sábado, 20 de mayo de 2017

"El TDAH visto con otros Ojos"


Niños inquietos, movidos, siempre han existido. De hecho una manera de saber si un niño es sano es en la medida que sea curioso, experimente y tenga interés por la realidad que le rodea.
Incluso el desarrollo intelectual exige una cierta experimentación, actividad y actitud de alerta hacia situaciones, que al ser interesantes, el niño se acerca para conocerlas.
Hoy en día la hiperactividad está de moda. De hecho este concepto clínico se ha banalizado tanto que muchas personas, padres, educadores. hablan y asignan problemas de hiperactividad a muchos niños y niñas por el simple hecho de que se mueven “demasiado”.
Sin embargo, por mi experiencia clínica y por mi filosofía personal, no existe el TDAH (Trastorno Déficit de Atención con/sin Hiperactividad), sino niños y niñas con una sintomatología común con una frecuencia e intensidad muy variables.
En este sentido voy en la misma dirección que la filosofía del Dr. Bach, que trata a la persona que padece una enfermedad y no la enfermedad misma. Debemos tratar niños, no trastornos; y es en este sentido que hace pocos años me acerqué a la terapia floral de Bach, porque en este encuentro, desde disciplinas diferentes pero unidas por el hecho común del sufrimiento humano y de la necesidad de atender a la persona, pensé que el aporte del sistema floral Bach podía ser francamente innovador, y con mucho un sistema que ayude a mitigar y a equilibrar varios de los problemas asociados al propio TDAH.
Cada vez más la conducta inquieta, el niño movido, se tolera menos. Queremos niños atentos, quietos, sentados en una silla atendiendo durante largas horas las explicaciones de profesores.
Por otra parte, los padres no tienen tiempo para dedicarse a sus hijos después de una larga sesión de trabajo y cuando llegan a casa quieren paz y tranquilidad.
Muchos de estos niños y niñas son catalogados de hiperactivos, porque cada vez menos toleramos la conducta irregular; esto provoca una incomprensión de la actitud del alumno o del hijo, y dificulta mucho la comprensión y la comunicación positiva.
Otro factor importante a tener en cuenta es que en nuestra sociedad globalizada hay un fenómeno que escapa al control de los padres y educadores que es la sobreestimulación. Los niños hoy en día están recibiendo continuamente estímulos, hay una presión para que aprendan desde muy temprana edad, queremos que se pongan de pie cuanto antes, hablen cuanto antes, conozcan letras y números y aprendan cuanto antes. Al mismo tiempo los impactos estimulantes que los niños reciben en la calle, en los medios de comunicación, en la escuela, cuando están con sus padres, están provocando la aparición de niños irritados, inestables, con estrés, porque no pueden integrar tanta información y tanto estímulo.
El niño hipersensible y emotivo tiende al bloqueo ante tanta estimulación, pero también al descontrol y a lo que podíamos denominar conducta sobreactiva (no hiperactiva, confusión que muchas veces desorienta al educador). Este es un factor importante, la sobre estimulación en un niño con un perfil biológico reactivo es un caldo de cultivo para desarrollar cuadros de irritabilidad conductual, descontrol motor y desorden emocional. Por lo tanto, si bien hay muchos especialistas que consideran al TDAH como un trastorno de origen neuro‐biológico, y esto es así en muchos casos, este origen no explica la proliferación de niños supuestamente con TDAH, que son el producto de una sobreestimulación y un desorden ambiental.
Muchos de estos niños acaban siendo medicados con psicoestimulantes, que en algunos casos tienen un efecto beneficioso sobre la conducta y la atención, pero poseen efectos secundarios conocidos y otros que posteriormente iremos conociendo cuando estos niños se hagan mayores. Además esta medicación sin ningún otro tipo de intervención, no logra el objetivo deseado.
No hablaré de diagnóstico sino de sintomatología y cómo desde ésta podemos ir hacia la formulación de la terapia floral del Dr. Bach, es decir, al lenguaje que nos permite entender las aplicaciones de este sistema.
No se trata de sustituir una terapia por otra, sino del complemento en el tratamiento de la sintomatología que abordan la psicología, psicopedagogía, la farmacología actual, y las Flores de Bach.
La consecuencia esencial que observamos en niños y niñas con esta sintomatología, es la progresiva diferenciación en el proceso de desarrollo cognitivo, social y personal respecto a los demás niños de su edad. Es decir, las consecuencias del TDAH siempre tienden hacia la falta de adaptación social y a un progresivo deterioro de su autoestima, con una marcada tendencia a la inestabilidad emocional y al trastorno de conducta.
Atendiendo al lenguaje floral y al aporte del sistema floral de Bach, hay un tema en común importante: el niño con TDAH sufre en sí mismo la incomprensión de su conducta por parte de los demás, y en consecuencia aparece una inestabilidad emocional y una considerable baja en su autoestima.
En estos temas emocionales, las flores de Bach pueden tener una incidencia fundamental, abarcando además conceptos como:
• El descontrol.
• Inquietud persistente.
• Impulsividad.
• Disminución de funciones como atención‐memoria.
• Bajo estado de alerta atencional.
• Baja autoestima.
• Reacción desmedida ante estímulos que frustran sus expectativas.
• Falta de seguridad en sí mismo.
• Influenciabilidad y pérdida de confianza en sus propias posibilidades.
• Reacciones desmedidas de celos, rabietas, agresividad implícita y explícita.
• Rechazo y resistencia a la adaptación de normas, reglas y rutinas.
• Sufrimiento interior, enmascarado con una cierta alegría y sensación de pasar de todo, que nada le hace mella.
La sensación de no ser un hijo deseado, la desesperación de los padres, el aislamiento del niño en su propia familia, la renuncia de los padres a realizar vida social por miedo a la reacción de su hijo, el excesivo número de castigos que no marcan ninguna consecuencia positiva, es decir, la necesidad de intervenir en el medio familiar es también un elemento importante de estudio de la aplicación del sistema floral del Dr. Bach.
A nivel emocional, conductual, familiar y escolar, la necesidad de mejorar los vínculos familiares, de comprender el alcance de esta problemática y de cómo tratar (educar) a su hijo, es una necesidad que desde la psicología hay que trabajar de forma muy importante. El ritmo de aprendizaje de un niño con TDAH es diferente. La falta de atención y de memoria refleja muchos inconvenientes en seguir el ritmo de trabajo y el asentamiento de la información, que durante horas el niño recibe durante una jornada escolar. La necesidad de entender el proceso de aprendizaje de un niño con TDAH, la contención de sus conductas, y la adaptación de la escuela a sus posibilidades, es una medida esencial para dar salida a las frustraciones de fracaso, que el niño muchas veces recibe de la escuela como consecuencia de no seguir el ritmo marcado por el profesor.
Desde la terapia floral de Bach se tratan personas no enfermedades, y esta terapia quiere llegar a curar la enfermedad y a prevenirla desde lo más íntimo del ser humano, sus emociones, su forma de ser.
El ser humano tiene un alma o ser superior de naturaleza divina, nuestro paso por la vida es para adquirir conocimiento, virtudes, para avanzar en la perfección y en la felicidad. Esta armonía y paz pueden verse rotas por el conflicto, y es este la raíz de la enfermedad y la infelicidad. Por todo ello teniendo en cuenta la sensación de inadecuación, la infelicidad, y la sensación de fracaso del niño con TDAH, creo muy importante los estudios y las aplicaciones prácticas desde la terapia floral de Bach, insistiendo una vez más en el carácter interdisciplinario de mi concepción a la hora de abarcar y ayudar a todas las necesidades que un niño o una niña con TDAH tienen.
Josep María Batlle 

La Terapia Floral en el TDAH 

Cuando a la consulta de un Terapeuta Floral llegan unos padres (frecuentemente viene sólo la madre), con un niño o niña con problemas de atención o hiperactividad (o los dos), normalmente ya están al límite. Aunque estos preocupados padres no lo expresen, en sus expectativas está el deseo de “que me lo arreglen porque ya no puedo más”. Un niño de estas características es una gran prueba para el mayor dotado de paciencia y puede llevar hasta el límite de la explosión nerviosa a aquel que, antes de llegar este vástago, era la tranquilidad personificada. Se ha mencionado que el origen del TDAH es multifactorial y su tratamiento es multidisciplinar, es decir, hay que actuar en distintas áreas de la vida del niño: el área escolar, el familiar y la prestación de atención psicológica. Pero, además de ser multidisciplinar, es sistémico. Con ello queremos decir que, además de atender a los padres, dándoles pautas para mejorar los hábitos y comportamientos del niño, también hay que atenderlos en relación a los afectos que se han formado entre ambos y cómo puede ayudar la Terapia Floral en su transformación.
Un niño no nace hiperactivo, es un ser que ya antes de nacer, empieza a interactuar con su entorno. Responde a los estímulos que recibe aceptándolos o defendiéndose de ellos. Puede nacer movidito, pero dependiendo del vínculo que los padres establezcan con él, así responderá.
El Niño 

Normalmente los padres manifiestan que es muy sensible, muy activo, que en casa incordia a sus hermanos (cuando los tiene), reclama constante atención, tiene baja autoestima, en algunos casos manifiesta celos, es desordenado y compulsivo, con gritos, golpes o ataques de agresividad, conflictivo en el colegio y además tiene problemas de concentración y aprendizaje. Para nosotros es de especial interés la ambivalencia de sus sentimientos expresando a veces singular agresividad contra uno de los progenitores. Viendo los casos tratados con esencias florales, parece ser que en el fondo de toda esta batería de síntomas hay un gran enfado y mucho miedo.
Es un trabajo importante que se debe de atender. No obstante, podríamos preguntarnos, ¿qué induce al niño a comportarse así?

Los padres 

Ya hemos visto que la Terapia Floral en un niño, es sistémica. Los padres son parte del problema, pero también de la solución.
Una parte muy importante de la terapia a un niño con problemas, es el trabajo con los padres. A un niño se le acostumbra a tratar como una pieza que se debe de ajustar sin tener en cuenta que forma parte de un sistema familiar y por lo tanto, de un sistema de vínculos. Y los vínculos, para lo bueno y lo malo, nos unen a otras personas, en este caso a un sistema familiar.
En el inicio del vínculo afectivo entre padres e hijo, algo no funcionó y cada vez se complicó más la relación, primero en la familia y luego en su entorno escolar. 
Este es un tema muy delicado porque no se puede culpabilizar a nadie. Los padres hacen lo mejor que saben y pueden y su amor por el hijo queda fuera de cualquier duda. Lo que sucede es que a veces, el amor no se expresa de la mejor manera o incluso, muchas veces, no es recibido con la misma buena intención con que se expresa. Esto nos pasa también a los adultos. El enfado que muchos de estos niños muestran y en especial hacia uno de los progenitores (aunque a veces no sea evidente), es una de las raíces del posterior desarrollo del conflicto, otra es el miedo. 
Todo ello se traduce en una extrema exigencia de atención, que finalmente es rechazada por los padres y reprimida, lo cual supone un incremento de miedo al castigo, más sensación de rechazo y por tanto un mayor enfado. Muchas son las razones por las cuales un niño puede mostrar enfado, sentirse culpable y finalmente sentir miedo.
Baste decir que en la mayoría de casos que he tratado, la madre ha tenido alguna complicación en la gestación o en el parto; algunas veces la actitud del padre no ha sido la más idónea (y también de la madre); y la situación laboral y social de los padres, no es la más adecuada para dedicar el tiempo necesario a un hijo y con la debida tranquilidad. 
Es imprescindible que los padres se involucren en la evolución del hijo: los dos. 
Ver al hijo no como alguien que es problemático y que molesta, sino como un ser que ha llegado hasta este punto fruto de un proceso. Tratar de ver al hijo desde el niño, no desde los significados del adulto. Claro que fastidian y que exasperan, pero su actitud trata de decir algo. 
Igual que el vínculo entre la pareja puede tener problemas y se trata de hacerlo conciente y resolverlo, así sucede con el vínculo entre padres e hijos. Reflexionar junto a los padres acerca de la autoridad (no el autoritarismo), del poner los límites justos (no imposiciones), del respeto y todo ello a la luz de los afectos que intervienen, es fundamental y es nuestro trabajo. 
Ver un poco su actitud frente al conflicto y recogerlo con esencias florales, es deseable y necesario. Sí, estoy hablando de que no sólo es preciso que el niño tome esencias, sino también que las tome aquel progenitor que lo acepte y si puede ser, los dos. No se trata de hacer terapia a los padres (por lo menos si no lo solicitan), se trata de atender con esencias florales aquellos aspectos que pueden ser útiles para ayudar al hijo.
Josep Lluís Pujol 

Autores
: - Josep María Batlle Psicólogo. Infancia‐adolescencia. Fundador y director de CODDIA. - Josep Lluís Pujol,  Terapeuta Floral Integrativo.
Fuente: Congreso SEDIBAC – 23‐24 Mayo 2009 (extracto)


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