miércoles, 31 de mayo de 2017

"Educar los Sentimientos propios y alimentar la Emocionalidad colectiva"


Una máxima simple es que podríamos contribuir a la seguridad humana en la ciudad si contribuimos con nuestra propia felicidad a la felicidad de los otros; quizás conociéndonos más a nosotros mismos y a los otros. 
Esto puede sonar a trabalenguas, pero si se lee despacio tiene lógica. 
En una sociedad tan emotiva, es fundamental el gobierno y la direccionalidad de las emociones. La posibilidad de entendernos a nosotros mismos es un criterio para construir la convivencia. 
Eso no pasa de ninguna manera por negar nuestras emociones, sino porque se expresen de una manera más clara, incluyente y fraterna, en la relación sentimientos y seguridad, tal como lo dijera Joseph Pla: 
"La primera cosa que se necesita para sentir una pasión 
es saberla expresar". 
La seguridad se logra cuando cada persona se aproxima al conocimiento de sus propios sentimientos e inclinaciones y comprende, desde sí mismo, la posibilidad que tiene de elegir caminos, sueños y deseos, y entonces asume la libertad y la responsabilidad que tienen para optar, para elegir caminos. 
En esa experiencia es que emergen seres humanos con carácter fuerte para afrontar la vida y con compromiso para relacionarse con los otros, desde un sentido solidario, desde una expresividad propia. Educar los sentimientos propios y alimentar la emocionalidad colectiva es fundamental.

Que nadie piense en mí.
Pensemos en toda la tierra,
golpeando con amor en la mesa.
No quiero que vuelva la sangre
a empapar el pan, los frijoles, la música: 
quiero que venga conmigo 
el minero, la niña,
el abogado, el marinero,
el fabricante de muñecas,
que entremos al cine y salgamos
a beber el vino más rojo.
Yo no vengo a resolver nada.
Yo vine aquí para cantar
y para que cantes conmigo.
Pablo Neruda.

Nadie nace solo, nadie se hace solo... somos con otros, por los otros, entre los otros. A veces nos han hecho pensar que vivimos a pesar de los otros, contra los otros, en disputa con otros, pero no es necesariamente así. Nuestros sentimientos se forman en la comunidad de la existencia; la seguridad también está en esa cadena de afectos que nos hace presentes, recordables, memorables, significativos para la humanidad entera. 
No hay seguridad ninguna en el mundo, si no cuenta con nuestros sentimientos y nuestras emocionalidades individuales y colectivas. Quizás por eso es bueno aprender a expresar las emociones en la vida diaria. Pensémoslo. 

Fuente: http://observatoriorealidades.arquidiocesiscali.org/semanarios/espiritual-111.html



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