo aburrida. Cazo gallinas y los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen, como también los hombres se parecen entre sí. 
Francamente me aburro un poco. Estoy seguro que si me domesticas, mi vida se verá envuelta por un gran sol. Podré conocer un ruido de pasos que será bien diferente a todos los demás. Los otros pasos, me hacen correr bajo la tierra. Pero el tuyo, sin embargo, me llamará fuera de la madriguera, como una música. ¡Mira! ¿Puedes ver allá,a lo lejos, los campos de trigo? Yo no como pan, por lo que para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo nada me recuerdan. ¡Es triste! Pero tú tienes cabellos del color del oro. Cuando me hayas por fin domesticado, el trigo dorado me recordará a ti. Y amaré el sonido del viento en el trigo.
El zorro, en silencio, miró por un gran rato al principito.
-Por favor... ¡domestícame! -suplicó.
-Lo haría, pero no dispongo de mucho tiempo -contestó el principito.
Quisiera encontrar amigos y conocer muchas cosas.
- ¿Sabes? Sólo se conocen las cosas que se domestican -afirmó el zorro.
Los hombres carecen ya de tiempo. Compran a los mercaderes cosas hechas. Y como no existen mercaderes de amigos, es muy simple, los hombres ya no tienen amigos. Si realmente deseas un amigo, ¡domestícame!
-Y qué debo hacer? -preguntó el principito.
-Debes tener suficiente paciencia-respondió el zorro-.
En un principio te sentarás a cierta distancia, algo lejos de mí sobre la hierba.
Yo te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra suele ser fuente de malentendidos.
Cada día te irás sentando un poco más cerca.
Al otro día el principito volvió:
-Lo mejor es venir siempre a la misma hora -dijo el zorro-. Si sé que vienes a las cuatro de la tarde, comenzaré a estar feliz desde las tres. A medida que se acerque la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro estaré agitado e inquieto; ¡comenzaré a descubrir el precio de la felicidad! En cambio, si vienes a distintas horas, no sabré nunca en qué momento preparar mi corazón. Los ritos son necesarios.
-¿Qué son los ritos? -preguntó el principito.
-Se trata también de algo bastante olvidado -contestó el zorro-. Es aquéllo que hace que un día se diferencie de los demás, una hora de las otras horas. Te daré un ejemplo: entre los cazadores hay un rito. Todos los jueves bailan con las jóvenes del pueblo. Para mí el jueves es un maravilloso día, ya que paseo hasta la viña. Si los cazadores no tuvieran un día fijo para su baile, todos los días serían iguales y yo no tendría vacaciones.

Fue así como el principito domesticó al zorro. Pero al acercarse la hora de la partida:
-Ah!-dijo el zorro-. Voy a llorar.
-No es mi culpa -repuso el principito-. Tú quisiste que te domesticara, no fue mi intención hacerte daño.
-Sí, yo quise que me domesticaras -dijo el zorro-.
-¡Pero dices que llorarás!
-Sí -confirmó el zorro-.
-¿Ganas algo entonces? -preguntó el principito.
-Gano -aseguró el zorro-, por el color del trigo.
Luego sugirió al principito:
-Vuelve y observa una vez más el jardín de rosas. Ahora comprenderás que tu rosa es única en el mundo. Cuando vuelvas para decirme adiós, yo te regalaré un secreto.
Se dirigió el principito nuevamente a la rosas:

-En absoluto se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado y no han domesticado a nadie. Así era mi zorro antes, semejante a cien mil otros. Al hacerlo mi amigo, ahora es único en el mundo.
Las rosas se mostraron ciertamente molestas.
-Son bellas, pero aún están vacías -agregó todavía-. Nadie puede morir por ustedes. Es probable que una persona común crea que mi rosa se les parece. Ella siendo sólo una, es sin duda más importante que todas vosotras, pues es ella la rosa a quien he regado, a quien he puesto bajo un globo; es la rosa que abrigué con el biombo. Ella es la rosa cuyas orugas maté (excepto unas pocas que se hicieron mariposas). Ella es a quien escuché quejarse, alabarse y aún algunas veces, callarse. Ella es mi rosa...
Regresó hacia donde estaba el zorro:
-Adiós-dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. Mi secreto es muy simple: no se puede ver bien sino con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito a fin de acordarse-.
-El tiempo que dedicaste a tu rosa, es lo que hace que ella sea tan importante para ti.
-El tiempo que dediqué a mi rosa... -repitió el principito para no olvidar.
-Los hombres ya no recuerdan esta verdad -dijo el zorro-. En cambio tú, por favor no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa.
-Soy responsable de mi rosa... -dijo en voz alta el principito a fin de no olvidar...

domingo, 14 de mayo de 2017

"El Amor"


Quiero que me oigas sin juzgarme. 
Quiero que opines sin aconsejarme. 
Quiero que confíes en mí sin exigirme. 
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí. 
Quiero que me cuides sin anularme. 
Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí. 
Quiero que me abraces sin asfixiarme. 
Quiero que me animes sin empujarme. 
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí. 
Quiero que me protejas sin mentiras. 
Quiero que te acerques sin invadirme. 
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten. 
Quiero que las aceptes y no pretendas cambiarlas. 
Quiero que sepas que HOY cuentas conmigo…
sin condiciones.

"Esto es, para mí, lo mejor que  conseguí escribir en toda mi vida. 
Es mi manera de definir el amor entre dos amigos, el amor entre hermanos, el amor entre padres e hijos, el amor en una pareja. El amor… " 
Jorge Bucay, prólogo de su libro "Cartas para Claudia"

sábado, 13 de mayo de 2017

"¿A quién Dedicas tu Tiempo?"


Y cuando viene mi mamá y me cuenta: 
—No sabes quién se murió, se murió Mongo Picho. 
—Ahhh, se murió. 
—¿Te acuerdas que venía a casa? 
—No… 
—Cómo que no... acuérdate. 
—Bueno, me acuerdo. ¿Y? 
—Se murió. 
Y a mí qué me importa. La verdad, la verdad, es que no me importa nada. 
Pero me importa mi mamá, a la que amo, 
y entonces, a veces, para acompañar a mi mamá, digo: 
—Pobre Mongo... 
Y ella me dice: 
—Sí, ¿viste? Pobre... 
Esto opera desde un lugar diferente de todo lo que nos han enseñado. Porque la moral aprendida parecería apuntar a un amor indiscriminado, al amor del místico, al amor supuestamente altruista, a la relación con aquellos a los que no conozco y sin embargo ayudo con genuino interés en su bienestar. 
Creo que ya dije que la diferencia en ese caso es que mi interés en ellos se deriva de mi egoísta placer de ayudar, y en todo caso de un amor genérico por los demás. 
Quiero decir, me importa el vecino de la vuelta y el niño de Kosovo y el homeless de Dallas más allá de ellos mismos, por su simple condición de seres humanos. 
Pero no me refiero aquí a esto, sino a lo cotidiano, más allá de la caridad, más allá de la benevolencia, más allá de la conciencia de ser con el todo y de aprender a amarme en los demás. 
Cuando empezamos a pensar en esto, nos damos cuenta de que en realidad no queremos a todos por igual y que es injusto andar equiparando la energía propia de nuestro interés ocupándonos de todos indiscriminadamente. 
Me parece que querer a la humanidad en su conjunto sin querer particularmente a nadie es un sentimiento reservado a los santos o una aseveración para los demagogos mentirosos y los discapacitados afectivos (aquellos que no conocen su capacidad de amar y por lo tanto no aman). 
Cuando me doy cuenta 
sin culpa 
de que quiero más a unos que a otros, 
empiezo a destinar más interés a las cosas 
y a las personas que más me importan 
para poder verdaderamente 
ocuparme mejor de aquellos a quienes más quiero. 
Parece mentira, pero en el mundo cotidiano muchas personas viven más tiempo ocupándose de aquellos que no les importan que de aquellos a quienes dicen querer con todo su corazón. 
Pasan más tiempo tratando de agradar a gente que no les interesa que tratando de complacer a la gente que aman. Esto es una necedad. 
Hay que ponerlo en orden. Hay que darse cuenta. No es inhumano que yo sea capaz de canalizar el poco tiempo que tengo para ponerlo prioritariamente al servicio de aquellos vínculos que construí con las personas que más quiero. 
Tengo que darme cuenta de la distorsión que implica pasar más tiempo con quienes no quiero estar que con los que realmente quiero. 
Una cosa es que yo dedique una parte de mi atención para hacer negocios y mantenga trato cordial con gente que no conozco ni me importa, y otra cosa es la perversa propuesta del sistema que sugiere vivir en función de ellos. 
Esto es enfermizo, aunque ellos sean mis clientes más importantes, el jefe más influyente, un empleado eficaz o los proveedores que me permiten ganar más dinero, más gloria o más poder.
Tómense un minuto para saber de verdad quiénes son las quince, ocho, dos o cincuenta personas en el mundo que les importan. No se preocupen pensando que tal vez se olviden de alguien, porque si se olvidan quiere decir que ESE no era importante. 
Hagan la lista (no incluyan a los hijos, ya sabemos que nos importan más que nada) y quizás confirmen lo que ya sabían. O quizás se sorprendan. 
Pueden completar esta historia dando vuelta la página y, sin ver la lista anterior, escribir los nombres de las diez personas para quienes ustedes creen ser importantes (dicho de otra manera, la lista de aquellos que nos incluirían en sus listas). 
No importa que sean o no las mismas diez personas del otro lado, quizás confirmen que hay personas a quienes queremos pero que mucho no nos quieren, y que hay gente que nos quiere pero que nosotros mucho no queremos. 
Vale la pena investigarlo. Tiene sentido la sorpresa. 
Porque entonces vamos a poder discriminar con mucha más propiedad el tiempo, la energía y la fuerza que usamos en función de estos encuentros.

Fuente: De el libro "El Camino del Encuentro" de Jorge Bucay

viernes, 12 de mayo de 2017

"El Sentido del Humor también se Educa"


Las risas y el buen humor a menudo son la mejor de las medicinas. Los niños descubren la risa de forma espontánea a las pocas semanas de nacer, ya lo largo de su infancia las risas le acompañarán y llenarán nuestro hogar de felicidad.
Pero, como padres, ¿ayudamos a que nuestros hijos cultiven el sentido del humor? ¿Procuramos que aprendan a reír sin herir a nadie? ¿Intentamos que puedan ver en sus errores y en los nuestros una oportunidad de mirar las cosas desde otra perspectiva? ¿Dedicamos tiempo a divertirnos con nuestros hijos?
El sentido del humor es tan necesario en la vida familiar 
como lo es la disciplina, 
la educación o los valores. 
Las relaciones entre padres e hijos que permiten 
y dedican tiempo a divertirse, el buen humor y a reír, 
son más sanas, menos tensas y más cordiales. 
El humor también nos sirve para ver los problemas con una dimensión más correcta, ni sobreestimados ni subestimados, al tiempo que saber reír de nuestros errores facilita la posibilidad de reconducir situaciones que, de otro modo, harían aumentar la tensión y los conflictos.
El sentido del humor también se educa 

Tenemos la tendencia a pensar que el humor forma parte de nuestra composición genética, como los ojos azules o los pies grandes. Pero el sentido del humor es en realidad una calidad que se aprende y que se puede desarrollar en los niños.
A los niños les encanta divertirse, 
y a los padres nos es fácil hacerles reír cuando son bebés, 
pero a medida que crecen 
y empezamos a sentir la responsabilidad de su educación, 
poco a poco 
podemos alejarnos 
de las expresiones diarias de alegría 
con las que nos dirigíamos a ellos cuando eran pequeños. 
Nos ponemos perfeccionistas 
llevados por la tensión y el estrés,
 y a menudo pasamos la mayor parte del tiempo 
corrigiendo y señalando los errores, 
los conflictos y las dificultades.
Muchas veces olvidamos pasar tiempo con nuestros hijos divirtiéndonos, cuando el humor también nos puede ayudar mucho en su educación. Seamos modelos de personas alegres y divertidas, para que aprendan que las familias que pasan tiempo juntas divirtiéndose, crean vínculos de relación más estrechos y duraderos. 

¿Qué beneficios aporta reír?

Reír es una de las expresiones que más beneficios aporta a una persona, y un buen sentido del humor es una herramienta que los niños pueden aprender y que les ayudará a:
  • Ver las cosas desde muchos puntos de vista.
  • Ser espontáneo.
  • Captar ideas no convencionales o formas de pensar diferentes.
  • Ver más allá de la superficie de las cosas.
  • Disfrutar y participar en los aspectos lúdicos de la vida.
  • No tomarse las cosas demasiado en serio.
  • Los niños con un sentido del humor bien desarrollado son más felices y optimistas, tienen una mayor autoestima, y pueden gestionar las diferencias (propias y de los demás). Los niños que pueden apreciar y compartir el humor son apreciados por sus compañeros y son más capaces de gestionar las adversidades de la infancia.
Además, un buen sentido del humor no solo ayuda a los niños emocionalmente y socialmente. Se ha demostrado que las personas que ríen más son más saludables:
  • Reír es la expresión de la alegría y nos hace menos propensos a estar deprimidos.
  • Activa la producción de endorfinas, transmisores químicos que aportan al cerebro alivio y bienestar.
  • Libera tensiones.
  • Mejora nuestra función inmune, aumentando nuestra resistencia a enfermedades o problemas físicos.
  • Experimentamos menos estrés.
  • Provoca una respuesta emocional única orientada a la alegría y al bienestar.
  • Aumenta la captación de oxígeno.
  • Crea un ambiente positivo y cordial.
  • Nos ayuda a tomar perspectiva ante los problemas.
Pero sobre todo, un sentido del humor sano, que no ridiculiza ni hiere, es lo que hace que la vida sea mucho más divertida. ¡Así pues, riámonos mucho y hagámoslo juntos!
Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/educa-tus-hijos-sentido-humor-reir-mejores-medicinas

martes, 9 de mayo de 2017

"Criar a nuestros hijos para la Autodependencia"


Esta incapacidad de los padres para entrenar a sus hijos en los problemas que van a tener se fue instituyendo en el mundo durante el siglo XX y motivó gran parte de los problemas de la relación entre padres e hijos. 
Hacia fines de siglo, la psicología al servicio de la gente prácticamente no existía, pero sí la pedagogía, que es la ciencia de la educación. 
Sobre las relaciones de las parejas con sus hijos, en un congreso sobre pedagogía y matrimonio realizado en Francia en el año 1894, uno de los conferenciantes expone que sobre finales del siglo XIX las parejas con hijos se encuentran tan inseguras de sí mismas y viven con tanto miedo al futuro que tienden a proteger a sus hijos de los problemas que puedan tener. 
Pero esa tendencia es muy peligrosa, porque si los padres hacen esto, si protegen a los hijos de todos los peligros, los hijos nunca van a aprender a resolver los problemas por sí mismos. Como consecuencia, si esto sigue así —concluye el pedagogo— hacia fin del siglo XX tendremos un montón de adultos con infancias y adolescencias maravillosas, pero adulteces penosas y terribles. 
Este pronóstico, concebido hace más de cien años, es exacto. Los padres, sobre todo los de la segunda mitad del siglo XX, hemos desarrollado una conducta demasiado cuidadosa y protectora de nuestros hijos que, lejos de capacitarlos para que resuelvan sus conflictos y dificultades, ha conseguido que tengan una infancia y una adolescencia llenas de facilidades, pero que no necesariamente es una buena ayuda para que ellos aprendan a resolver sus problemas. 
Más allá de todas las faltas, nosotros, los que ya pasamos los cuarenta, tenemos un mérito, les hemos dado a nuestros hijos algo novedoso: les hemos permitido la rebeldía. 
Nosotros venimos de una estructura familiar donde no se nos permitía ser rebeldes. 
Mi viejo, amoroso, y mi vieja, divina, decían: “Cállate, mocoso”. Y la frase aprendida que justificaba su actitud era: “Cuando tú tengas tu casa harás lo que quieras, acá mando yo”. 
En cambio, lo primero que mis hijos aprendieron a decir, antes de decir “papá” fue: “¿Y por qué?” Cuestionaban todo. Y siguen cuestionando. Nosotros les enseñamos esta rebeldía. Esta rebeldía es la causante de gran parte del cambio, de la incertidumbre, pero también de la posibilidad de salvarse de nosotros. Salvarse de nuestra manía de querer encajarles nuestra manera de ver las cosas. 
Ellos se van a salvar por medio de la rebeldía que ellos no se ganaron, nosotros se la enseñamos. Ese es nuestro gran mérito. Y esto va a cambiar el mundo. 
Más o menos rebelde cuando crezco, en algún momento entre los veinte y los veintisiete años me doy cuenta que no voy a tener para siempre una mamá que me dé de comer, un papá que me cuide, una persona que decida por mí... 
Me doy cuenta que no me queda más remedio que hacerme cargo de mí mismo. Me doy cuenta que tengo que dejar el origen de todo. Separarme de la pareja de mis padres y dejar la casa, ese lugar de seguridad y protección. 
Cuando nosotros éramos chicos, la adolescencia empezaba a los trece y terminaba a los veintidós. Hoy, la adolescencia comienza entre los diez y los doce y termina entre los veinticinco y los veintisiete. (Pobrecitos... ¡quince años de adolescencia!) 
La adolescencia es un lugar maravilloso en muchos aspectos, pero también es una etapa de sufrimiento. 
Sobre el misterio de la prolongación de la adolescencia cualquier idiota tiene una teoría. Yo también. Así que voy a contar la mía. 
TEORÍA DE LOS TRES TERCIOS 
Imaginemos que cada uno recibe una parcela abandonada de tierra llena de maleza. Sólo tenemos agua, alimentos, herramientas, pero ningún libro disponible, ningún viejo que sepa cómo se hace. Nos dan semillas, elementos de labranza y nos dicen: Van a tener que comer de lo que saquen de la tierra. ¿Qué es lo que haríamos para poder alimentarnos y alimentar a nuestros seres queridos? 
Lo primero que haríamos sería desmalezar, preparar la tierra, removerla, airearla... y hacer surcos para sembrar. Luego sembramos y esperamos ... Poniendo un tutor, cuidando que las plantitas se vayan haciendo grandes, protegiéndolas para, un buen día, cosechar. 
La vida del ser humano es igual. 
La vida del ser humano está dividida en tres tercios: 
  • Tercio de preparar el terreno 
  • Tercio de crecimiento o expansión 
  • Tercio de cosecha 
¿Qué es el primer tercio? Preparar el terreno equivale a la infancia y la adolescencia. Durante estos períodos, lo que uno tiene que hacer en su vida es preparar el terreno, desmalezar, abonar, airear, preparar todo para la siembra. ¡Qué error sería querer cosechar antes de desmalezar! Cosecharíamos basura, no serviría para nada. 
¿Qué es el segundo tercio? El crecimiento o expansión equivale a la juventud y la adultez. Habrá entonces que plantar la semilla, regarla, cuidarla, hacerla crecer. Este es el tercio de la siembra, del desarrollo. ¡Qué error sería desmalezar y seguir preparando el terreno cuando es el tiempo de sembrar! ¡Qué error sería querer cosechar cuando uno está sembrando! No cosecharía nada. Cada cosa hay que hacerla en su tiempo. 
¿Qué es el tercer tercio? La cosecha equivale a la madurez. ¡Qué error sería en tiempo de cosecha querer seguir sembrando! ¡Qué error sería, cuando uno tiene que cosechar, ocuparse de hacer crecer y de engrandecer! Porque éste es el tiempo de la recolección, la hora de recoger los frutos. Y si no se cosecha en este tiempo, no se cosecha nunca. 
¿Cuánto dura cada tercio? Lógicamente, esto depende del tiempo que va a durar nuestra vida. Cuando nuestros ancestros vivían entre treinta y cinco y cuarenta años, como promedio y con toda la suerte, entonces un tercio era trece años. 
La juventud y la adultez se desarrollaban entre los doce y los dieciocho años, y la madurez se alcanzaba a los veinticinco. 
Cuando a principios de siglo nacieron nuestros padres, la expectativa de vida era de sesenta años. Así, la duración de los tercios se fue modificando. 
Cuando uno deja de ser un adolescente, les dice (o sería bueno que les dijera) a sus padres: “A partir de ahora dedíquense a ustedes, porque de mí me ocupo yo.” Uno tiene que aprender a hacerse cargo de sí mismo, aprender a responsabilizarse de uno, aprender la autodependencia. Aquellos hijos que no terminan de deshacerse, que se quedan prendidos de los padres sin animarse a subir al trampolín y saltar, en parte lo hacen por una responsabilidad de los padres, que no supieron enseñarles a hacerlo, y en parte por una responsabilidad de ellos. 
Los padres tendrán que mostrar a estos hijos, aunque sea tardíamente, que deben soltarse, que uno no está para siempre. Con mucho amor y mucha ternura, estos padres deberán entornar la puerta y pegarles una patada en el culo. Porque en algún momento los padres tienen que aprender a hacer esto si es que los hijos no lo hacen. 
Habitualmente, los hijos aprenden y se van solos. Pero si no lo hacen, lamentablemente, en beneficio de ellos y nuestro, será bueno empujarlos a que abandonen esa dependencia. Estoy harto de ver y escuchar a padres de mucha edad que han generado pequeños ahorros o situaciones de seguridad con esfuerzo durante toda su vida para su vejez, y que hoy tienen que dilapidarlos a manos de hijos inútiles, inservibles y tarambanas, que además tienen actitudes exigentes respecto de los padres: “Me tenienes que ayudar porque eres mi papá...” “Tienes que vender todo porque lo que tienes también es mío...” 
Es hora de que los padres sepan las limitaciones que tiene esta historia de su deseo. 
A veces uno puede ayudar a sus hijos porque quiere, y está muy bien. Pero hay que comprender que nuestra obligación terminó. Qué importante sería ayudar a nuestros hijos a transitar espacios de libertad. Qué importante sería ayudarlos hasta que ellos sean adultos, y después... Q. S. J. ¿Qué quiere decir Q. S. J.? Que se jodan. 
Y si no han sabido administrar lo que les dejaron, y si no han podido vivir con lo que obtuvieron, y si no saben cómo hacer para ganarse la plata que quieren, díganles que pasen a buscar un sándwich cada mañana.
La historia de generar la dependencia infinita es siniestra. Me parece a mí que hay un momento para devolver a los hijos la responsabilidad que tienen sobre sus propias vidas, y que uno tiene que quedarse afuera, ayudando lo que quiera, hasta donde quiera y hasta donde sea conveniente ayudar. 
A veces no es conveniente ayudar todo lo que uno puede, al máximo, arruinándose la propia vida para ayudarlos a ellos. Me parece que no. A mí me encantaría saber que mis hijos van a poder manejarse cuando yo no esté. Me encantaría. Y por eso quiero que lo hagan antes que me muera, para verlo. Para que pueda, en todo caso, morirme tranquilo, con la sensación de la tarea cumplida. 

Fuente: De el libro "El Camino de la Autoindependencia" de Jorge Bucay